El lema da un ulterior
relieve a identidad y horizontes, experiencia e ideales, gracia y camino que la
vida consagrada ha vivido y sigue viviendo en la Iglesia como pueblo de Dios,
en el peregrinar de las gentes y de las culturas, hacia el futuro.
EVANGELIUM: indica la norma
fundamental de la vida consagrada que es la «sequela Christi tal y como la
propone el Evangelio" (PC 2a). Primero como «memoria viviente del modo de
actuar y de existir de Jesús" (VC 22), después como sabiduría de vida en
la luz de los múltiples consejos que el Maestro propone a los discípulos (cfr
LG 42). El Evangelio da sabiduría orientadora y gozo (EG1).
PROFETIA: indica el carácter
profético de la vida consagrada que se configura "como una forma de
especial participación en la función profética de Cristo, comunicada por el
Espíritu Santo a todo el Pueblo de Dios" (VC 84). Es posible hablar de un
auténtico ministerio profético, que nace de la Palabra y se alimenta de la
Palabra de Dios, acogida y vivida en las diversas circunstancias de la vida. La
función se explicita en la denuncia valiente, en el anuncio de nuevas
"visitas" de Dios y "en el escudriñar nuevos caminos de
actuación del Evangelio para la construcción del Reino de Dios" (ib.).
SPES: recuerda el
cumplimiento último del misterio cristiano. Vivimos en tiempos de extendidas
incertidumbres y de escasez de proyectos de amplio horizonte: la esperanza
muestra su fragilidad cultural y social, el horizonte es oscuro porque
"parece haberse perdido el rastro de Dios" (VC 85). La vida consagrada
tiene una permanente proyección escatológica: testimonia en la historia que
toda esperanza tendrá la acogida definitiva y convierte la espera "en
misión para que el Reino se haga presente ya ahora" (VC 27). Signo de
esperanza, la vida consagrada se hace cercanía y misericordia, parábola de
futuro y libertad de toda idolatría.
"Animados por la
caridad que el Espíritu Santo infunde en los corazones" (Rm 5,5) los
consagrados y las consagradas abrazan pues el universo y se convierten en
memoria del amor trinitario, mediadores de comunión y de unidad, centinelas
orantes en la cresta de la historia, solidarios con la humanidad en sus afanes
y en la búsqueda silenciosa del Espíritu.
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