El Papa saluda y bendice en una Plaza
de San Pedro que parecía un mosaico multicolor de paraguas - ANSA
25/03/2015 12:12
Oración del Papa Francisco con miles de peregrinos
invocando el amparo de Jesús, María y José para el Sínodo y las familias
(RV).- En una Plaza de San Pedro que parecía un
mosaico multicolor de paraguas, como explicó en sus palabras en italiano, los
participantes en la audiencia general recibieron una estampita con la Oración
del Santo Padre para invocar la ayuda de la Sagrada Familia en el camino
sinodal de la Iglesia dedicado a la familia, con especial atención a
las más necesitadas y heridas, y «por el bien de todos».
En su catequesis hecha oración, en la
última etapa cuaresmal - en el día en que la Iglesia celebra de
forma solemne la Anunciación, comienzo del misterio de la Encarnación -
el Obispo de Roma pidió que «en todo el mundo se rece por las familias y por el
Sínodo, para que todos tengan conciencia del carácter sagrado e
inviolable de la familia». Y recordó el aniversario de la Encíclica
Evangelium vitae, que san Juan Pablo II firmó el 25 de marzo de 1995.
Repitiendo su exhortación y reiterando la
importancia de la oración,
deseó a los numerosos peregrinos en la Plaza de San Pedro, que su
peregrinación a Roma fortalezca en todos la fe y refuerce, en el amor divino,
los vínculos de cada uno con su familia, con su comunidad eclesial.
CON EL AMPARO DE LA VIRGEN Y ACOMPAÑADOS POR LA
MADRE DE DIOS:
«Queridos hermanos y hermanas, encomendemos a la
protección de la Virgen María a todos los esposos y a todas las familias. Que
la Madre de Dios los ayude a favorecer y promover la familia en la sociedad y
ante los desafíos de nuestro tiempo. ¡Que el Señor les done su gracia y su paz!
La solemnidad de hoy nos recuerda que el Hijo de
Dios, asumiendo nuestra naturaleza, se hizo hombre para salvarnos. Vino al mundo en una familia, está con
nosotros y nos guía en nuestra vida. Tratemos de percibir su
presencia en cada pareja de casados, encada familia. Que su cercanía haga
resplandecer y sostenga nuestra vida, nos ayude a superar las dificultades, sea
fuente de verdadera alegría en sus corazones».
Como es tradicional, el Papa Francisco dio
su bienvenida a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:
«Los recibo con alegría en el día en que la Iglesia
celebra la solemnidad de la Anunciación del Señor. En este misterio percibimos el designio con el cual Dios nos ha hecho
partícipes de su vida inmortal y también la generosa disponibilidad de María,
que ha acogido con fe el anuncio del Ángel. Deseo de corazón a los jóvenes, a
las personas que sufren y a los recién casados que crezcan en la generosa
disponibilidad hacia el Señor, siguiendo el ejemplo de la Virgen Santa».
Debido a la intensa y constante lluvia romana, la
audiencia general del Papa Francisco había empezado, en el Aula Pablo VI, con
su saludo a los enfermos, para luego trasladarse a la Plaza de San Pedro. «No
hay dos audiencias, es una», señaló el Papa dirigiéndose a los enfermos con
afecto y cordialidad y haciendo hincapié en que «el Pueblo de Dios es uno»:
«¡Buenos días!
Están aquí por la lluvia, aquí van a estar más
cómodos y pueden ver la audiencia en las pantallas ¿eh? Y rezar con todos. No
hay dos audiencias. Es una. Una parte allá y otra acá, pero somos todos uno. El Pueblo de Dios es uno, que viene a rezar,
a escuchar la palabra de Dios, la catequesis y va adelante.
Y después de saludarlos personalmente rezó con
ellos el Ave María
¡Cuando
no se gana el pan, se pierde la dignidad!
El Santo Padre dirigió asimismo un llamamiento para
que se tutele la dignidad de los trabajadores, por encima de todo afán de
ganancias económicas saludando a un grupo de la provincia italiana de Vibo
Valentia, que están viviendo una grave situación económica. Y se unió a las
numerosas intervenciones del Obispo, Mons. Luigi Renzo:
«Dirijo un apremiante llamamiento, para que nunca
prevalezca la lógica del provecho, sino la de la solidaridad y de la justicia.
En el centro de toda cuestión, en especial la laboral, debe estar siempre la
persona y su dignidad. ¡Cuando no se gana el pan, se pierde la dignidad! Éste es el drama de nuestro tiempo, en
especial para los jóvenes, que sin trabajo no tienen perspectivas para
el futuro y pueden ser fácil presa de las organizaciones criminales».
(CdM – RV)
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