2016-07-29
El parque Blonia fue el escenario del emotivo Via
Crucis de la JMJ que estuvo presidido por el Papa Francisco.
Cada estación fue acompañada de una creativa presentación. Por ejemplo
la tercera, con este ballet que representa la primera caída de Cristo al son
del clásico Miserere Mei Deus de Gregorio Allegri.
O esta escena, la sexta estación: Un ballet en el que la Verónica limpia
el rostro de Cristo.
En la décima esta espectacular representación explica el momento en que
Cristo es despojado de sus vestiduras.
Jóvenes de todo el mundo cargaron con la cruz de la JMJ. Algunos
eran refugiado sirios. Otros no habían tenido un hogar
en su vida. Otros tenían algún tipo de discapacidad. También la
llevaron algunas religiosas como las Misioneras de la Caridad de Madre Teresa.
Se pidió por los enfermos, por los pobres, por quienes sufren la
tragedia de la emigración forzosa como los refugiados de Grecia o Lampedusa.
Los jóvenes también rezaron para poder construir juntos un mundo distinto.
El Papa en un fuerte discurso explicó que aunque no hay respuestas humanas para muchas preguntas, Dios está con los
que sufren. Precisamente saludó a unos jóvenes que saben mucho
de eso, los peregrinos sirios.
FRANCISCO
"En
esta tarde, Jesús y nosotros con él abraza con especial amor a nuestros
hermanos sirios, que huyeron de la guerra. Los saludamos y acogemos con amor
fraternal y simpatía”.
Dijo que el signo distintivo de un auténtico cristiano su actitud de
servicio a Cristo a través de los perseguidos, necesitados o enfermos.
FRANCISCO
"Nuestra
credibilidad como cristianos depende del modo en que acogemos a los marginados
que están heridos en el cuerpo y al pecador herido en el alma. No en las ideas,
está ahí”.
Con palabras contundentes recordó a los jóvenes que la Humanidad
necesita a personas comprometidas con los más pobres y débiles. Y advirtió de que lo contrario sería renegar del propio
Cristo.
FRANCISCO
"Ante
el mal, el sufrimiento, el pecado, la única respuesta posible para el discípulo
de Jesús es el don de sí mismo, incluso de la vida, a imitación de Cristo; es
la actitud de servicio. Si uno, que se dice cristiano, no vive para servir, no
sirve para vivir. Con su vida reniega de Jesucristo”.
Por último, el Papa les invitó a que sigan el camino de la Cruz, que no
es para masoquistas sino para aquellos que quieren sembrar esperanza en el
mundo.
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