(RV).- Impulsar
reconciliación y curación, justicia y misericordia. Tutelar con responsabilidad a
los menores, reconocer con humildad
y reparar las injusticias pasadas. En la víspera de la primera
reunión en Roma – del 6 al 8 de febrero - de todos los miembros de la
Pontificia Comisión para la tutela de menores, se ha hecho pública una Carta del Papa Francisco a
los Presidentes de las Conferencias Episcopales y los Superiores de los
Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Renovando su cercanía a
las víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, con su convicción de
que se debe proseguir haciendo todo lo posible para erradicar de la Iglesia el
flagelo de los abusos de menores y adultos vulnerables, el
Obispo de Roma escribe que la Comisión será un nuevo, válido y eficaz
instrumento para ayudarlo «a animar y promover elcompromiso
de toda la Iglesia en sus diversos ámbitos — Conferencias
Episcopales, diócesis, Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida
Apostólica, etc. — para poner en práctica las actuaciones necesarias para
garantizar la protección de los menores y adultos vulnerables, y dar respuestas de
justicia y misericordia».
Y hace hincapié en que «las
familias deben saber que la Iglesia no escatima esfuerzo alguno para proteger a
sus hijos, y tienen el derecho de dirigirse a ella con plena
confianza, porque es una casa segura. Por tanto, no se podrá dar prioridad a
ningún otro tipo de consideración, de la naturaleza que sea, como, por ejemplo,
el deseo de evitar el escándalo, porque no
hay absolutamente lugar en el ministerio para los que abusan de los menores».
El Santo Padre recomienda que también «se debe vigilar atentamente que se cumpla
plenamente la circular emanada por la Congregación para la Doctrina de la Fe,
el 3 de mayo de 2011, para ayudar a las Conferencias Episcopales en la
preparación de las líneas maestras para tratar los casos de abuso sexual de
menores por parte de clérigos. Es importante que las Conferencias Episcopales
adopten un instrumento para revisar periódicamente las normas y comprobar su
cumplimiento».
Instando a establecer programas de atención pastoral, con
la aportación deservicios
psicológicos y espirituales, el Papa recuerda también la
importancia de programas de educación, formación e instrucción.
«Que el Señor Jesús
infunda en cada uno de nosotros, ministros de la Iglesia, ese
amor y esa predilección por los pequeños que ha caracterizado su presencia
entre los hombres, y que se traduce en una responsabilidad especial respecto al
bien de los menores y adultos vulnerables» - escribe el Papa al terminar su
misiva, con el anhelo de «que María Santísima,
Madre de la ternura, nos ayude a cumplir, con generosidad y rigor, nuestro deber de reconocer
humildemente y reparar las injusticias del pasado, y a ser
siempre fieles a la tarea de proteger a quienes son los predilectos de Jesús.
(CdM – RV)
Texto completo de la Carta del Papa Francisco:
A los Presidentes de las Conferencias Episcopales
y los Superiores de los Institutos de Vida Consagrada
y las Sociedades de Vida Apostólica
En marzo del año pasado instituí
la Pontificia Comisión para la tutela de menores, anunciada ya en diciembre de
2013, con el fin de ofrecer propuestas e iniciativas orientadas a mejorar las
normas y los procedimientos para la protección de todos los menores y adultos
vulnerables, y he llamado a formar parte de dicha Comisión a personas altamente
cualificadas y notorias por sus esfuerzos en este campo.
El siguiente mes de julio, en la
reunión que tuve con algunas personas que han sido objeto de abusos sexuales
por parte de sacerdotes, me sentí conmovido e impresionado por la intensidad de
su sufrimiento y la firmeza de su fe. Esto confirmó una vez más mi
convicción de que se debe continuar haciendo todo lo posible para erradicar de
la Iglesia el flagelo del abuso sexual de menores y adultos vulnerables, y
abrir un camino de reconciliación y curación para quien ha sufrido abusos.
Por estas razones, he añadido el
pasado mes de diciembre nuevos miembros a la Comisión, en representación de las
Iglesias particulares de todo el mundo. Y dentro de pocos días, todos estos
miembros se reunirán en Roma por primera vez.
En este contexto, considero que
la Comisión será un nuevo, válido y eficaz instrumento para ayudarme a animar y
promover el compromiso de toda la Iglesia en sus diversos ámbitos —
Conferencias Episcopales, diócesis, Institutos de Vida Consagrada y Sociedades
de Vida Apostólica, etc. — para poner en práctica las actuaciones necesarias
para garantizar la protección de los menores y adultos vulnerables, y dar
respuestas de justicia y misericordia.
Las familias deben saber que la
Iglesia no escatima esfuerzo alguno para proteger a sus hijos, y tienen el
derecho de dirigirse a ella con plena confianza, porque es una casa segura. Por
tanto, no se podrá dar prioridad a ningún otro tipo de consideración, de la
naturaleza que sea, como, por ejemplo, el deseo de evitar el escándalo, porque
no hay absolutamente lugar en el ministerio para los que abusan de los menores.
También se debe vigilar
atentamente que se cumpla plenamente la circular emanada por la Congregación
para la Doctrina de la Fe, el 3 de mayo de 2011, para ayudar a las Conferencias
Episcopales en la preparación de las líneas maestras para tratar los casos de
abuso sexual de menores por parte de clérigos. Es importante que las
Conferencias Episcopales adopten un instrumento para revisar periódicamente las
normas y comprobar su cumplimiento.
Corresponde al Obispo diocesano
y a los Superiores mayores la tarea de verificar que en las parroquias y en
otras instituciones de la Iglesia se garantice la seguridad de los menores y
los adultos vulnerables. Como expresión del deber de la Iglesia de manifestar
la compasión de Jesús a los que han sufrido abuso sexual, y a sus familias, se
insta a las diócesis y los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de
Vida Apostólica a establecer programas de atención pastoral, que podrán contar
con la aportación de servicios psicológicos y espirituales.
Por todos estos motivos, pido
vuestra colaboración plena y atenta con la Comisión para la tutela de los
menores. La tarea que le he encomendado incluye la asistencia a vosotros y a
vuestras Conferencias, mediante un intercambio mutuo de «praxis virtuosas» y de
programas de educación, formación e instrucción por lo que se refiere a la
respuesta que se ha de dar a los abusos sexuales.
Que el Señor Jesús infunda en
cada uno de nosotros, ministros de la Iglesia, ese amor y esa predilección por
los pequeños que ha caracterizado su presencia entre los hombres, y que se
traduce en una responsabilidad especial respecto al bien de los menores y
adultos vulnerables. Que María Santísima, Madre de la ternura, nos ayude
a cumplir, con generosidad y rigor, nuestro deber de reconocer humildemente y
reparar las injusticias del pasado, y a ser siempre fieles a la tarea de
proteger a quienes son los predilectos de Jesús.
Vaticano, 2 de febrero de 2015
Fiesta de la Presentación del Señor
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