“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO:
LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN:
PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA,
TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO,
Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…".
"ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN;
NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA.
¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE?
¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO?
¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA?
¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?.
QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …”
Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.
sábado, 18 de mayo de 2013
¿QUÉ ES PENTECOSTÉS? La Venida del Espíritu Santo.
Una festividad cristiana que data del siglo primero y
estaba muy estrechamente relacionada con la Pascua
Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y
tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23
15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de
Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al
término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una
fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón,
pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a
nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía
un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero
pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho
de la alianza y el don de la ley.
En el marco de esta fiesta judía, el libro de los
Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A
partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta
cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168).
(Vocabulario Bíblico de la Biblia de América) Comisión Nacional de Pastoral Bíblica
PENTECOSTÉS, algo más que la venida del espíritu...
La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más
importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la
fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza
en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.
Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia,
esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la
Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de
Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca
formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la
cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio. Por
lo tanto no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas que es la
Pascua.
En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma
y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque
lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los fieles que aún tienen esta
visión parcial, lo que lleva a empobrecer su contenido.
Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el
segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos
tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la
Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.
Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de
Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la
Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará
presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e
impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.
Culminar con una vigilia:
Entre las muchas actividades que se preparan para esta
fiesta, se encuentran, las ya tradicionales, Vigilias de Pentecostés que, bien
pensadas y lo suficientemente preparadas, pueden ser experiencias profundas y
significativas para quienes participan en ellas.
Una vigilia, que significa “Noche en vela” porque se
desarrolla de noche, es un acto litúrgico, una importante celebración de un
grupo o una comunidad que vigila y reflexiona en oración mientras la población
duerme. Se trata de estar despiertos durante la noche a la espera de la luz del
día de una fiesta importante, en este caso Pentecostés. En ella se comparten, a
la luz de la Palabra de Dios, experiencias, testimonios y vivencias. Todo en un
ambiente de acogida y respeto.
Es importante tener presente que la lectura de la
Sagrada Escritura, las oraciones, los cantos, los gestos, los símbolos, la luz,
las imágenes, los colores, la celebración de la Eucaristía y la participación
de la asamblea son elementos claves de una Vigilia.
En el caso de Pentecostés centramos la atención en el
Espíritu Santo prometido por Jesús en reiteradas ocasiones y, ésta vigilia,
puede llegar a ser muy atrayente, especialmente para los jóvenes, precisamente
por el clima de oración, de alegría y fiesta.
Algo que nunca debiera estar ausente en una Vigilia de
Pentecostés son los dones y los frutos del Espíritu Santo. A través de diversas
formas y distintos recursos (lenguas de fuego, palomas, carteles, voces
grabadas, tarjetas, pegatinas, etc.) debemos destacarlos y hacer que la gente
los tenga presente, los asimile y los haga vida.
No sacamos nada con mencionarlos sólo para esta fiesta,
o escribirlos en hermosas tarjetas, o en lenguas de fuego hechas en cartulinas
fosforescentes, si no reconocemos que nuestro actuar diario está bajo la acción
del Espíritu y de los frutos que vayamos produciendo.
Invoquemos, una vez más, al Espíritu Santo para que nos
regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos haga fieles testigos de
Jesucristo, nuestro Señor. catholic.net
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