Homilía de la misa matutina en Santa Marta
(RV).- (Con audio)
Creer en Jesús, portador de un mensaje que salva al humanidad de todos
los tiempos, o refugiarse en una salvación fruto de “mandamientos
hechos por hombres”. Es el dilema que el Papa Francisco dilucidó en su
homilía de la Misa matutina presidida en la capilla de la Casa de Santa
Marta.
El único deseo de Dios es salvar a la humanidad, pero el
problema es que el hombre frecuentemente quiere dictar las reglas de la
salvación. Es la paradoja dramática de tantas páginas de la Biblia que
llega a su culmen en la vida terrenal de Cristo. El Papa Francisco lo
profundizó partiendo del pasaje del Evangelio en el que Jesús expresa
todo su dolor al verse contrastado por su misma gente, por las ciudades
que dan vuelta la espalda a su mensaje.
“Si en Tiro y en Sidón
se hubieran producido los prodigios que se produjeron entre ustedes” –
es su admonición en Corazin y Betsaida – ya desde hace tiempo “e habrían
convertido”. En esta severa, pero también amarga comparación, está
resumida – observó el Papa – “toda la historia de la salvación”. Así
como han rechazado y asesinado a los profetas antes, “porque resultaban
incómodos”, ahora hacen los mismo con Jesús. “Es el drama de la
resistencia a ser salvados”, desatado por los jefes del pueblo:
Es
precisamente la clase dirigente la que cierra las puertas al modo con
el cual Dios quiere salvarnos. Y así se comprenden los diálogos fuertes
de Jesús con la clase dirigente de su tiempo: pelean, lo ponen a
prueba, le tienden trampas para ver si cae, porque está la resistencia a
ser salvados. Jesús les dice a ellos: “¡Pero yo no los entiendo!
Ustedes son como aquellos niños: les hemos tocado la flauta y no han
bailado; les hemos cantado un lamento y no han llorado. ¿Pero qué
quieren?”; “¡Queremos hacer la nuestra: queremos hacer la salvación a
nuestro modo!”. Es siempre esta cerrazón al modo de Dios.
El
Papa Bergoglio distingue la actitud del “pueblo creyente” que comprende
y “acepta” la salvación traída por Jesús. Salvación que, al contrario,
para los jefes del pueblo, se reduce al cumplimiento de los 613
preceptos creados por “su fiebre intelectual y teológica”:
Ellos
no creen en la misericordia ni en el perdón: creen en los sacrificios.
Misericordia quiero y no sacrificios. Creen en todo organizado, bien
organizado, todo claro. Éste es el drama de la resistencia a la
salvación. También nosotros, cada uno de nosotros tiene este drama
dentro. Pero nos hará bien preguntarnos: ¿Cómo quiero ser salvado? ¿A
modo mío? ¿A modo de una espiritualidad, que es buena, que me hace bien,
pero que es fija, tiene todo claro y no hay riesgo? ¿O según el modo
divino, es decir por el camino de Jesús, que siempre nos sorprende, que
siempre nos abre las puertas a ese misterio de la Omnipotencia de Dios,
que es la misericordia y el perdón?
Francisco insistió en
que “nos hará bien pensar en este drama que tenemos en nuestro corazón”.
Reflexionar si confundimos “libertad con autonomía”, y si elegimos la
salvación justa”:
¿Creo que Jesús es el Maestro que nos enseña
la salvación, o voy por doquier a alquilar gurúes, que me enseñen otra?
¿Un camino más seguro o me refugio bajo el techo de las prescripciones y
de tantos mandamientos hechos por hombres? ¿Y así me siento seguro y –
es un poco duro decir esto – con esta seguridad compro mi salvación,
que Jesús da gratuitamente con la gratuidad de Dios? Nos hará bien hoy
hacernos estas preguntas. Y la última: ¿Yo me resisto a la salvación de
Jesús?”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO:
LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN:
PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA,
TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO,
Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…".
"ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN;
NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA.
¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE?
¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO?
¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA?
¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?.
QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …”
Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.
viernes, 3 de octubre de 2014
La salvación está sólo en Jesús, no en los tantos preceptos hechos por los hombres, dijo el Papa
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