(RV).-
(con audio) Invocar siempre al Espíritu Santo, rezándole y pidiéndole
el don de la piedad para crecer siempre en la relación y en la comunión
con Dios y poder derramar su amor también sobre los demás,
reconociéndolos como hermanos. También en sus palabras a los miles de
peregrinos de tantas partes del mundo - en la audiencia general que
precede la solemnidad de Pentecostés - el Papa Francisco reiteró que la
‘piedad’ es el don del Espíritu Santo que nos permite vivir con alegría y
gratitud la relación de amor y de amistad con Dios nuestro Padre, que
nos donó Jesús. Y alentó a todos a pedir al Señor el don de la piedad,
para que podamos permanecer siempre firmes en el testimonio alegre de
nuestra fe cristiana, ante los desafíos y dificultades de la vida.
Y
con un recuerdo especial de San Juan Pablo II, saludando a los
peregrinos polacos, el Papa Francisco se dirigió en particular a los
jóvenes que se reúnen anualmente en Lednica, donde el año 966 el primer
rey polaco Mieszko I fue bautizado y con su bautismo Polonia se
convirtió en un país cristiano:
«Hoy, en particular, me
dirijo a los jóvenes que se reúnen en Lednica, en las fuentes
bautismales de Polonia, para renovar su adhesión a Cristo y a la
Iglesia. Este año desean profundizar y vivir el misterio de la filiación
divina de Jesús y - en Él - de todos aquellos que, por el Bautismo,
participan en su vida, muerte y resurrección. Desean reflexionar sobre
lo que significa ser hijos de Dios y experimentar su amor. Desean vivir
este amor con el fin de testimoniarlo a los demás.
Nuestra
filiación es fidelidad, es gratitud, es participación. Es fidelidad al
amor de Dios que nos ha amado primero, nos ha creado y nos ha dado a
su Hijo unigénito, Jesucristo. Es gratitud por su misericordia paterna,
la alegría que nos abre los ojos y los corazones a la presencia, la
bondad y la belleza de los hermanos. Es participación en el amor del
Padre y del Hijo en el Espíritu Santo, que nos lleva a compartir las
alegrías y las tristezas, la felicidad y el sufrimiento, la prosperidad y
la adversidad.
¡Queridos jóvenes, sean valientes!
Respondan con entusiasmo al amor de Dios, como hijos amados; respondan
con confianza cuando regresen al Padre misericordioso como hijos
pródigos. Alégrense siempre por la gracia de ser hijos de Dios y lleven
esta alegría al mundo.
San Juan Pablo II, que hace
dieciocho años comenzó este camino de Lednica con ustedes, los guíe y
obtenga todas las gracias necesarias para que sus jóvenes vidas sean
plenas y generosas.
Los encomiendo a la protección materna de la Virgen María y los bendigo de corazón».
El
Obispo de Roma saludó también, entre otros, a los peregrinos que
participarán en la peregrinación a pie que cada año se realiza desde la
ciudad italiana de Macerata al Santuario de la Virgen de Loreto, que
llevaron a la Plaza de San Pedro la antorcha de la paz, que acompaña
esta peregrinación, durante el camino nocturno, que se desarrolla por
cerca de 26 km entre las colinas de Le Marche, para que el Papa la
bendiga.
Y como es tradicional, el Santo Padre dirigió también
unas palabras especiales a los jóvenes, a los enfermos y a los recién
casados. Alentando a prepararse a la solemnidad de Pentecostés, a los
queridos jóvenes los invitó a dar espacio a la iniciativa del Espíritu
de Dios en sus vidas. A los queridos enfermos les deseó que el Espíritu
Santo les conceda con abundancia los dones de la fortaleza y de la
piedad. Y a los queridos recién casados, en particular a los que
participan en el encuentro promovido por el Movimiento de los Focolares,
los invitó a que invoquen a menudo al Espíritu Santo en su vida
conyugal.
(CdM – RV)
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO:
LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN:
PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA,
TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO,
Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…".
"ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN;
NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA.
¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE?
¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO?
¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA?
¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?.
QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …”
Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.
jueves, 5 de junio de 2014
Pedir al Señor el don de su Espíritu y ser testimonios alegres de su amor, invitó el Papa, con un recuerdo especial de San Juan Pablo II
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