2014-07-16
Se
cumplen 100 años del conflicto que puso fin a la Belle Époque, al siglo
XIX y a tres imperios: el Austro-Húngaro, el Otomano y el Prusiano.
El Papa
que vivió la Primera Guerra Mundial fue Benedicto XV, un pontífice que
buscó la paz y fue olvidado por la Historia pero no por la Iglesia.
P.
BERNARD ARDURA
Presidente,
Pontificio Comité Ciencias Históricas
"Benedicto
XV es un Papa desconocido, casi olvidado y fue Benedicto XVI quien lo recordó,
por lo que ha explicado él mismo: quiso tomar el nombre de San Benito, patrón
de Europa, pero también el de Benedicto XV, que fue un artífice de paz”.
En un
mundo exacerbado por los nacionalismos, este Papa quiso poner cordura entre los
combatientes e hizo numerosos llamamientos a la paz. También en su
primera encíclica, "Ad beatissimi Apostolorum”.
P.
BERNARD ARDURA
Presidente,
Pontificio Comité Ciencias Históricas
"Está
centrada en la paz, en la necesidad de la paz, en el beneficio de la paz y
también en el deber de cultivar la paz, promover la paz y, sobre todo, evitar
motivos para el conflicto. Es también un llamamiento a la justicia porque
justicia y paz van unidas. Una paz injusta es la promesa de una guerra”.
Fue algo
sobre lo que advirtió Benedicto XV y que después, tristemente, se convirtió en
realidad. El tratado de Versalles, que puso fin a la I Guerra Mundial,
no fue más que el germen de la II.
Consciente
de lo que suponía una paz justa, de la mano de Benedicto XV el Vaticano
no permaneció neutral.
P.
BERNARD ARDURA
Presidente,
Pontificio Comité Ciencias Históricas
"No
se queda fuera del conflicto. Por eso propone elementos para poner en marcha un
camino para la paz que comporta el cese simultáneo de la ofensiva y después un
desarme coordinado de las partes; obviamente no se escuchó al Papa”.
Y aunque
el mundo hizo oidos sordos, Benedicto XV no dejó de trabajar por la paz. Fue
uno de los artífices de la llamada tregua de Navidad, un breve alto el
fuego entre alemanes y británicos en el frente durante la Navidad de 1914. La
noche del 24 de diciembre el odio y la violencia dejaron paso a los villancicos
y a la decoración navideña en las trincheras.
Benedicto
XV fue un auténtico Pontífice, un puente entre pueblos reconocido más allá del
orbe cristiano. Incluso en Turquía, un monumento honra su memoria recordándolo
como un padre común "sin distinción de nacionalidad o religión, y un
bienhechor de los pueblos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario