ías y noches; en especial mi muerte y todo lo que deba acompañarla, mis últimas tentaciones, mis últimos dolores y mi última agonía.
Todo esto, Madre y Señora mía, lo uno para siempre e irrevocablemente a tu amor, a tus lágrimas, a tus sufrimientos.
Y si algo ves en mí que aún no sea tuyo, tómalo
enseguida, te lo ruego, y hazte dueña absoluta de todos mis haberes, para
destruir y desarraigar en mi todo lo que desagrade a Dios, y plantar y producir
todo lo que le guste.
Juntamente te ofrezco y consagro todo lo que amo, a los Sacerdotes y pecadores y especial las almas de los que particularmente estoy obligado a rogar.
Madre y Señora mía dulcísima, acuérdate de este tu pequeño hijo de la consagración que te hace de sí, de todo lo suyo.
Y si algún día, vencido por el sufrimiento o el cansancio, la perturbación o el delirio, me olvidase de ti, entonces Madre y Señora, te pido y te suplico:
¡NO ME DEJES, MADRE MIA!
Acuérdate que soy tuyo, que te pertenezco totalmente.
Juntamente te ofrezco y consagro todo lo que amo, a los Sacerdotes y pecadores y especial las almas de los que particularmente estoy obligado a rogar.
Madre y Señora mía dulcísima, acuérdate de este tu pequeño hijo de la consagración que te hace de sí, de todo lo suyo.
Y si algún día, vencido por el sufrimiento o el cansancio, la perturbación o el delirio, me olvidase de ti, entonces Madre y Señora, te pido y te suplico:
¡NO ME DEJES, MADRE MIA!
Acuérdate que soy tuyo, que te pertenezco totalmente.
Te lo pido y suplico por el amor que tienes a Jesús,
por sus llagas, por su costado abierto. Protégeme como
hijo y como servidor, y no me abandones hasta que este contigo
en la Gloria bendiciendo a Dios.
POR JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR…. AMÉN
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