El Papa se confiesa en la Basílica de San Pedro -
RV
12/03/2015 13:16
El Sacramento de la Reconciliación “hace
presente con especial eficacia el rostro misericordioso de Dios, lo hace
concreto y lo manifiesta continuamente”: fueron las palabras del Papa
al recibir en la mañana de este jueves a los participantes en el curso anual
sobre el Foro Interno, organizado por la Penitenciaria Apostólica, que tiene
como fin pastoral el de ayudar a los nuevos sacerdotes y candidatos al Orden
Sagrado a administrar rectamente el Sacramento de la Reconciliación. El
Pontífice recordó, entre los aplausos de los presentes, que hoy es el 57
aniversario de su ingreso a la vida religiosa.
“No olvidémoslo jamás - insistió el Pontífice - ya
sea como penitentes que como confesores: ¡no existe algún pecado que Dios no
pueda perdonar! ¡Ninguno! Sólo lo que es sustraído a la divina misericordia no
puede ser perdonado, como quien se sustrae al sol no puede ser iluminado ni reconfortado”.
El Obispo de Roma subrayó, a la luz de este
“maravilloso don de Dios”, tres necesidades: “vivir el Sacramento como medio
para educar a la misericordia; dejarse educar por cuanto celebramos; custodiar
la mirada sobrenatural”.
VIVIR EL SACRAMENTO COMO MEDIO PARA EDUCAR A LA
MISERICORDIA
El Papa explicó que vivir el Sacramento como medio
para educar a la misericordia, “significa ayudar a nuestros hermanos a
hacer experiencia de paz y de comprensión humana y cristiana”.
“La confesión no debe ser una 'tortura', sino que
todos deberían salir del confesionario con la felicidad en el corazón, con el
rostro radiante de esperanza, aunque a veces – lo sabemos – mojado por las
lágrimas de la conversión y de la alegría que de ella deriva”.
Francisco precisó que el Sacramento y los actos del
penitente no implica que este se transforme en un pesante interrogatorio,
fastidioso e invasivo, sino que al contrario “debe ser un encuentro liberador
y rico de humanidad, a través del cual poder educar a la misericordia, que no
excluye, es más, incluye también el justo compromiso de reparar, en lo posible,
el mal cometido”.
DEJARSE EDUCAR POR LO QUE CELEBRAMOS
¡Déjense educar por el Sacramento de la
Reconciliación! Dijo el Pontífice dirigiéndose a los confesores. “¡Cuántas
veces nos sucede que escuchamos confesiones que nos edifican! Hermanos y
hermanas que viven una auténtica comunión personal y eclesial con el Señor y un
amor sincero por los hermanos”. Y destacó cuánto se puede aprender de
la conversión y del arrepentimiento de nuestros hermanos. “Ellos
nos empujan – constató - a hacer también nosotros un examen de conciencia”:
“¿Yo sacerdote, amo así al Señor como esta viejita?
¿Yo sacerdote, que he sido hecho ministro de su misericordia, soy capaz de
tener la misericordia que hay en el corazón de este penitente? ¿Yo confesor,
estoy disponible al cambio, a la conversión como este penitente, del cual he
sido puesto al servicio?”
TENER SIEMPRE LA MIRADA INTERIOR DIRIGIDA AL CIELO,
A LO SOBRENATURAL
Finalmente, la tercera necesidad: “tener
siempre la mirada interior dirigida al Cielo, al sobrenatural”. Francisco
destacó la necesidad de reavivar la conciencia de que nadie está puesto en este
ministerio por el propio merito, competencias teológicas y jurídicas, trato
humano y psicológico sino que “somos ministros de la reconciliación por pura
gracia de Dios, gratuitamente y por amor, es más, precisamente por misericordia”.
“Somos ministros de la misericordia gracias a la
misericordia de Dios, no debemos jamás perder esta mirada sobrenatural, que nos
hace de verdad humildes, acogedores y misericordiosos hacia cada hermano y
hermana que pide confesarse”.
Y explicó que “por esto la Iglesia está llamada a iniciar
a sus miembros – sacerdotes, religiosos y laicos – en el ‘arte del
acompañamiento’, para que todos aprendan siempre a sacarse las sandalias ante
la tierra sagrada del otro”. Cada fiel penitente que se acerca al confesionario
es ‘tierra sagrada’ para ‘cultivar’ con dedicación, cuidado y atención
pastoral”.
Con el deseo de aprovechar este tiempo cuaresmal
para la conversión personal y la escucha generosa de las confesiones, para que
el pueblo de Dios pueda llegar purificado a la fiesta de Pascua, el Papa los
invitó a confiarse a la intercesión de María, Madre de la Misericordia y
Refugio de los pecadores y les impartió su Bendición Apostólica.
(MCM-RV)
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