ORACIÓN INICIAL
Oh Virgen
de Guadalupe, Madre de Dios y Madre nuestra, que te dignaste hablar a tu siervo
Juan Diego con estas tiernas palabras: “Hijito mío, que no se turbe tu
corazón... No temas... ¿No estoy aquí Yo que soy tu Madre? ¡No estás acaso bajo
mi protección y amparo?” Llenos, pues de confianza con estas palabras
venimos hoy a tus plantas para pedirte que nos concedas todas las gracias
que necesitamos y que deseamos obtener de tu bondad en esta novena.
REFLEXIÓN
Después
de haber explicado la Santísima Virgen a Juan Diego la finalidad del
Templo que pedía se le levantara en el lugar en que se le apareció, siguió
hablándole y le dijo:
“Para
realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del Obispo de México
y le dirás cómo Yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo: que
aquí en el llano me edifique un Templo; le contarás
puntualmente cuanto has visto y admirado, y
lo que has oído. Ten por seguro que lo agradeceré y
lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás
mucho que yo recompense el trabajo y
fatiga con que vas a procurar lo que te
encomiendo”.
De
esta manera la Virgen por medio de Juan Diego nos recordaba las
enseñanzas del Evangelio de que nuestra vida la debemos poner totalmente al
servicio de Dios y del prójimo, aunque a veces nos resulte muy molesto, pues
nada de lo que realicemos por El quedará sin recompensa. Meditémoslo.
ACLAMACIONES A LA VIRGEN DE
GUADALUPE
Aclamemos con amor a nuestra
Madre de Guadalupe pidiéndole también su ayuda:
-Bendita seas, oh Virgen de
Guadalupe, porque nos regalaste tu propia imagen y quisiste quedarte con
nosotros para ser nuestro modelo y conducirnos a Cristo, Camino, Verdad y Vida
para todos los hombres.- Ave María.
-Bendita seas, oh Virgen de
Guadalupe, porque quisiste quedarte en medio de nosotros para demostrarnos todo
tu amor y compasión y ser nuestro auxilio y defensa en todas nuestras
necesidades.- Ave María.
-Bendita seas, oh Virgen de
Guadalupe, porque quisiste quedarte con nosotros para ser nuestra piadosa
Madre, oír nuestros lamentos y remediar todas nuestras miserias, penas y
dolores.- Ave María.
SÚPLICA FINAL
Oh Virgen
de Guadalupe, “Madre del verdadero Dios por quien se vive”, aquí estamos a tus
pies para recordarte una vez más la gran promesa que hiciste a tu siervo Juan
Diego de escuchar siempre nuestras súplicas y remediar todas nuestras
necesidades. Te rogamos pues, Madre nuestra, que seamos fieles a nuestra
fe y la vivamos; que en cada uno de nosotros reine siempre
Cristo y lo sigamos; que haya paz en nuestras familias;
que puedan ver la eficacia de tu misericordia todos los que,
en medio de sus sufrimientos, se encomiendan a Ti; que
imitemos fielmente todas tus virtudes; que crezca constantemente nuestro amor y
confianza en Ti; y que, por fin, nos alcances de Dios lo que especialmente
queremos conseguir de tu bondad en esta novena. Así sea.
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