Aunque
llegó un poco antes de lo previsto al Santuario de la Divina Misericordia ya lo
esperaban cientos de personas.
El Papa
Francisco hizo una breve pero significativa visita al lugar desde el que se
expandió por el mundo la devoción de la Divina Misericordia.
Rezó
unos instantes en silencio delante de la tumba de Santa Faustina Kowalska y de
la imagen de la Divina Misericordia que la religiosa polaca describió a partir de
sus visiones.
En
presencia de las hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, la
congregación de Santa Faustina, firmó el libro de honor del santuario, en el
que escribió "Misericordia quiero y no sacrificios”.
Después rezó un Avemaría.
Y se
trasladó así en papamóvil a la parte nueva del santuario. Desde su terraza
saludó a cientos de jóvenes que le esperaban desde hacía horas en el llamado
"prado de las confesiones”. Francisco les pidió que nunca
se alejen de Cristo.
FRANCISCO
"Nunca nos alejemos de Jesús aunque
pensemos que por nuestros pecados o nuestras faltas somos lo peor. Así nos
prefiere él, así su misericordia se derrama”.
Cinco
pequeños con discapacidad ofrecieron al Papa unos regalos. Y tras este tierno
encuentro, Francisco cruzó la puerta de la Divina Misericordia.
Y se
sentó en el confesionario para repartirla escuchando y confesando a cinco
jóvenes de distintas partes del mundo.
Antes de
marcharse bendijo un cuadro de la Divina Misericordia, y como no podía ser de
otra forma, pidió a los peregrinos que no se olvidaran de rezar por él.
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