Octubre 25 de 1988
"...Los invito a consagrarse
a mi Corazón Inmaculado. Deseo que ustedes se consagren personalmente, como familias y como parroquias, de tal modo que
todos ustedes le pertenezcan a Dios a través de mis manos... Yo no quiero nada
para mí, sino todo por la salvación de sus almas. Satanás es fuerte
y, por tanto, queridos hijitos, ustedes, por medio de la oración constante,
apriétense fuertemente a mi corazón maternal.
Gracias por haber respondido a mi
llamado!"
El acto
de Consagración, es un momento en la vida de cada ser humano, en el que
voluntariamente, ofrece todo su ser y sus circunstancias, a la Madre de Dios y
Madre Nuestra, la Santísima. Virgen María, para que a través de Ella lleguemos
a Jesús nuestro Salvador.
CONSAGRAR, SIGNIFICA HACER SAGRADO ALGO.
Al
ofrecer nuestra vida a la Santísima Virgen y colocarla en su Inmaculado
Corazón, hacemos una promesa de pertenencia de por vida, y esta promesa se hace
sagrada y perpetua.
¿QUÉ HARÁ MARÍA, CON NUESTRA
ENTREGA?
Con
nuestras vidas y todo lo que ellas incluyen bajo su protección podremos
vivir tranquilos, sabiendo que la Bendita entre todas, la Bienaventurada ante
los ojos de Dios, se encarga a partir de nuestra consagración de organizar
nuestras vidas, de manera que lleguemos lo antes posible al destino de la
santidad y salvación de nuestras almas, y la salvación y santidad de nuestros
seres queridos.
Jesús no
detendrá mucho tiempo su mirada en esta ofrenda, más bien perdido de amor en
los ojos de Su Madre, le concederá a la Omnipotencia Suplicante lo que está
solicitando en favor de la salvación de este hijo por el cual intercede.
Ella es
la mejor evangelizadora, la mejor catequista, la mejor formadora. No se
detendrá en este camino de cambio espiritual.
Y aunque
nosotros podamos olvidar la promesa sagrada que hicimos de entregarnos todos a
Ella, Ella nunca nos abandonará ni olvidará lo que prometió en el
momento de nuestra consagración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario