18. DURANTE LA CUARESMA DE ESTE AÑO SANTO TENGO
LA INTENCIÓN DE ENVIAR LOS MISIONEROS DE LA MISERICORDIA. Serán
un signo de la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios, para que
entre en profundidad en la riqueza de este misterio tan fundamental para la fe.
SERÁN SACERDOTES A LOS CUALES DARÉ LA
AUTORIDAD DE PERDONAR TAMBIÉN LOS PECADOS QUE ESTÁN RESERVADOS A LA SEDE APOSTÓLICA,
PARA QUE SE HAGA EVIDENTE LA AMPLITUD DE SU MANDATO. Serán, sobre todo, signo
vivo de cómo el Padre acoge cuantos están en busca de su perdón. Serán
misioneros de la misericordia porque serán los artífices ante todos de un
encuentro cargado de humanidad, fuente de liberación, rico de responsabilidad,
para superar los obstáculos y retomar la vida nueva del Bautismo. Se dejarán
conducir en su misión por las palabras del Apóstol: « Dios sometió a todos a la
desobediencia, para tener misericordia de todos » (Rm 11,32). Todos
entonces, sin excluir a nadie, están llamados a percibir el llamamiento a la
misericordia. Los misioneros vivan esta llamada conscientes de poder fijar la
mirada sobre Jesús, « sumo sacerdote misericordioso y digno de fe » (Hb 2,17).
Pido a los hermanos Obispos que inviten y acojan
estos Misioneros, para que sean ante todo predicadores convincentes de la
misericordia. Se organicen en las Diócesis “misiones para el pueblo” de modo
que estos Misioneros sean anunciadores de la alegría del perdón. Se les
pida celebrar el sacramento de la Reconciliación para los fieles, para que el
tiempo de gracia donado en el Año jubilar permita a tantos hijos alejados
encontrar el camino de regreso hacia la casa paterna. Los Pastores,
especialmente durante el tiempo fuerte de Cuaresma, sean solícitos en invitar a
los fieles a acercarse « al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y
alcanzar la gracia » (Hb 4,16).
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