El Papa besa a un niño antes de impartir su
catequesis en la Plaza de san Pedro - AFP
04/11/2015 12:11
(RV).- “La familia es un gran gimnasio para entrenarse al
don del perdón recíproco sin el cual ningún amor puede durar en el tiempo”,
dijo el Papa en la catequesis del miércoles 4 de noviembre.
A partir del recientemente concluido sínodo sobre
la familia, “evento de gracia” que ha reflexionado sobre la misión de la
familia en la vida de la Iglesia y la sociedad contemporánea, el Obispo de Roma
impartió su catequesis con la mirada puesta en la familia como ámbito para
aprender a vivir el don del perdón recíproco.
«Queridos hermanos y hermanas: la Asamblea del
Sínodo de los Obispos ha terminado hace poco y me ha entregado un texto, que
aún debo meditar. Pero, entretanto, la vida continúa, sobre todo la vida de las
familias. Hoy quisiera centrarme en la familia como ámbito para aprender a
vivir el don y el perdón recíproco, sin el cual ningún amor puede ser duradero.
Lo rezamos siempre en el Padre Nuestro: Perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden».
Con las oración que nos enseñó Jesús, el Sucesor
del Apóstol Pedro nos alentó a “reconstruir inmediatamente los hilos que
rompemos y a recordar lo que comenta Jesús al final de su enseñanza: “Si
ustedes perdonan a los demás las ofensas, su padre del cielo los perdonará a
ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a
ustedes”. “Si aprendemos a pedir disculpas de inmediato, y a donarnos el perdón
recíproco, las heridas se sanan, el matrimonio se fortalece y la familia se
vuelve una casa más sólida”.
«No se puede vivir sin perdonarse, o al menos no se
puede vivir bien, especialmente en familia. Todos los días de una u otra manera
nos hacemos daño. Pero lo que se nos pide es curar inmediatamente las heridas
que nos causamos y restaurar los vínculos que se han dañado. Si esperamos
demasiado, todo es más difícil. Y hay un remedio muy simple: no dejar que
termine el día sin pedir disculpas, sin hacer las paces, de los padres entre sí
y de los padres con los hijos, también entre los hermanos. Y para esto no hace
falta un gran discurso, basta una palmada y ya está. De esta manera el
matrimonio y la familia se hacen una casa más sólida, resistente a nuestras
pequeñas y grandes fechorías».
UNA ENSEÑANZA PARA LA VIDA
Por otra parte, Francisco señaló que “si
aprendemos a vivir de este modo en la familia, lo hacemos también fuera de
ella, en donde sea que nos encontremos”. Aunque muchos entre los cristianos,
piensan que es exageración, observó, que son “bellas palabras pero difíciles de
poner en práctica”, gracias a Dios no es así: “de hecho recibiendo el perdón de
Dios, somos capaces de perdonar a los demás”; éste es el motivo por el que
Jesús nos hace repetir estas palabras cada vez que rezamos el Padrenuestro.
Por eso “es indispensable que en una sociedad a veces despiadada haya
lugares, como la familia, en donde aprender a perdonarse los unos a los otros”.
«El Sínodo ha visto en la capacidad de perdonar y
perdonarse no sólo una manera de evitar las divisiones en familia, sino también
una aportación a la sociedad, para que sea menos malvada y cruel. Ciertamente,
las familias cristianas pueden hacer mucho por la sociedad y por la Iglesia.
Por eso deseo que en el Jubileo Extraordinario de la Misericordia las familias
descubran de nuevo el tesoro del perdón recíproco».
CADA GESTO DE PERDÓN REPARA LA CASA DE LAS GRIETAS
Y FORTALECE SUS MUROS
Concluyendo su catequesis en italiano el Papa
aseguró a las familias cristianas que “si son capaces de caminar siempre más
decididamente sobre el camino de las bienaventuranzas, aprendiendo y enseñando
a perdonarse recíprocamente, en toda la gran familia de la Iglesia crecerá la
capacidad de dar testimonio de la fuerza renovadora del perdón de Dios”; y
saludando finalmente a los peregrinos de lengua española, pidió a la Virgen
María que nos ayude a vivir cada vez más “las experiencias del perdón y de la
reconciliación”.
(GM - RV)
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