PRIMER DEFECTO: JESÚS NO TIENE BUENA MEMORIA
En la
cruz, durante su agonía, Jesús oyó la voz del ladrón a su derecha: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con
tu Reino» (Lc 23, 42). Si hubiera sido yo, le habría contestado: «No te olvidaré, pero tus crímenes tienen
que ser expiados, al menos, con 20 años de purgatorio». Sin embargo Jesús
le responde: «Te aseguro que hoy estarás
conmigo en el paraíso» (Lc 23, 43). Él olvida todos los pecados de aquel
hombre.
Algo
análogo sucede con la pecadora que derramó perfume en sus pies: Jesús no le
pregunta nada sobre su pasado escandaloso, sino que dice simplemente: «Quedan perdonados sus muchos pecados,
porque ha mostrado mucho amor» (Lc 7, 47).
La
parábola del hijo pródigo nos cuenta que éste, de vuelta a la casa paterna,
prepara en su corazón lo que dirá: «Padre,
pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame
como a uno de tus jornaleros» (Lc 15, 1819). Pero cuando el padre lo ve
llegar de lejos, ya lo ha olvidado todo; corre a su encuentro, lo abraza, no le
deja tiempo para pronunciar su discurso, y dice a los siervos, que están
desconcertados: «Traed el mejor vestido
y vestidle, ponedle un anillo en la mano y una s sandalias en los pies. Traed
el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo
mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado» (Lc
15, 22-24).
Jesús no
tiene una memoria como la mía; no sólo perdona, y perdona a todos, sino que
incluso olvida que ha perdonado.
SEGUNDO DEFECTO: JESÚS NO SABE MATEMÁTICAS
Si Jesús
hubiera hecho un examen de matemáticas, quizá lo hubieran suspendido. Lo
demuestra la parábola de la oveja perdida. Un
pastor tenía cien ovejas. Una de ellas se descarría, y él, inmediatamente, va a
buscarla dejando las otras noventa y nueve en el redil. Cuando la encuentra,
carga a la pobre criatura sobre sus hombros (cf. Lc 15, 47).
Para
Jesús, uno equivale a noventa y nueve, ¡y quizá incluso más! ¿Quién aceptaría
esto? Pero su misericordia se extiende de generación en generación…
Cuando se
trata de salvar una oveja descarriada, Jesús no se deja desanimar por ningún
riesgo, por ningún esfuerzo. ¡Contemplemos sus acciones llenas de compasión
cuando se sienta junto al pozo de Jacob y dialoga con la samaritana, o bien
cuando quiere detenerse en casa de Zaqueo! ¡Qué sencillez sin cálculo, qué amor
por los pecadores!
TERCER DEFECTO: JESÚS NO SABE DE LÓGICA
Una mujer que tiene diez dracmas pierde una.
Entonces enciende la lámpara para buscarla. Cuando la encuentra, llama a sus
vecinas y les dice: «Alegraos conmigo,
porque he hallado la dracma que había perdido» (cf. Lc 15, 89).
¡Es realmente ilógico molestar a sus amigas sólo
por una dracma! ¡Y luego hacer una fiesta para celebrar el hallazgo! Y además,
al invitar a sus amigas ¡gasta más de una dracma! Ni diez dracmas serían
suficientes para cubrir los gastos…
Aquí podemos decir de verdad, con las palabras de
Pascal, que «el corazón tiene sus
razones, que la razón no conoce»
Jesús, como conclusión de aquella parábola, desvela
la extraña lógica de su corazón: «Os
digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo
pecador que se convierta» (Lc 15, 10).
CUARTO DEFECTO: JESÚS ES UN AVENTURERO
El
responsable de publicidad de una compañía o el que se presenta como candidato a
las elecciones prepara un programa detallado, con muchas promesas.
Nada semejante
en Jesús. Su propaganda, si se juzga con ojos humanos, está destinada al
fracaso.
Él
promete a quien lo sigue procesos y persecuciones. A sus discípulos, que lo han
dejado todo por Él, no les asegura ni la comida ni el alojamiento, sino sólo
compartir su mismo modo de vida.
A un
escriba deseoso de unirse a los suyos, le responde: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo
del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Mt 8, 20).
El pasaje
evangélico de las bienaventuranzas, verdadero «autorretrato» de Jesús,
aventurero del amor del Padre y de los hermanos, es de principio a fin una
paradoja, aunque estemos acostumbrados a escucharlo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu…,
bienaventurados los que lloran…, bienaventurados los perseguidos por… la
justicia…, bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos,
porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5, 312).
Pero los
discípulos confiaban en aquel aventurero. Desde hace dos mil años y hasta el
fin del mundo no se agota el grupo de los que han seguido a Jesús. Basta mirar
a los santos de todos los tiempos. Muchos de ellos forman parte de aquella
bendita asociación de aventureros. ¡Sin dirección, sin teléfono, sin fax…!
QUINTO DEFECTO: JESÚS NO ENTIENDE NI DE FINANZAS NI DE ECONOMÍA
Recordemos
la parábola de los obreros de la viña: «El
Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de
la mañana a contratar obreros para su viña. Salió luego hacia las nueve y hacia
mediodía y hacia las tres y hacia las cinco.., y los envió a sus viña». Al
atardecer, empezando por los últimos y acabando por los primeros, pagó un
denario a cada uno (cf. Mt 20, 116).
Si Jesús
fuera nombrado administrador de una comunidad o director de empresa, esas
instituciones quebrarían e irían a la bancarrota: ¿cómo es posible pagar a
quien empieza a trabajar a las cinco de la tarde un salario igual al de quien
trabaja desde el alba? ¿Se trata de un despiste, o Jesús ha hecho mal las
cuentas? ¡No! Lo hace a propósito, porque -explica-: «¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo
malo porque yo soy bueno?».
Y NOSOTROS HEMOS CREÍDO EN EL AMOR
Pero preguntémonos:
¿por qué Jesús tiene estos defectos? Porque
es Amor (cf. 1 Jn 4, 16). El amor auténtico no razona, no mide, no levanta
barreras, no calcula, no recuerda las ofensas y no pone condiciones.
Jesús
actúa siempre por amor. Del hogar de la Trinidad Él nos ha traído un amor
grande, infinito, divino, un amor que llega -como dicen los Padres- a la locura
y pone en crisis nuestras medidas humanas.
Cuando
medito sobre este amor mi corazón se llena de felicidad y de paz. Espero que al
final de mi vida el Señor me reciba como al más pequeño de los trabajadores de
su viña, y yo cantaré su misericordia por toda la eternidad, perennemente
admirado de las maravillas que Él reserva a sus elegidos. Me alegraré de ver a
Jesús con sus «defectos», que son, gracias a Dios, incorregibles.
Los Santos
son expertos en este amor sin límites. A menudo en mi vida he pedido a sor
Faustina Kowalska que me haga comprender la Misericordia de Dios. Y cuando
visité Paray-le-Monial, me impresionaron las palabras que Jesús dijo a santa
Margarita María Alacoque: «Si crees,
verás el poder de mi corazón».
Contemplemos
juntos el misterio de este amor misericordioso.
Para
irnos preparando, ya que es casi imposible que todos nos veamos en las
convivencias de Hermandad, valga la reflexión de Monseñor Francois-Xavier
Nguyen van Thuan.
El texto
está extraído del libro Testigos de esperanza de F.X. Nguyen van Thuan,
publicado por la Editorial
Ciudad Nueva en el año 2000.
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