14. LA PEREGRINACIÓN es
un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona
realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es viator,
un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada. También
para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, CADA UNO DEBERÁ REALIZAR, DE ACUERDO CON
LAS PROPIAS FUERZAS, UNA PEREGRINACIÓN. ESTO SERÁ UN SIGNO DEL HECHO QUE TAMBIÉN LA MISERICORDIA ES UNA META
POR ALCANZAR Y QUE REQUIERE COMPROMISO Y SACRIFICIO. La peregrinación,
entonces, sea estímulo para la conversión: atravesando
la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios y nos
comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre lo es con
nosotros.
El Señor
Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible
alcanzar esta meta: « No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no
seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida
buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos.
Porque seréis medidos con la medida que midáis » (Lc 6,37-38).
Dice, ante todo, no juzgar y no condenar. Si
no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez
del propio hermano. Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la
superficie, mientras el Padre mira el interior. ¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos
de celos y envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a
exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del
chisme. No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo
que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro
juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no
es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y dar.
Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido
de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre
nosotros su benevolencia con magnanimidad.
Así
entonces, MISERICORDIOSOS COMO
EL PADRE es el “lema” del
Año Santo. En la misericordia
tenemos la prueba de cómo Dios ama. Él da todo sí mismo, por siempre,
gratuitamente y sin pedir nada a cambio. Viene en nuestra ayuda cuando lo
invocamos. Es bello que la oración cotidiana de la Iglesia inicie con estas
palabras: « Dios mío, ven en mi auxilio;
Señor, date prisa en socorrerme » (Sal 70,2). El auxilio que invocamos es ya el primer
paso de la misericordia de Dios hacia nosotros. Él viene a salvarnos de la
condición de debilidad en la que vivimos. Y su auxilio consiste en permitirnos
captar su presencia y cercanía. Día tras día, tocados por su compasión, también
nosotros llegaremos a ser compasivos con todos.
©
Copyright - Librería Editrice Vaticano
EN
LA ARQUIDIÓCESIS DE CARTAGENA, éstos serán los lugares de PEREGRINACIÓN
durante el AÑO DE LA MISERICORDIA y se ganará INDULGENCIA PLENARIA:
1.1. Convento
San Pedro Claver
1.2. Convento
Santo Domingo
1.3. Convento
de la Popa
1.4. Santuario
María Bernarda Bittler
1.5. Parroquia
Nuestra Señora del Carmen (Carmen de Bolívar)
1.6. La
Catedral está en reparación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario