¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO: LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN: PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA, TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO, Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…". "ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA. ¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?. QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …” Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.

viernes, 27 de junio de 2014

Cada uno de ustedes lleva a los enfermos un poco del amor del Corazón de Cristo, y lo hace con competencia y profesionalidad ... Texto completo:


(RV).- El cardenal Angelo Scola leyó la homilía que Papa Francisco había preparado para la misa del Sagrado Corazón en el Hospital Gemelli de Roma, a la que no pudo asistir por una imprevista indisposición. 

Texto completo:

«El Señor se enamoró de ustedes y los eligió» (Dt 7,7).

Dios se ha unido a nosotros, nos ha elegido, y esta unión es para siempre, no tanto porque nosotros somos fieles, sino porque el Señor es fiel y soporta nuestras infidelidades, nuestra lentitud, nuestras caídas.

Dios no tiene miedo de ligarse a nosotros. Esto puede parecernos extraño: a veces llamamos a Dios “el Absoluto”, que significa literalmente “libre, independiente, ilimitado”; pero en realidad, nuestro Padre es ‘absoluto’ siempre y sólo en el amor: por amor estrecha alianzas con Abraham, Isaac, Jacob, y así sucesivamente. Ama los vínculos, crea vínculos; vínculos que liberan, no fuerzan.

Con el salmo hemos repetido, «el amor del Señor permanece para siempre» (cf. Sal 103). En cambio de nosotros, hombres y mujeres, otro salmo afirma: «ha desaparecido la lealtad entre los hombres» (cf. Sal 12,2). Hoy, en particular, la lealtad es un valor en crisis porque somos inducidos a buscar siempre el cambio, una supuesta novedad, negociando las raíces de nuestra existencia, de nuestra fe. Sin fidelidad a sus raíces, sin embargo, una sociedad no avanza: puede hacer grandes progresos técnicos, pero no un progreso integral de todo el hombre y de todos los hombres.

El amor fiel de Dios por su pueblo se ha manifestado y realizado plenamente en Jesucristo, el cual, para honrar la unión entre Dios y su pueblo, se convirtió en nuestro esclavo, se despojó de su gloria y asumió la forma de siervo. En su amor no se dio por vencido de frente a nuestra ingratitud ni siquiera ante el rechazo. Nos lo recuerda San Pablo: «Si somos infieles, él - Jesús – permanece fiel, porque no puede renegar de sí mismo» (2 Tim. 2,13). Jesús permanece fiel, no traiciona jamás: incluso cuando nos equivocamos, Él nos espera siempre para perdonarnos: es el rostro misericordioso del Padre.

Este amor, esta fidelidad del Señor manifiesta la humildad de su corazón: Jesús no ha venido a conquistar a los hombres como los reyes y los poderosos de este mundo, sino ha venido a ofrecer amor con mansedumbre y humildad. Así se definió a Sí mismo: “aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29). Y el sentido de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, que celebramos hoy, es aquel de descubrir siempre más y de dejarnos envolver por la fidelidad humilde y la mansedumbre del amor de Cristo, revelación de la misericordia del Padre. Podemos experimentar y saborear la ternura de este amor en cada etapa de la vida: en el tiempo de la alegría y en aquel de la tristeza, en el tiempo de la salud y en aquel de la debilidad y enfermedad.

La fidelidad de Dios nos enseña a acoger la vida como un acontecimiento de su amor y nos permite testimoniar este amor a los hermanos en un servicio humilde y manso. Esto es lo que están llamados a hacer, especialmente los médicos y el personal paramédico en este Policlínico, que pertenece a la Universidad Católica del Sagrado Corazón. Aquí, cada uno de ustedes lleva a los enfermos un poco del amor del Corazón de Cristo, y lo hace con competencia y profesionalidad. Esto significa permanecer fiel a los valores fundacionales que el Padre Gemelli coloca a la base de la Universidad de los católicos italianos, para conjugar la investigación científica iluminada por la fe y la preparación de cualificados profesionales cristianos.

Queridos hermanos, en Cristo contemplamos la fidelidad de Dios. Cada gesto, cada palabra de Jesús revela el amor misericordioso y fiel del Padre. Y entonces ante Él nos preguntamos: ¿cómo es mi amor por el prójimo? ¿Puedo ser fiel? ¿O en cambio soy voluble, sigo mis estados de ánimo y mis simpatías? Cada uno de nosotros puede responder en la propia conciencia. Pero por encima de todo podemos decir al Señor: Señor Jesús, haz mi corazón cada vez más similar al tuyo, lleno de amor y fidelidad. 


(Traducción Griselda Mutual- RV)

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