ORACIÓN INICIAL
Oh Virgen
de Guadalupe, Madre de Dios y Madre nuestra, que te dignaste hablar a tu siervo
Juan Diego con estas tiernas palabras: “Hijito mío, que no se turbe tu
corazón... No temas... ¿No estoy aquí Yo que soy tu Madre? ¡No estás acaso bajo
mi protección y amparo?” Llenos, pues de confianza con estas palabras
venimos hoy a tus plantas para pedirte que nos concedas todas las gracias
que necesitamos y que deseamos obtener de tu bondad en esta novena.
REFLEXIÓN
Nuestra
Señora de Guadalupe no sólo nos invitó por medio de Juan Diego a
convertirnos al único Dios verdadero y a pertenecer a la religión de Cristo
sino que también, sirviéndose del mismo Juan Diego, nos pide que le
levantemos un Templo en el mismo lugar de su aparición: “Deseo vivamente,
le dice la Virgen, que se me erija aquí un templo”... El Templo que pide
la Virgen es ciertamente un Templo material y nuestro pueblo se lo ha levantado
muchas veces, no solamente en el lugar que Ella señala sino en todos los
pueblos de nuestra Patria; sin embargo, el Templo que Ella desea
sobre todo, como constantemente nos enseñan nuestros Obispos y
Sacerdotes, es un Templo espiritual, aquél que es fruto de la fe y de una vida
profundamente cristiana, ya que sin éste, el primero no tendría ningún
valor. Y nosotros ¿se lo hemos construido a nuestra Madre en nuestro
corazón? Meditémoslo.
ACLAMACIONES A LA VIRGEN DE
GUADALUPE
Aclamemos con amor a nuestra
Madre de Guadalupe pidiéndole también su ayuda:
-Bendita seas, oh Virgen de
Guadalupe, porque nos regalaste tu propia imagen y quisiste quedarte con
nosotros para ser nuestro modelo y conducirnos a Cristo, Camino, Verdad y Vida
para todos los hombres.- Ave María.
-Bendita seas, oh Virgen de
Guadalupe, porque quisiste quedarte en medio de nosotros para demostrarnos todo
tu amor y compasión y ser nuestro auxilio y defensa en todas nuestras
necesidades.- Ave María.
-Bendita seas, oh Virgen de
Guadalupe, porque quisiste quedarte con nosotros para ser nuestra piadosa
Madre, oír nuestros lamentos y remediar todas nuestras miserias, penas y
dolores.- Ave María.
SÚPLICA FINAL
Oh Virgen
de Guadalupe, “Madre del verdadero Dios por quien se vive”, aquí estamos a tus
pies para recordarte una vez más la gran promesa que hiciste a tu siervo Juan
Diego de escuchar siempre nuestras súplicas y remediar todas nuestras
necesidades. Te rogamos pues, Madre nuestra, que seamos fieles a nuestra
fe y la vivamos; que en cada uno de nosotros reine siempre
Cristo y lo sigamos; que haya paz en nuestras familias;
que puedan ver la eficacia de tu misericordia todos los que,
en medio de sus sufrimientos, se encomiendan a Ti; que
imitemos fielmente todas tus virtudes; que crezca constantemente nuestro amor y
confianza en Ti; y que, por fin, nos alcances de Dios lo que especialmente
queremos conseguir de tu bondad en esta novena. Así sea.
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