Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos
Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios mío y Señor mío, postrado delante de vuestra Majestad Soberana, con todo mi ser, con toda mi alma y todo mi corazón te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. A ti te reconozco por mi Dios y mi Señor; en Ti creo, en Ti espero y en Ti confío. Me has de perdonar mis culpas y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. A Ti te amo sobre todas las cosas. A Ti confieso mi suma ingratitud y todas mis culpas y pecados, de todo lo cual me arrepiento y te pido me concedas benignamente el perdón. Pésame, Dios mío, de haberos ofendido, por ser Vos quien sois. Propongo firmemente, ayudado con vuestra divina gracia, nunca más pecar, apartarme de las ocasiones de ofenderos, confesarme, satisfacer por mis culpas y procurar en todo serviros y agradaros. Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura alabe a la santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y alcance por su poderosa intercesión la gracia especial que en este Novena pido, si ha de ser para mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma. Amén.
ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en esta Novena, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo: (rezar tres avemarías)
DIA QUINTO
REFLEXIÓN DEL DÍA
EL TESTIMONIO DE LOS ROMANOS
PONTÍFICES.
El Papa Juan XXII promulgó este
favor del privilegio sabatino en la Bula llamada Sabatina, el día 3 de marzo de
1322; el Papa Paulo V, por decreto del 20 de enero de 1613, permitió a
todos los religiosos Carmelitas predicar públicamente el favor revelado a Juan
XXII:
Se permite –dice el
Decreto- a los padres carmelitas predicar al pueblo cristiano que puede
piadosamente creer en la ayuda a las almas de los hermanos y cofrades muertos
en caridad, que vistieron el hábito en la vida y guardaron castidad según su
estado… que la Santísima Virgen ha de ayudarles con sus continuas intercesiones,
piadosos ruegos y méritos y protección especial después de su muerte,
principalmente en el día del sábado, día que la Iglesia tiene consagrado a la
Santísima Virgen. También San Pío X hace mención a este privilegio
Pedir la gracia
particular que se desee conseguir en esta Novena.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a Ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección. Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos, cómo ofenden a tu divino Hijo y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Así sea.
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a Ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección. Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos, cómo ofenden a tu divino Hijo y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Así sea.
VIRGEN DEL CARMEN
Virgen del Carmen, faro del Carmelo,
vela y timón de mi barquilla a vela,
estrella y norte que guía mi estela
y marca el derrotero rumbo al cielo.
Sobre el mar proceloso y su señuelo
tu mirada materna centinela,
tu manto es mi bandera y mi tutela,
tu escapulario, logotipo de tu vuelo.
Faro, guía y timón de mi barquilla,
Virgen del Carmen, timonel experto,
que conoces mi mar, milla tras milla
y me haces navegar, seguro, cierto,
para alcanzar, sin miedo, la otra orilla.
¿Quién como tú para guiarme a puerto?
vela y timón de mi barquilla a vela,
estrella y norte que guía mi estela
y marca el derrotero rumbo al cielo.
Sobre el mar proceloso y su señuelo
tu mirada materna centinela,
tu manto es mi bandera y mi tutela,
tu escapulario, logotipo de tu vuelo.
Faro, guía y timón de mi barquilla,
Virgen del Carmen, timonel experto,
que conoces mi mar, milla tras milla
y me haces navegar, seguro, cierto,
para alcanzar, sin miedo, la otra orilla.
¿Quién como tú para guiarme a puerto?
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