Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, María
estuvo preparada desde siempre por el amor del Padre para ser Arca de
la Alianza entre Dios y los hombres. Custodió en su corazón la divina misericordia en perfecta sintonía con
su Hijo Jesús. Su canto de alabanza, en el umbral de la casa de Isabel, estuvo
dedicado a la misericordia que se extiende « de generación en generación » (Lc 1,50).
También nosotros estábamos presentes en aquellas palabras proféticas de la
Virgen María. Esto nos servirá de
consolación y de apoyo mientras atravesaremos la Puerta Santa para experimentar
los frutos de la misericordia divina.
AL PIE DE LA CRUZ, MARÍA JUNTO CON JUAN, EL
DISCÍPULO DEL AMOR, ES TESTIGO DE LAS PALABRAS DE PERDÓN QUE SALEN DE LA BOCA
DE JESÚS. EL PERDÓN SUPREMO OFRECIDO A QUIEN LO HA CRUCIFICADO NOS MUESTRA
HASTA DÓNDE PUEDE LLEGAR LA MISERICORDIA DE DIOS. María
atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a
todos sin excluir a ninguno. DIRIJAMOS A ELLA LA ANTIGUA Y SIEMPRE NUEVA
ORACIÓN DEL SALVE REGINA, PARA QUE NUNCA SE CANSE DE VOLVER A
NOSOTROS SUS OJOS MISERICORDIOSOS Y NOS HAGA DIGNOS DE CONTEMPLAR EL ROSTRO DE
LA MISERICORDIA, SU HIJO JESÚS.
Nuestra
plegaria se extienda también a tantos Santos y Beatos que hicieron de la
misericordia su misión de vida. En particular el pensamiento se dirige a la
grande apóstol de la misericordia, santa Faustina Kowalska. Ella que fue
llamada a entrar en las profundidades de la divina misericordia, interceda por
nosotros y nos obtenga vivir y caminar siempre en el perdón de Dios y en la
inquebrantable confianza en su amor.
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