04/01/2015 11:39
(RV).- (actualizado con audio) La Paz fue
la protagonista de las palabras del Papa Francisco antes de la oración mariana
del Ángelus en el primer domingo del año. Recibido con una gran ovación
cuando apareció puntualmente en la ventana del Palacio Apostólico, Francisco
advirtió que “no hay futuro sin propósitos y proyectos de paz”.
Habló de los diferentes conflictos bélicos que en
pleno año 2015 llenan de sangre la historia de muchas poblaciones del mundo, y
por ello insiste en que “debemos convencernos de que la concordia es siempre
posible”. Y así comenzando el año y reviviendo el nacimiento del Señor,
recuerda que la paz fue anunciada como regalo especial de Dios con la llegada
de su hijo, “Paz en la tierra a los hombres que aman al Señor” (Lc
2,14). Francisco con su especial forma de comunicación, y de hacer llevar los
problemas del mundo a nuestra conciencia, a nuestro día a día, explicó que cada
uno de nosotros tiene una misión de combatir la guerra y de llegar a la paz,
“todos estamos llamados a reencender en nuestro corazón un impulso de
esperanza, que debe traducirse en concretas obras de paz, de reconciliación y
de fraternidad”. En este contexto explica que los pequeños gestos tiene mucho
valor, “pueden ser semillas que dan esperanza”.
Pidió invocar a la Virgen María quien,
como recuerda Francisco, en su vida terrena vivió muchas dificultades, pero que
nunca ha perdido la paz en el corazón.
Francisco ha anunciado que el próximo 14 de febrero
se celebrará un Consistorio en el cual creará 15 nuevos cardenales,
que provienen de 13 naciones del continente, cuatro de ellos de habla española:
Mons. Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia (México), Mons. Daniel Fernando
Sturla Berhouet, S.D.B, Arzobispo de Montevideo (Uruguay), Mons. Ricardo
Blázquez Pérez, Arzobispo de Valladolid (España), Mons. José Luis Lacunza
Maestrojuán, O. A. R. Obispo de David (Panamá).
(MZ-RV)
Palabras del Santo Padre:
Queridos hermanos y
hermanas, ¡buenos días! Bello domingo nos regala el año nuevo. ¡Bella jornada!
San Juan dice en el
Evangelio que hemos leído hoy: «En ella estaba la vida, y la vida era la luz de
los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la
percibieron». «La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre» (Jn. 1,1-18).Los hombres hablan tanto de la luz, pero a
menudo prefieren la tranquilidad engañadora de la oscuridad. Nosotros hablamos
mucho de la paz, pero a menudo recurrimos a la guerra o elegimos el silencio
cómplice o no hacemos nada concreto para construir la paz. De hecho, San Juan
dice: «Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Porque el juicio es
éste: la luz - Jesús - ha venido al mundo, pero los hombres prefirieron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Cualquier persona, de hecho,
que hace el mal, odia la luz. Y no viene a la luz para que sus obras no sean
reprendidas. Así dice el Evangelio de San Juan. El corazón del hombre puede
rechazar la luz y preferir las tinieblas, porque la luz descubre sus malas
obras. ¡Quien hace el mal, odia la luz! ¡Quien hace el mal, odia la paz!
Hemos iniciado hace pocos
días el año nuevo en el nombre de la Madre de Dios, celebrando la Jornada
Mundial de la Paz, sobre el tema “No esclavos, sino hermanos”. Mi auspicio es
que se supere la explotación del hombre por parte del hombre. Esta explotación
es un plaga social que mortifica las relaciones interpersonales e impide una
vida de comunión marcada por el respeto, la justicia y la caridad. Cada hombre
y cada pueblo tiene hambre y sed de paz; cada hombre y cada pueblo tiene hambre
y sed de paz…por lo que es necesario y urgente construir la paz.
La paz no es solamente la
ausencia de guerra, sino una condición general en la cual la persona humana
está en armonía consigo misma, en armonía con la naturaleza y en armonía con
los demás. Ésta es la paz. Sin embargo, silenciar las armas y apagar los focos
de guerra sigue siendo la condición inevitable para dar inicio a un camino que
conduce al logro de la paz en sus diferentes aspectos. Pienso en los conflictos
que todavía ensangrientan demasiadas regiones del planeta, en las tensiones en
las familias y comunidades: ¡en cuántas familias, en cuántas comunidades
también parroquiales hay guerras! Así como también en los contrastes encendidos
en nuestras ciudades, nuestros países, entre grupos de diferentes estratos
culturales, étnicos y religiosos. Tenemos que convencernos, no obstante todas
las apariencias en contrario, que la concordia es siempre posible, en todos los
niveles y en todas las situaciones. ¡No hay futuro sin propósitos y proyectos
de paz! ¡No hay futuro sin paz!
Dios en el Antiguo
Testamento hacía una promesa. El profeta Isaías decía: «Con sus espadas
forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación
contra otra ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2, 4). ¡Es bello! La paz
es anunciada como don especial de Dios en el nacimiento del Redentor: «Paz a
los hombres que amados por Él». (Lc 2, 14)Ese don debe ser incesantemente
implorado en la oración. Recordemos, aquí, en la plaza, aquel cartel: “En la
raíz de la paz está la oración”. Este don tiene que ser implorado y tiene que
ser recibido cada día con compromiso, en las situaciones en las que nos
encontramos. En los albores de este nuevo año, todos nosotros estamos llamados
a reavivar en el corazón un impulso de esperanza, que debe traducirse en obras
concretas de la paz. “¿Tu no estás bien con esto? ¡Haz la paz! En tu casa, ¡haz
la paz! En tu comunidad, ¡haz la paz! En tu trabajo, ¡haz la paz! Obras
de paz, de reconciliación y fraternidad. Cada uno de nosotros debe cumplir
gestos de fraternidad hacia su prójimo especialmente hacia quienes están
extenuados por tensiones familiares o disidencias de diversa índole. Estos
pequeños gestos tienen mucho valor: pueden ser semillas que dan esperanza,
puede abrir caminos y perspectivas de paz.
Invoquemos ahora a María,
Reina de la Paz. Ella, durante su vida terrena, conoció no pocas dificultades,
relacionadas con la fatiga diaria de la existencia. Pero nunca perdió la paz
del corazón, fruto del abandono confiado en la misericordia de Dios. A María,
nuestra tierna Madre, le pedimos que indique al mundo entero el camino seguro
del amor y de la paz. Ángelus domini...
Después del Ángelus el Papa
dijo:
Queridos hermanos y
hermanas, dirijo un cordial saludo a todos ustedes, queridos peregrinos que han
venido de Italia y de varios países para participar en este encuentro de
oración.
En particular, saludo a los
fieles de Casirate d'Adda, Alfianello, Val Brembilla y Verona.
A cada uno expreso el deseo
de pasar en la paz y en la serenidad este segundo domingo después de Navidad,
en el cual se prolonga la alegría del nacimiento de Jesús…
(Traducción del italiano: Griselda Mutual, RV)
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