(RV).-
El jueves 23 de octubre el Papa Francisco recibió en audiencia a una
delegación de la Asociación Internacional de Derecho Penal a la que
dirigió un discurso centrado en los puntos que, en ese ámbito,
interpelan a la Iglesia en su misión de evangelización y de promoción
humana. El Papa recordó a los juristas la necesidad de adoptar
instrumentos legales y políticos que no caigan en la lógica mitológica
del ''chivo expiatorio'' es decir del individuo acusado injustamente de
las desgracias que afectan a una comunidad y por ellos sacrificado, y de
rechazar la creencia según la cual la sanción penal consigue beneficios
que requerirían, en cambio, la implementación de políticas sociales
económicas y de inclusión social.
Reiterando el primado de la
vida y la dignidad de la persona reafirmó la condena absoluta de la pena
de muerte, que para un cristiano es inadmisible y, en este contexto,
habló de las llamadas ''ejecuciones extrajudiciales'', es decir los
homicidios deliberados cometidos por algunos estados o sus agentes y
presentados como consecuencia indeseada del uso razonable, necesario y
proporcional de la fuerza para aplicar la ley.
El Obispo de Roma
destacó asimismo que la pena de muerte es utilizada en los regímenes
totalitarios como ''un instrumento de supresión de la disidencia
política o de persecución de las minorías religiosas o culturales''.
Después habló de las condiciones de los encarcelados, entre ellos los
presos sin condena y los condenados sin juicio afirmando que la prisión
preventiva, cuando se usa de forma abusiva constituye otra forma
contemporánea de pena ilícita oculta, más allá de la legalidad. El Papa
se refirió también a las condiciones deplorables de los penitenciarios
en buena parte del planeta, que si a veces se deben a la carencia de
infraestructuras, otras son el resultado del ''ejercicio arbitrario y
despiadado del poder sobre las personas privadas de libertad''.
El
Santo Padre habló de la tortura y otros tratos inhumanos y degradantes,
afirmando que en nuestros días las torturas se administran no sólo como
un medio para lograr un fin particular, tales como la confesión o
denuncia -practicas características de la doctrina de la seguridad
nacional - sino que constituyen un dolor añadido a los males propios de
la detención. La misma doctrina penal- señaló- tiene una importante
responsabilidad en esto por haber permitido en ciertos casos, la
legitimación de la tortura en determinadas condiciones, abriendo el
camino para abusos posteriores.
El Pontífice señaló luego la
aplicación de sanciones penales a los niños y ancianos condenando su uso
en ambos casos, no dejando de recordar algunas formas de criminalidad
que hieren gravemente la dignidad de la persona y el bien común, entre
ellas la trata de personas y la esclavitud, ''reconocida como crimen
contra la humanidad y crimen de guerra tanto por el derecho
internacional como en tantas legislaciones nacionales''. Entre estas
formas de criminalidad citó la pobreza absoluta en que viven más de mil
millones de personas y la corrupción. ''La escandalosa concentración de
la riqueza global –puntualizó - es posible a causa de la connivencia de
los responsables de la cosa pública con los poderes fuertes. La
corrupción, es en sí misma un proceso de muerte... y un mal más grande
que el pecado. Un mal que más perdonar hay que curar''.
''La
cautela en la aplicación de la pena –concluyó Francisco- debe ser el
principio regidor de los sistemas penales... y el respeto de la dignidad
humana no sólo debe actuar como límite de la arbitrariedad y los
excesos de los agentes del Estado, sino como criterio de orientación
para perseguir y reprimir las conductas que representan los ataques más
graves a la dignidad e integridad de la persona''.
(RC-RV)
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO:
LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN:
PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA,
TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO,
Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…".
"ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN;
NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA.
¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE?
¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO?
¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA?
¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?.
QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …”
Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.
viernes, 24 de octubre de 2014
La corrupción es un mal más grande que el pecado, recuerda el Papa a los juristas penales
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