El
SANTO SEPULCRO, o mejor, como dicen los orientales, ANÁSTASIS (RESURRECCIÓN)
encierra la síntesis del mensaje de nuestra salvación y de nuestra fe.
A
través de la VÍA DEL DOLOR que se consumó en el CALVARIO, paso Jesús a la GLORIA
DE LA RESURRECCIÓN.
Hoy
el Señor te ofrece una oportunidad de conversión.
Egeria,
peregrina española de fines del siglo IV, nos narra en su diario o “itinerario
de peregrinación”, como la Iglesia de Jerusalén se movía con su Obispo por
estos alrededores leyendo la Escritura, cantando himnos y salmos y haciendo
oraciones.
Siglos
más tarde surgió la devoción del VÍA CRUCIS.
Se
fijaron lugares conmemorativos de acontecimientos reales – o supuestos tales –
referentes a la PASIÓN.
De
este modo trazaban una VIA. Por ello, en el siglo XVI, se le llamó VIA
DOLOROSA.
Juan
Pascha (+1532) en su “Peregrinación espiritual” fijo las ESTACIONES del VÍA
CRUCIS en el orden que hoy conocemos.
Esta
costumbre la propago en España, Cerdeña, e Italia el Sacerdote holandés
Andricomio (+1585).
Enseguida
el ejercicio del VÍA CRUCIS recibió la aprobación de los Papas, y su difusión,
sobre todo, el Santo Franciscano italiano Leonardo da Porto Mauricio (+1751).
Patrón de las Misiones populares.
Adversas
situaciones históricas impidieron la práctica del VÍA CRUCIS EN JERUSALÉN,
hasta que hacia el año 1880 los Franciscanos restauraron este tradicional
ejercicio.
Tomado
de los Franciscanos de Tierra Santa
Hoy,
como entonces, los Franciscanos de Tierra Santa te acompañamos en este camino
de conversión en el que Cristo se hace presente en medio de nosotros.
Nuestro
propósito es ofrecer un instrumento, no sólo para la oración vocal, sino que
pueda ayudar a la meditación personal, a la reflexión sobre el misterio de la
redención y sobre todo al diálogo intimo con el Señor. Intenta ser un medio
para la oración personal o comunitaria, sobre todo en momentos fuertes en que
la Liturgia nos invita a asociarnos a la Pasión del Señor, por ejemplo en los
viernes de Cuaresma, o el Viernes Santo. El Vía crucis, que aquí proponemos, no
contiene las "estaciones tradicionales", sino las que siguió el Papa
Juan Pablo II por primera vez en 1991 en el Vía crucis que cada año se celebra
el Viernes Santo en el Coliseo romano.
Las
"estaciones" están tomadas de los relatos evangélicos de la Pasión, y
han sido suprimidas las que carecían de referencia bíblica precisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario