2014-07-20
Desde
hace 25 años la Cáritas de la diócesis de Roma trabaja con personas
con SIDA. Al principio fue difícil, había un gran temor y las personas
infectadas tenían pocos lugares a los que ir. Abrieron una casa en Villa Glori,
uno de los mejores barrios de Roma. No es tanto un centro médico sino una casa
a la que pueden llamar hogar.
MASSIMO
RAIMONDI
Director,
Hogar Villa Glori
"Hablaban
mal de nosotros. Los vecinos no nos querían aquí. Había miedo antes y todavía
hay un poco de miedo ahora. Al principio fue un poco difícil, también había
miedo entre los que trabajábamos aquí”.
Massimo
Raimondi se hizo voluntario hace 20 años. Entonces la atención era muy básica y
se centraba en una casa en la que los enfermos pudieran morir con dignidad.
Algunos fallecían en pocos meses por el avance de la enfermedad. Con la mejora
de los tratamientos, las personas contagiadas cada vez vivían más, el
centro cambió su enfoque y se convirtió en un hogar.
Ahora
atiende a 26 residentes. La mayoría tuvieron problemas con las drogas en el
pasado y no tienen a dónde ir. El principal objetivo de Cáritas es ser una
familia para estas personas.
MASSIMO
RAIMONDI
Director,
Hogar Villa Glori
"Una
de las patologías más comunes es la depresión, que crea importantes problemas
psiquiátricos. Creemos que esta enfermedad se puede combatir con algo más que
con fármacos: con cariño, con el respeto a las personas y cariño”.
La misión
de este centro es apoyar a las personas y, como en cualquier familia,
acompañarles durante el tratamiento. Para los enfermos esta es su casa,
pero no reciben aquí tratamiento médico y psicológico. Deben salir del centro
para relacionarse también con otras personas.
En los
últimos cuatro años el centro ha buscado expandirse poco a poco. Hace poco una
familia del vecindario les hizo una generosa donación con la que reformaron una
casa de campo. También ayudaron los residentes.
MASSIMO
RAIMONDI
Director,
Hogar Villa Glori
"No
porque no encontráramos a nadie que hiciera este trabajo, sino porque era
importante que ellos ocuparan su tiempo y que sintieran este lugar como algo
suyo, como su casa”.
Esta
capilla era antes un edificio en ruinas. Ahora es parte del nuevo proyecto. El
Papa Francisco apoyó esta iniciativa donando la campana. En septiembre los
residentes se trasladarán a un nuevo pabellón, lo que permitirá que tres
personas más entren en esta gran familia.
Una vez
se hayan instalado, su antigua casa se convertirá en un centro de día para
personas con Alzheimer.
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