1 de
noviembre: Solemnidad de Todos los Santos
01/11/2015 10:50
(Radio
Vaticana).- En la fiesta de Todos los Santos, Francisco dijo que “sentimos
particularmente viva la realidad de la comunión de los santos, nuestra gran
familia, formada por todos los miembros de la Iglesia”, refiriéndose tanto a
los que somos todavía peregrinos en la tierra como a aquellos que ya la han
dejado por el Cielo.
El
obispo de Roma se refirió a características esenciales de los santos: “ellos
son personas que pertenecen totalmente a Dios”. Apoyándose en la imagen del
libro del Apocalísis, que habla del “sello de Dios” (cfr 7,2-4.9-14), dijo que
“los santos pertenecen a Dios en modo pleno y exclusivo, son una propiedad.
Y preguntó si recordamos que en el Bautismo hemos recibido el “sello” de
nuestro Padre celeste y nos hemos transformado en sus hijos, para explicar
después que “los santos que hoy recordamos son precisamente aquellos que han
vivido en la gracia de su Bautismo, han conservado íntegro el “sello”
comportándose como hijos de Dios, tratando de imitar a Jesús”.
El
Sucesor de Pedro explicó como segunda característica, que los santos son
ejemplos para imitar. Tanto los canonizados como los “de la puerta al lado”
que, con la gracia de Dios se han esforzado por practicar el Evangelio en su
vida ordinaria. Dijo que “imitar sus gestos de amor y de misericordia es un
poco como perpetuar su presencia en este mundo… estos gestos evangélicos son
los únicos que resisten a la destrucción de la muerte: un acto de ternura, una
ayuda generosa, un tiempo dedicado a escuchar, una visita, una palabra buena,
una sonrisa… Ante nuestros ojos estos gestos pueden parecer insignificantes,
pero a los ojos de Dios son eternos, porque el amor y la compasión son más
fuertes que la muerte”.
Francisco
pidió que “la Virgen María, Reina de Todos los Santos, nos ayude a confiarnos
más de la gracia de Dios, para caminar con impulso en el camino de la
santidad”, pidió que le confiáramos nuestro compromiso cotidiano, y le roguemos
por nuestros queridos difuntos, “en la íntima esperanza de reencontrarnos un
día, todos juntos, en la comunión gloriosa del Cielo”. jesuita Guillermo Ortiz,
RADIO VATICANA
Síntesis
TRADUCCIÓN
AL ESPAÑOL DEL TEXTO COMPLETO ORIGINAL ITALIANO: Cecilia Mutual - RADIO VATICANA
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días y buena fiesta!
En
la celebración de hoy, fiesta de Todos los Santos, sentimos particularmente
viva la realidad de la comunión de los santos, nuestra gran familia, formada
por todos los miembros de la Iglesia, ya sea los que somos todavía peregrinos
en la tierra, como aquellos inmensamente más, que ya la han dejado y se han ido
al Cielo. Estamos todos unidos, todos, y esto se llama la comunión de los
santos, es decir, la comunidad de todos los bautizados.
En
la liturgia, el Libro del Apocalipsis se refiere una característica esencial de
los santos, y dice así: ellos son personas que pertenecen totalmente a Dios.
Los presenta como una multitud inmensa de “elegidos”, vestidos de blanco y
marcados por el “sello de Dios” (cfr 7,2-4.9-14). Mediante este último
particular, con lenguaje alegórico se subraya que los santos pertenecen a Dios
en modo pleno y exclusivo, son su propiedad. Y ¿qué significa llevar el sello
de Dios en la propia vida y en la propia persona? Nos lo dice también el
apóstol Juan: significa que en Jesucristo nos hemos transformado verdaderamente
en los hijos de Dios (cfr 1 Jn 3,1-3).
¿Somos
conscientes de este gran don? ¡Todos nosotros, hijos de Dios! ¿Recordamos que
en el Bautismo hemos recibido el “sello” de nuestro Padre celeste y nos hemos
transformado en sus hijos? Para decirlo en modo simple: ¡llevamos el apellido
de Dios! Nuestro apellido es Dios, porque somos hijos de Dios. ¡Aquí está la
raíz de la vocación a la santidad! Y los santos que hoy recordamos son
precisamente aquellos que han vivido en la gracia de su Bautismo, han
conservado íntegro el “sello” comportándose como hijos de Dios, tratando de
imitar a Jesús; y ahora han alcanzado la meta, porque finalmente “ven a Dios
así como Él es”.
Una
segunda característica propia de los santos es que son ejemplos para imitar.
Pero prestemos atención, no solamente aquellos canonizados, sino
también los santos, por así decir, “de la puerta al lado” que con la
gracia de Dios, se han esforzado por practicar el Evangelio en su vida
ordinaria. No están canonizados. De estos santos hemos encontrado tantos
también nosotros; quizás hemos tenido alguno en familia, o bien entre los
amigos y los conocidos. Debemos estarles agradecidos, y sobre todo debemos
estar agradecidos a Dios que nos los ha dado, que nos los puso cerca, como
ejemplos vivos y contagiosos del modo de vivir y de morir en la fidelidad al
Señor Jesús y a su Evangelio. Pero, ¡cuánta gente buena hemos conocido en la
vida! Y conocemos. Y nosotros decimos: “esta persona es un santo”. Lo decimos,
nos viene espontáneamente. Estos son los santos de “la puerta al lado”,
aquellos no canonizados pero que viven con nosotros.
Imitar
sus gestos de amor y de misericordia es un poco como perpetuar su presencia en
este mundo. Y, en efecto, aquellos gestos evangélicos son los únicos que
resisten a la destrucción de la muerte: un acto de ternura, una ayuda generosa,
un tiempo dedicado a escuchar, una visita, una palabra buena, una sonrisa… Ante
nuestros ojos estos gestos pueden parecer insignificantes, pero a los ojos de
Dios son eternos, porque el amor y la compasión son más fuertes que la muerte.
La
Virgen María, Reina de Todos los Santos, nos ayude a confiarnos más de la
gracia de Dios, para caminar con impulso en el camino de la santidad. A nuestra
Madre confiamos nuestro compromiso cotidiano, y le rogamos también por nuestros
queridos difuntos, en la íntima esperanza de reencontrarnos un día, todos
juntos, en la comunión gloriosa del Cielo.
LLAMAMIENTO
POR LA DOLOROSA SITUACIÓN DE REPÚBLICA CENTROAFRICANA: ABRIRÁ LA PUERTA SANTA
DE LA CATEDRAL DE BANGUI
Los
dolorosos episodios que en estos últimos días han intensificado la delicada
situación de la República Centroafricana, suscitan en mi ánimo viva preocupación.
Hago un llamado a las partes involucradas para que se ponga fin a este ciclo de
violencias. Estoy espiritualmente cercano a los Padres Combonianos de la
parroquia Nuestra Señora de Fátima en Bangui, que acogen numerosos refugiados.
Expreso mi solidaridad a la Iglesia, a las otras confesiones religiosas y a la
entera nación Centroafricana, tan duramente extenuada mientras realizan todo
tipo de esfuerzo para superar las divisiones y retomar el camino de la paz.
Para manifestar la cercanía orante de toda la Iglesia a esta nación tan
afligida y atormentada y exhortar a todos los centroafricanos a ser siempre más
testigos de misericordia y de reconciliación, el domingo 29 de noviembre tengo
intención de abrir la puerta santa de la catedral de Bangui, durante el Viaje
Apostólico que espero poder realizar a aquella nación.
PALABRAS
DEL PAPA DESPUÉS DE LA ORACIÓN DEL ÁNGELUS
BEATA
LA MADRE TERESA CASINI, VISITA AL CEMENTARIO CAMPO VERANO CON CELEBRACIÓN DE LA
EUCARISTÍA
Queridos
hermanos y hermanas, ayer, en Frascati, ha sido proclamada Beata la Madre
Teresa Casini, fundadora de las Hermanas Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús.
Mujer contemplativa y misionera, hizo de su vida una oblación de oración y de
caridad concreta en sostén de los sacerdotes. Agradecemos al Señor por su
testimonio.
Saludos
a todos ustedes peregrinos, procedentes de Italia y de tantos países; en
particular, aquellos de Malasia y de Valencia (España).
Saludo
a los participantes en la Carrera de los Santos y en la Marcha de los Santos,
promovidas respectivamente por la Fundación “Don Bosco en el mundo” y por la
Asociación “Familia Pequeña Iglesia”. Aprecio estas manifestaciones que ofrecen
una dimensión de fiesta popular a la celebración de Todos los Santos. Saludo
además a la Coral de San Cataldo, a los jóvenes de Ruvo de Puglia y
aquellos de Papanice.
Esta
tarde iré al Cementerio del Verano, en donde celebraré la Santa Misa en
sufragio de los difuntos. Visitando el principal cementerio de Roma, me uno
espiritualmente a quienes en estos días van a rezar a las tumbas de sus seres
queridos, en todas partes del mundo.
A
todos les deseo paz y serenidad en la compañía espiritual de los Santos. ¡Feliz
domingo! Y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y
hasta pronto!
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