¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO: LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN: PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA, TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO, Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…". "ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA. ¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?. QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …” Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.

domingo, 1 de junio de 2014

Partir, como Jesús regresa al Padre y como envía a sus discípulos a partir hacia el mundo, Francisco en la oración del Regina Coeli en la Ascensión...Texto de la alocución del Papa antes de rezar el Regina Coeli:


(RV).- RealAudioMP3 “Ir” o mejor “partir” es la palabra clave de la fiesta de hoy, afirmó el Obispo de Roma en su reflexión previa a la oración mariana Regina Coeli, refiriéndose a la Ascensión de Jesús. “Jesús parte hacia el Padre y manda a sus discípulos a partir hacia el mundo.”

No se trata de una separación, porque Jesús permanece con nosotros en una forma nueva, dijo Francisco a los fieles y peregrinos en la plaza del Santuario de san Pedro en Roma. Y con la Ascensión el Señor resucitado atrae nuestra atención hacia el Cielo, para mostrarnos que la meta de nuestro camino es el Padre.

“Aunque no lo vemos con los ojos él está”, dijo el Papa. Permanece presente y operante con el poder y los dones del Espíritu Santo, junto a cada uno de nosotros. Explicó que Jesús nos acompaña, nos guía, nos toma de la mano y nos levanta cuando caemos. Jesús resucitado está cerca de los cristianos perseguidos y discriminados y de cada hombre y mujer que sufre.

Seguidamente el Sucesor de Pedro manifestó que Jesús esta presente también mediante la Iglesia, que prolonga su misión. Su última palabra es un mandato preciso, no facultativo, de partir: “Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos”. Por eso, insistió “la comunidad cristiana es una comunidad “en salida”, “en partida”. También las comunidades de clausura, también los ancianos y enfermos, con la oración y la unión con las llagas de Jesús.

El Vicario de Cristo concluyo aseverando que con Jesús también nos acompaña María, después de haber dicho que “sin la presencia del Señor y la fuerza de su Espíritu, nuestro trabajo, aunque esté bien organizado, resulta ineficaz”.

(jesuita Guillermo Ortiz- RV).


Texto de la alocución del Papa antes de rezar el Regina Coeli:
RealAudioMP3 Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy en Italia y en otros países, se celebra la Ascensión de Jesús al Cielo, que se produjo cuarenta días después de la Pascua. Los Hechos de los Apóstoles relatan este episodio, la separación final del Señor Jesús de sus discípulos y de este mundo (Cfr. Hch 1, 2.9). En cambio, el Evangelio de Mateo, refiere el mandato de Jesús a los discípulos: la invitación a ir, a partir para anunciar a todos su mensaje de salvación (Cfr. Mt 28, 16-20). “Ir”, o mejor, “partir” se convierte en la palabra clave de la fiesta de hoy: Jesús parte hacia el Padre y manda a los discípulos que partan hacia el mundo.

Jesús parte, asciende al Cielo, es decir, regresa al Padre de quien había sido enviado al mundo. Hizo su trabajo, y regresa al Padre. Pero no se trata de una separación, porque Él permanece para siempre con nosotros, en una forma nueva. Con su Ascensión, el Señor resucitado atrae la mirada de los Apóstoles – y también nuestra mirada – a las alturas del Cielo para mostrarnos que la meta de nuestro camino es el Padre.

Él mismo había dicho, que se habría ido para prepararnos un lugar en el Cielo.

Sin embargo, Jesús permanece presente y operante en las vicisitudes de la historia humana con la potencia y los dones de su Espíritu; está junto a cada uno de nosotros: incluso si no lo vemos con los ojos, ¡Él está! Nos acompaña, nos guía, nos toma de la mano y nos levanta cuando caemos. Jesús resucitado está cerca de los cristianos perseguidos y discriminados; está cerca de cada hombre y mujer que sufre. ¡Está cerca de todos nosotros! También hoy, está aquí con nosotros en la Plaza. ¡El Señor está con nosotros! ¿Ustedes creen esto?

Digámoslo juntos: ¡El Señor está con nosotros! Todos: ¡El Señor está con nosotros! Otra vez: ¡El Señor está con nosotros!

Y Jesús, cuando va al Cielo, le lleva al Padre un regalo. ¿Pensaron en esto? ¿Cuál es el regalo que Jesús lleva al Padre? Sus llagas. Este es el regalo que Jesús lleva al Padre. Su cuerpo es bellísimo, sin las heridas de la flagelación, no, todo hermoso, pero, ha conservado las llagas. Y cuando va al Padre, le dice al Padre: Mira Padre, éste es el precio del perdón que tú das. Y cuando el Padre mira las llagas de Jesús, nos perdona siempre. No porque nosotros somos buenos, no. Porque Él ha pagado por nosotros. Mirando las llagas de Jesús el Padre se vuelve más misericordioso, más grande, ¡eh! Y este es el gran trabajo que hace Jesús hoy en el Cielo. Hacer ver al Padre el precio del perdón, sus llagas. ¡Qué cosa bella esta eh! No tengas miedo de pedir perdón. Él siempre perdona. ¡No tengas miedo! Porque Él mira las llagas de Jesús, mira nuestro pecado, y lo perdona.

Jesús también está presente mediante la Iglesia, a la que Él ha enviado a prolongar su misión. La última palabra de Jesús a los discípulos es la orden de partir: “Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes” (Mt 28, 19). Es un mandato preciso, ¡no es facultativo! La comunidad cristiana es una comunidad “en salida”, una comunidad “en partida”. Es más: la Iglesia ha nacido “en salida”. Y ustedes me dirán: ¿pero y las comunidades de clausura? Sí, también ellas, porque están siempre “en salida” con la oración, con el corazón abierto al mundo, a los horizontes de Dios. ¿Y los ancianos, los enfermos? También ellos, con la oración y la unión a las llagas de Jesús.

A sus discípulos misioneros Jesús les dice: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (v. 20). Solos, sin Jesús, ¡no podemos hacer nada! En la obra apostólica no bastan nuestras fuerzas, nuestros recursos, nuestras estructuras, si bien son necesarias. Pero no bastan. Sin la presencia del Señor y la fuerza de su Espíritu nuestro trabajo, aun si bien organizado, resulta ineficaz.

Y así vamos a decir a la gente quién es Jesús. Pero yo no quisiera que ustedes se olviden del regalo que Jesús ha llevado al Padre. ¿Cuál es el regalo? Las llagas. Así. Porque con estas llagas hace ver al Padre el precio de su perdón.

Junto a Jesús nos acompaña María, nuestra Madre. Ella ya está en la casa del Padre, es Reina del Cielo y así la invocamos en este tiempo; pero como Jesús está con nosotros, es la Madre de nuestra esperanza.


(Traducción de María Fernanda Bernasconi – RV).

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