EL ORIGEN
La
advocación a la Virgen del Carmen se inicia en el siglo XII en tierras de
Palestina. El Monte Carmelo está presente en varios episodios significativos
del Antiguo Testamento. Se ensalza siempre su belleza y en el se refugió
Elías para defender la pureza de la fe en el único Dios. Ya, en nuestra
era, en el Siglo XII, unos ermitaños se instalaron en aquel Monte. De ese
monasterio nació una orden religiosa amparada en la regla monástica que les
había dado Alberto, patriarca de Jerusalén y que sería aprobada, después, por
el Papa Honorio III. Esta familia religiosa dio a la VIRGEN el
patrocinio de sus trabajos y meditaciones. Y a partir de ahí el culto a la VIRGEN
DEL CARMELO –o del CARMEN— extendió por toda la cristiandad
En la
Biblia encontramos diferentes pasajes que nos hablan del Monte Carmelo,
considerado siempre bello, incluso sirvió como piropo en el Cantar de los
Cantares: "Tu cabeza es como el Carmelo, de púrpura tu melena ..."
(Cantar 7, 6-7) el autor del Cantar de los Cantares compara la melena de
aquella chica que le dedica el piropo con el Carmelo, ya que en toda esta
montaña abunda la vegetación. Precisamente allí, hay el santuario que dio
origen a esta devoción: el Santuario de
la Virgen del Carmelo (o del Carmen).
¿Pero cuáles fueron sus inicios?
Una de las citas bíblicas importantes es la que encontramos en el
capítulo 18 del Primer Libro de los Reyes de la Biblia.
Allí se nos dice que las gentes de aquellas tierras de Haifa adoraban en
su amplia mayoría al dios pagano Baal. El profeta Elías, que predicaba los
mensajes del Señor, sin recibir demasiadas respuestas de los habitantes, les
propuso que organizaran conjuntamente un sacrificio a la ladera del Monte
Carmelo, cada uno rogando a su respectivo Dios, para invocar la lluvia, ya que
habían estado 3 años de sequía.
En primer lugar lo hicieron los partidarios de Baal, sacrificando un
novillo en medio de oraciones, pero no obtuvieron respuesta.
Inmediatamente Elías y sus
pequeños seguidores cogieron otro novillo y al cabo de pocos instantes cayó
fuego sobre el altar y sonaron grandes truenos. Elías invitó a uno de sus
seguidores para que subiera a la cima de la montaña y desde allí éste le dijo:
"UNA NUBE PEQUEÑA COMO LA PALMA DE LA MANO DE UN HOMBRE SUBE DEL MAR"
De pronto, el cielo se oscureció con nubes y viento, y cayó una lluvia
abundante. Cabe decir que algunos religiosos carmelitas y escritores del siglo
XIV vieron en la mencionada nubecilla la presencia de la Virgen, pero... faltaban unos 900 años para que MARÍA
naciera.
A pesar de ello, en la "nubecilla" vemos un símbolo de la VIRGEN MARÍA, una
auténtica nube que nos sacia en los momentos que más necesitamos.
También en este texto simbolizamos a MARÍA que nos hizo llover al
mismísimo JESUCRISTO, por eso, la liturgia de las Horas de la fiesta del
Carmen, empieza con esta invocación:
"AL SEÑOR DE LA GLORIA,
ADMIRABLE EN LA NUBE DEL CARMELO, VENID ADORÉMOSLE".
El
Carmelo era sin duda, el monte donde numerosos profetas rindieron culto a Dios.
Los principales fueron Elías y su discípulo Eliseo, pero existían también
diferentes personas que se retiraban en las cuevas de la montaña para seguir
una vida eremítica. Esta forma de oración, de penitencia y de austeridad fue
continuada siglos más tarde, concretamente en el III y IV, por hombres
cristianos que siguieron el modelo de Jesucristo y que de alguna forma tuvieron
al mismo profeta Elías como patrón situándose en el valle llamado Wadi-es-Siah.
A
mediados del siglo XII, un grupo de devotos de Tierra Santa procedentes de
Occidente -algunos creen que venían de Italia-, decidieron instalarse en el
mismo valle que sus antecesores y escogieron como patrona a la VIRGEN
MARÍA. Allí construyeron la primera iglesia dedicada a SANTA MARÍA DEL
MONTE CARMELO. Desde su monasterio no quisieron crear una nueva forma de
culto mariano, ni tampoco, el título de la advocación, respondía a una imagen
en especial. Quisieron vivir bajo los aspectos marianos que salían reflejados
en los textos evangélicos: maternidad divina, virginidad, inmaculada
concepción y anunciación. Estos devotos que decidieron vivir en comunidad
bajo la oración y la pobreza, fueron la cuna de la Orden de los Carmelitas, y
su devoción a la VIRGEN permitió que naciera una nueva advocación:
NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN.
LA ORDEN DE LOS CARMELITAS
Aquellos
primeros monjes instalados en el valle del Wadi-es-Siah del Monte Carmelo,
convivieron bajo una primera regla que obtuvo en 1226 la aprobación del
patriarca de Jerusalén, que se llamaba Alberto, y del Papa Honorio III. La
regla subrayaba vigorosamente el carácter de soledad y de huída del mundo del
modelo de vida monástica: los monjes debían vivir en celdas separadas, bajo
obediencia, castidad y pobreza, en silencio, oración, ayuno... Un planteamiento
que se ha mantenido en los rasgos fundamentales de la espiritualidad de la
orden.
En el
mismo siglo XIII muchos monjes huyeron a Chipre, Sicilia, Francia e Inglaterra
a causa de los crecientes peligros de la invasión musulmana, mientras otros,
intentaban sobrevivir en Tierra Santa. Sin embargo, muy pronto, se formó una
corriente en Inglaterra y en otras partes de Occidente que deseaba adaptar la
orden a la realidad occidental, siguiendo el modelo de otras congregaciones
religiosas como los franciscanos y los dominicos. De esta forma, se pretendía
que los carmelitas pudieran abrir conventos en las ciudades y realizar trabajos
pastorales. En 1247 el Papa Inocencio IV aprobó este cambio de estilo de vida,
aunque se abstenían de comer carne y continuaban guardando silencio, llevando
un estilo de pobreza y sobretodo, una gran devoción a la VIRGEN MARÍA.
Este amor mariano les valió a los carmelitas el aprecio de todos los pueblos
donde estaban instalados y el reconocimiento oficial de la Iglesia Católica en
1286 por el Papa Honorio IV.
En el
mismo siglo XIII, uno de los monjes carmelitas, San Simón Stock, recibe de
manos de la mismísima VIRGEN MARÍA el escapulario, el símbolo de dicha
congregación y del que ya hablaré más tarde. Es a partir de entonces cuando
nace la imagen de la advocación de NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN: el Niño
y la Madre aguantando el escapulario, la figura típica de dicha devoción
mariana. En los años 1434-1435, la regla sufrió una serie de cambios que
fueron aprobados por el Papa Eugenio IV y que no gustaron a ciertos sectores de
la orden. Para ellos, la nueva regla suavizaba la observancia más antigua y
forzó a que en el siglo XV, Juan Sorteh (1451-1471) empezara a movilizar un
nuevo movimiento que llevaría en 1593 a la ruptura de la orden carmelitana en
dos bandos. Los principales miembros de esta reforma en España fueron Santa
Teresa de Jesús (1515-1582) y San Juan de la Cruz (1542-1591), dos de los más
grandes ejemplos de la mística cristiana. Para constituir su regla, se apoyaron
básicamente en la que ya fuera aprobada en 1247 sin incluir las posteriores
atenuaciones de 1434-1435. A esta nueva congregación se la llamó Orden de los
Carmelitas Descalzos, mientras que los anteriores, fueron conocidos por la
Orden de los Carmelitas Calzados o de la Antigua Observancia.
AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD
Desde
siempre, los hermanos carmelitas, "calzados o sin calzar" han estado
al servicio de la sociedad desde los más diversos servicios caritativos,
pastorales y misioneros junto a su dimensión espiritual y contemplativa. Visten
hábito marrón con el escapulario y capucha y, en ocasiones solemnes, capa y
capucha de color blanco. Según el libro "La Vida Religiosa de la A a la
Z" de George Schwaiger publicado por Editorial San Pablo en 1998, la
situación en 1996 era la siguiente: los Carmelitas Calzados tenían 361
conventos en todo el mundo con 2.197 miembros, 1434 de ellos sacerdotes,
mientras que los Carmelitas Descalzos poseían 525 conventos con 3.809 miembros,
2.422 de los cuales eran sacerdotes.
La orden
femenina: no podemos olvidar aquí la rama femenina: las carmelitas. La orden
nació en los siglos XIII y XIV, pero no se organizaron como comunidad hasta el
1450 cuando fundaron en Florencia (Italia) el Monasterio de Santa María de los
Ángeles.
Tomado
del ángel de la web
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