1. JESUCRISTO ES EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA DEL
PADRE. El misterio de la fe cristiana
parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y
ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, « rico en misericordia »
(Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como « Dios
compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad »
(Ex34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos
momentos de la historia su naturaleza divina. En la « plenitud del tiempo » (Gal 4,4),
cuando
todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de
la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él
ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra,
con sus gestos y con toda su persona[1] revela
la misericordia de Dios.
[1] Cfr Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, 4.
© Copyright - Librería Editrice Vaticano
[1] Cfr Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, 4.
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