1.
Se crea
un lazo de amor entre nuestra alma y la Tercera Persona de la Santísima
Trinidad.
2.
Un
aumento notable de todas nuestras devociones, especialmente a la Sagrada
Eucaristía, al Corazón de Jesús y a la Santísima Virgen.
3.
Una
seguridad de recibir en el alma más inspiraciones del Espíritu Santo y la
fuerza para ponerlas en práctica.
4.
Procurar, de una manera excelente, la gloria
de Dios, trabajando cada día en hacer conocer y amar al Santificador de las
almas.
5.
Trabajar muy especialmente por el advenimiento
del Reinado de Dios en el mundo por la acción del Espíritu vivificante.
6.
Ser
verdadera y prácticamente Apóstol del Espíritu Santo.
7.
Atraer sobre el alma auxilios espirituales del
Espíritu Santo; más íntima unión con Dios por medio del Santificador; mayor
progreso en la oración mental; más consuelo, y hasta alegría, en la hora de la
muerte después de tan sublime apostolado.
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