DÍA PRIMERO, 29 DE NOVIEMBRE
Por la señal de la Santa Cruz…
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío
Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Ante vuestra divina presencia reconozco
que he pecado muchas veces y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de
haberos ofendido. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo no volver a caer
más, confesarme y cumplir la penitencia que el confesor me imponga. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
El mismo Espíritu Santo, que formó a la Virgen María
como nueva criatura, para que de ella, inundada del rocío celestial,
naciera Jesucristo, tu Hijo, el fruto de la salvación, santifique ahora,
Señor, nuestros dones. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén
MARÍA, NUEVA EVA
LECTURA BÍBLICA GÉNESIS 3, 1-6, 13-15
Pero la
serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera el Señor Dios,
dijo a la mujer: “Conque os ha mandado Dios que no comáis de los árboles todos
del paraíso? Y respondió la mujer a la serpiente: “Del fruto de los árboles del
paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso no ha dicho
Dios: “No comáis de él, ni lo toquéis
siquiera, no vayáis a morir”. Y dijo la serpiente a la mujer: “No, no
moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y
seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”. Vio, pues, la mujer que el
árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por
él sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio también de él a su marido, que
también con ella comió.
Dijo,
pues, el Señor Dios a la mujer: “¿Por qué has hecho eso?” Y contestó la mujer:
“La serpiente me engañó y comí”. Dijo luego el Señor Dios a la serpiente:
“Por
haber hecho esto, maldita serás entre todos los ganados
Y entre
todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre tu pecho
Y comerás
el polvo todo el tiempo de tu vida. Pongo perpetua enemistad entre ti y la
mujer y entre tu linaje y el suyo;
Este te
aplastará la cabeza y tú le acecharás el calcañal”.
Palabra
de Dios… Te alabamos Señor
CONSIDERACIONES
María,
Madre del Verbo encarnado, está situada en el centro mismo de aquella “enemistad”,
de aquella lucha que acompaña la historia de la humanidad en la tierra y la
historia misma de la salvación.
En este
lugar ella, que pertenece a los “humildes y pobres del Señor”, lleva en sí,
como ningún otro entre los seres humanos, aquella “gloria de la gracia” que el
Padre “nos agració en el Amado”, y esta gracia determina la extraordinaria
grandeza y belleza de todo su ser. María permanece así ante Dios, y también
ante la humanidad entera, como el signo inmutable e inviolable de la elección
por parte de Dios, de la que habla la Carta paulina: “Nos ha elegido en Él (Cristo)
antes de la fundación del mundo, … eligiéndonos de antemano para ser sus hijos
adoptivos” (Ef 1, 4.5).
Esta
elección es más fuerte que toda experiencia del mal y del pecado, de toda
aquella “enemistad” con la que ha sido marcada la historia del hombre. En esta
historia María sigue siendo una señal de esperanza segura.
ORACIÓN FINAL
Rezar
tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad, y luego
pide lo que por intercesión de la INMACULADA CONCEPCIÓN deseas conseguir de la
Novena.
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa, Oh Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, Madre Mía
ORACIÓN
Os rogamos, Señor Dios, que nos concedáis a vuestros siervos gozar de continua
salud de alma y cuerpo; y que por la intercesión de la siempre Virgen Santa
María, seamos libres de las tristezas de esta vida y gocemos de las eternas
alegrías del cielo.
Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Para
concluir, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente
oración:
ORACIÓN
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu
Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo.
NOVENA A
LA INMACULADA CONCEPCIÓN
DÍA SEGUNDO, 30 DE NOVIEMBRE
Por la señal de la Santa Cruz…
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Ante vuestra divina
presencia reconozco que he pecado muchas veces y porque os amo sobre todas las
cosas, me pesa de haberos ofendido. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo
no volver a caer más, confesarme y cumplir la penitencia que el confesor me
imponga. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
Dios todopoderoso, que, según lo anunciaste por el Ángel,
has querido que tu Hijo se encarnara en el seno de María, la Virgen,
escucha nuestras súplicas y haz que sintamos la protección de María
los que la proclamamos verdadera Madre de Dios.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén
MARÍA, LLENA DE GRACIA
LECTURA BÍBLICA LUCAS 1, 26-33
En el mes
sexto fue enviado el Ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea
llamada Nazaret, a una Virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa
de David; el nombre de la Virgen era María. Y presentándose a ella, le dijo:
Salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas
palabras y discurría qué podría significar aquella salutación. El Ángel le
dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás
en tu seno y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. El será
grande y llamado Hijo del Altísimo y le dará el Señor Dios el trono de David,
su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá
fin. Palabra del Señor… Gloria a tí
Señor Jesús
CONSIDERACIONES
Cuando
leemos que el mensajero dice a María “llena de gracia”, el contexto
evangélico, en el que confluyen revelaciones y promesas antiguas, nos da a
entender que se trata de una bendición singular entre todas las “bendiciones
espirituales en Cristo”.
En el
misterio de Cristo María está presente ya “antes de la creación del mundo”
como aquella que el Padre “ha elegido” como Madre de su Hijo
en la Encarnación, y junto con el Padre la ha elegido el Hijo, confiándola
eternamente al Espíritu de Santidad. María está unida a Cristo de un modo
totalmente especial y excepcional, e igualmente es amada en este “Amado” eternamente,
en este Hijo consustancial al Padre, en el que se concentra toda “la
gloria de la gracia”.
A la vez,
ella está y sigue abierta perfectamente a este “don de lo alto” (cf.
Santiago 1, 17). Como enseña el Concilio Vatiacano II, María “sobre sale entre los
humildes y pobres del Señor, que de Él esperan con confianza la salvación”.
ORACIÓN FINAL
Rezar tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima
Trinidad, y luego pide lo que por intercesión de la INMACULADA CONCEPCIÓN
deseas conseguir de la Novena.
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa, Oh Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, Madre Mía
ORACIÓN
Os rogamos, Señor Dios, que nos concedáis a vuestros siervos gozar de
continua salud de alma y cuerpo; y que por la intercesión de la siempre Virgen Santa
María, seamos libres de las tristezas de esta vida y gocemos de las eternas
alegrías del cielo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Para
concluir, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente
oración:
ORACIÓN
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu
Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo.
NOVENA A
LA INMACULADA CONCEPCIÓN
DÍA TERCERO, 1º DE DICIEMBRE
Por la señal de la Santa Cruz…
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Ante vuestra divina
presencia reconozco que he pecado muchas veces y porque os amo sobre todas las
cosas, me pesa de haberos ofendido. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo
no volver a caer más, confesarme y cumplir la penitencia que el confesor me
imponga. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
Oh Dios, que enviaste a tu Hijo, Palabra de Salvación y Pan de Vida,
desde el cielo al seno de la Santa Virgen, concédenos recibir a Cristo
como Ella, conservando sus Palabras en el corazón, y celebrando con fe sus
Misterios. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
MARÍA, SIERVA DEL SEÑOR
LECTURA BÍBLICA
SAN LUCAS 1, 34-38
Dijo
María al Ángel:
¿Cómo
podrá ser esto, pues yo no conozco varón?
El Ángel
le contestó y dijo:
“El
Espíritu Santo vendrá sobre Ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su
sombra, y por esto el Hijo engendrado será Santo, será llamado Hijo de Dios.
E Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya
el mes sexto de la que era estéril, porque nada
hay imposible para Dios”.
Dijo
María: He aquí a la sierva del Señor;
hágase en Mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel.
Palabra
del Señor Dios. Gloria a Ti Señor Jesús
CONSIDERACIONES
En
efecto, en la Anunciación María se ha abandonado en Dios completamente,
manifestando “la obediencia de la fe”
a aquel que le hablaba a través de su mensajero y prestando “el homenaje del entendimiento y de la
voluntad”. Ha respondido, por tanto, con todo su “Yo” humano, femenino, y en esta respuesta de Fe estaban contenidas
una cooperación perfecta con “la gracia
de Dios que previene y socorre” y una disponibilidad perfecta a la acción
del Espíritu Santo, que, “perfecciona
constantemente la Fe por medio de sus dones”.
La
palabra del Dios viviente, anunciada a María por el Ángel, se refería a ella
misma “vas a concebir en el seno y vas a
dar a Luz un Hijo” (Lucas 1, 31).
Acogiendo
este anuncio, María se convertiría en la “Madre
del Señor” y en ella se realizaría el misterio divino de la Encarnación: “El Padre de las misericordias quiso que
precediera a la Encarnación la aceptación de parte de la Madre predestinada”.
Y María da este consentimiento, después de haber escuchado todas las palabras
del mensajero. Dice: “He aquí la esclava
del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1, 38).
Este fiat de María —“hágase en mí”— ha decidido,
desde el punto de vista humano, la realización del misterio divino. Se da una plena consonancia con
las Palabras del Hijo que, según la Carta a los Hebreos, al venir al mundo dice
al Padre: “Sacrificio y oblación no
quisiste; pero me has formado un cuerpo … He aquí que vengo … a hacer, oh Dios,
Tu Voluntad” (Hebreos 10, 5-7).
El
misterio de la Encarnación se ha realizado en el momento en el cual María ha
pronunciado su fiat “Hágase en mí según
tu Palabra”, haciendo posible, en cuanto concernía a ella según el designio
divino,
el
cumplimiento del deseo de su Hijo.
ORACIÓN FINAL
Rezar tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima
Trinidad, y luego pide lo que por intercesión de la INMACULADA CONCEPCIÓN
deseas conseguir de la Novena.
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa, Oh Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, Madre Mía
ORACIÓN
Os rogamos, Señor Dios, que nos concedáis a vuestros siervos gozar de
continua salud de alma y cuerpo; y que por la intercesión de la siempre Virgen
Santa María, seamos libres de las tristezas de esta vida y gocemos de las
eternas alegrías del cielo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Para
concluir, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente
oración:
ORACIÓN
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu
Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo.
NOVENA A
LA INMACULADA CONCEPCIÓN
DÍA CUARTO, 2 DE DICIEMBRE
Por la señal de la Santa Cruz…
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Ante vuestra divina
presencia reconozco que he pecado muchas veces y porque os amo sobre todas las
cosas, me pesa de haberos ofendido. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo
no volver a caer más, confesarme y cumplir la penitencia que el confesor me imponga.
Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
Oh Dios, Salvador de los hombres, que, por medio de la bienaventurada
Virgen María, Arca de la Nueva Alianza,
llevaste la salvación y el gozo a la casa de Isabel,
concédenos ser dóciles a la inspiración del Espíritu
para poder llevar a Cristo a los hermanos
y proclamar Tu Grandeza con nuestras alabanzas
y la Santidad de nuestras costumbres.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
MARÍA, BENDITA ENTRE LAS MUJERES
LECTURA BÍBLICA
SAN LUCAS 1, 39-44
En
aquellos días se puso María en camino y con presteza
fue a la
montaña, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías
y saludó a Isabel. Así que oyó Isabel el saludo de María, exultó
el niño en su seno e Isabel se llenó del Espíritu Santo, y clamó con fuerte voz:
¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de
tu vientre!
¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
Porque así que sonó la voz de tu salutación en mis
oídos,
exultó de gozo el niño en mi seno.
Palabra
del Señor… Gloria a ti Señor Jesús
CONSIDERACIONES
Poco
después de la narración de la Anunciación, el Evangelista San Lucas nos guía
tras los pasos de la Virgen de Nazaret hacia “una ciudad de Judá”
(Lucas 1, 39). Según los estudiosos esta ciudad debería ser la actual
Ain-Karim, situada entre las montañas, no distante de Jerusalén. María llegó
allí “con prontitud” para visitar a
Isabel su pariente.
El motivo
de la visita se halla también en el hecho de que, durante la Anunciación, el
Arcángel Gabriel había nombrado de modo significativo a Isabel, que en edad
avanzada había concebido de su marido Zacarías un hijo, por el poder de Dios:
“Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un
hijo
en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella
que llamaban estéril, PORQUE NINGUNA COSA ES IMPOSIBLE A DIOS”
(Lucas 1,
36-37).
El
mensajero divino se había referido a cuanto había acontecido en Isabel, para
responder a la pregunta de María:
“Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” (Lucas 1, 34). Esto sucederá
precisamente por el “Poder del Altísimo”,
como y
más aún que en el caso de Isabel.
Así pues
María, movida por la caridad, se dirige a la casa de su pariente. Cuando entra,
Isabel, al responder a su saludo y sintiendo saltar de gozo al niño en su seno, “llena del Espíritu Santo”, a su vez
saluda a María en alta voz: “Bendita Tú
entre las mujeres y Bendito el fruto de tu seno” (cf. Lucas 1, 40-42).
Esta
exclamación o aclamación de Isabel entraría posterior mente en el Ave María,
como una continuación del saludo del Ángel, convirtiéndose así en una de las
plegarias más frecuentes de la Iglesia. Pero más significativas son todavía las
palabras de Isabel en la pregunta que sigue: “¿de dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a mí?” (Lucas 1,
43). Isabel da testimonio de María:
reconoce y proclama que ante ella está la Madre del Señor, la Madre del Mesías.
De este testimonio participa también el hijo que Isabel lleva en su seno: “saltó de gozo el niño en su seno”
(Lucas 1, 44).
El niño es
el futuro Juan el Bautista, que en el Jordán señalará en Jesús al Mesías.
ORACIÓN FINAL
Rezar tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima
Trinidad, y luego pide lo que por intercesión de la INMACULADA CONCEPCIÓN
deseas conseguir de la Novena.
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa, Oh Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, Madre Mía
ORACIÓN
Os rogamos, Señor Dios, que nos concedáis a vuestros siervos gozar de
continua salud de alma y cuerpo; y que por la intercesión de la siempre Virgen
Santa María, seamos libres de las tristezas de esta vida y gocemos de las
eternas alegrías del cielo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Para
concluir, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente
oración:
ORACIÓN
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu
Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo.
QUINTO DÍA 4 DE DICIEMBRE
ORACIÓN
Padre santo, Dios eterno, que quisiste poner el trono real de tu
Sabiduría en Santa María Virgen, ilumina a tu Iglesia con la luz de la Palabra
de vida, para que resplandezca con la fuerza de la verdad
y alcance gozosa el pleno conocimiento de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
LA FE DE MARÍA
LECTURA BÍBLICA LUCAS 1, 45-56
[E Isabel
exclamó:]
Dichosa
la que ha creído que se cumplirá lo que se le ha dicho de parte del Señor.
Dijo
María:
"Mi
alma engrandece al Señor y exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador,
porque ha mirado la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones me
llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi maravillas el Poderoso, cuyo
nombre es santo. Su misericordia se derrama de generación en generación sobre
los que le temen. Desplegó el poder de su brazo y dispersó a los que se engríen
con los pensamientos de su corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y
ensalzó a los humildes. A los hambrientos los llenó de bienes, y a los ricos
los despidió vacíos. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su
misericordia. Según lo que había prometido a nuestros padres a Abraham y a su
descendencia para siempre." María permaneció con ella como unos tres meses
y se volvió a su casa.
CONSIDERACIONES
Sin
embargo las palabras de Isabel “Feliz la que ha creído” no se aplican
únicamente a aquel momento concreto de la anunciación. Ciertamente la anunciación
representa el momento culminante de la fe de María a la espera de Cristo, pero
es además el punto de partida, de donde inicia todo su “camino hacia Dios”,
todo su camino de fe.
Y sobre
esta vía, de modo eminente y realmente heroico —es más, con un heroísmo de fe
cada vez mayor— se efectuará la “obediencia” profesada por ella a la palabra de
la divina revelación. Y esta “obediencia de la fe” por parte de María a lo
largo de todo su camino tendrá analogías sorprendentes con la fe de Abraham.
Como el patriarca del Pueblo de Dios, así también María, a través del camino de
su fiat filial y maternal, “esperando contra esperanza, creyó”.
Con
razón, pues, en la expresión “feliz la que ha creído” podemos encontrar como
una clave que nos abre a la realidad íntima de María, a la que el ángel ha
saludado como “llena de gracia”. Si como “llena de gracia” ha estado presente
eternamente en el misterio de Cristo, por la fe se convertía en partícipe en
toda la extensión de su itinerario terreno: “avanzó en la peregrinación de la
fe” y al mismo tiempo, de modo discreto pero directo y eficaz, hacía presente a
los hombres el misterio de Cristo. Y sigue haciéndolo todavía. Y por el
misterio de Cristo está presente entre los hombres. Así, mediante el misterio
del Hijo, se aclara también el misterio de la Madre.
Para
concluir, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente
oración :
ORACIÓN
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu
Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión
llegar a ti limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo.
SEXTO DÍA, 4 DE DICIEMBRE
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, por un designio misterioso de tu providencia
Completas lo que falta a la pasión de Cristo con las infinitas penas de
la vida de sus miembros; concédenos que, a imitación de la Virgen Madre
dolorosa que estuvo junto a la cruz de su Hijo moribundo,
así nosotros permanezcamos junto a los hermanos
que sufren para darles consuelo y amor.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
MARÍA, CORREDENTORA CON CRISTO
LECTURA BÍBLICA,
SAN LUCAS 2, 25-35
Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que
esperaba la consolación de Israel, y el
Espíritu Santo estaba en él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo de
que no vería la muerte antes de ver al Cristo del Señor. Movido del Espíritu,
vino al templo, y al entrar los padres con el niño Jesús para cumplir lo que
prescribe la Ley sobre Él, Simeón le tomó en sus brazos y, bendiciendo a Dios,
dijo: “Ahora, Señor, puedes ya dejar ir
a tu siervo en paz, según tu palabra; porque han visto mis ojos tu salud, la
que has preparado ante la faz de todos los pueblos; Luz para iluminación de las
gentes y gloria de tu pueblo, Israel”. Su padre y su madre estaban
maravillados de las cosas que se decían de Él. Simeón los bendijo y dijo a
María, su madre: “Puesto está para caída
y levantamiento de muchos en Israel y para signo de contradicción; y una espada
atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones”.
Palabra del Señor
Gloria a Ti Señor Jesús
CONSIDERACIONES
Un hombre justo y piadoso, llamado Simeón, aparece al comienzo del
“itinerario” de la fe de María. Sus palabras, sugeridas por el Espí ritu Santo
(cf. Lucas 2, 25-27), confirman la ver dad de la anunciación.
Leemos, en efecto, que “tomó en brazos” al niño, al que —según la orden
del ángel— “se le dio el nombre de Jesús” (cf. Lucas 2, 21). El discurso de
Simeón es conforme al significado de este nombre, que quiere decir Salvador:
“Dios es la salvación”. Vuelto al Señor, dice lo siguiente: “Porque han visto
mis ojos tu salvación, la que has pre parado a la vista de todos los pueblos,
luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2,
30-32). Al mismo tiempo, sin embargo, Simeón se dirige a María con estas
palabras: “Este está puesto para caída y ele vación de muchos en Israel, y para
ser señal de contradicción … a fin de que queden al des cubierto las
intenciones de muchos corazones”; y añade con referencia directa a María: “y a
ti misma una espada te atravesará el alma” (Lucas 2, 34-35).
Las palabras de Simeón dan nueva luz al anuncio que María ha oído del
ángel: Jesús es el Salvador, es “luz para iluminar” a los hombres . ¿No es
aquel que se manifestó, en cierto modo, en la Nochebuena, cuando los pas tores
fueron al establo? ¿No es aquel que de bía manifestarse todavía más con la
llegada de los Magos del Oriente? (cf. Mateo 2, 1-12). Al mismo tiempo, sin
embargo, ya al comienzo de su vida, el Hijo de María —y con él su Madre—
experimentarán en sí mismos la verdad de las restantes palabras de Simeón:
“Señal de contradicción” (Lucas 2, 34). El anuncio de Simeón parece como un
segundo anuncio a María, dado que le indica la concreta dimensión histórica en
la cual el Hijo cumplirá su misión, es decir en la incomprensión y en el dolor.
Si por un lado, este anuncio confirma su fe en el cumplimiento de las promesas
divinas de la salvación, por otro, le revela también que deberá vivir en el
sufri miento su obediencia de fe al lado del Salvador que sufre, y que su
maternidad será oscura y dolorosa.
Para concluir, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana
o la siguiente oración :
ORACIÓN
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu
Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión
llegar a ti limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo.
SÉPTIMO DÍA, 5 DE DICIEMBRE
ORACIÓN
Oh Dios, que enviaste a tu Hijo,
Palabra de Salvación y Pan de Vida,
desde el cielo al seno de la Santa Virgen,
concédenos recibir a Cristo como
Ella,
conservando sus palabras en el
corazón
y celebrando con fe sus misterios.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
MARÍA, PRIMERA EN OÍR LA PALABRA DE DIOS Y
GUARDARLA
LECTURA BÍBLICA, SAN
LUCAS 11, 27-28
Gloria a Ti Señor
Mientras decía estas cosas, levantó la voz una mujer de entre
la muchedumbre y dijo: “Dichoso
el seno que te llevó y los pechos
que amamantaste”. Pero Él dijo: “Más bien dichosos los que oyen
la Palabra de Dios y la guardan”.
Palabra del Señor
Gloria a Ti Señor Jesús
CONSIDERACIONES
El
evangelio de Lucas recoge el momento en el que “alzó la voz una mujer de entre
la gente, y dijo, dirigiéndose a Jesús: “¡Dichoso el seno que te llevó y los
pechos que te criaron!” (Lucas 11, 27). Estas palabras constituían una alabanza
para María como Madre de Jesús, según la carne.
Pero a la
bendición proclamada por aquella mujer respecto a su madre según la carne,
Jesús responde de manera significativa:
“Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan” (cf. Lucas
11, 28). Quiere quitar la atención de la
maternidad entendida sólo como un vínculo de la carne, para orientarla hacia
aquel misterioso vínculo del espíritu, que se forma en la escucha y en la observancia de la Palabra de Dios.
Sin lugar
a dudas, María es digna de Bendición por el hecho de haber sido para Jesús
Madre según la carne (“¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te
criaron!”), pero también y sobre todo porque ya en el instante de la
Anunciación ha acogido la Palabra de Dios, porque ha creído, porque fue
obediente a Dios, porque “guardaba”
la Palabra y “la conservaba
cuidadosamente en su corazón” (cf. Lucas 1, 38. 45; 2, 19. 51) y la cumplía
totalmente en su vida. Podemos afirmar, por lo tanto, que el elogio pronunciado
por Jesús no se contrapone, a pesar de las apariencias, al formulado por la mujer
desconocida, sino que viene a coincidir con ella en la persona de esta
Madre-Virgen, que se ha llamado solamente “esclava
del Señor” (Lucas 1, 38).
Si por
medio de la fe María se ha convertido en la Madre del Hijo que le ha sido dado
por el Padre con el poder del Espíritu Santo, conservando íntegra su
virginidad, en la misma fe ha descubierto y acogido la otra dimensión de la
maternidad, revelada por Jesús durante su misión mesiánica.
Se puede
afirmar que esta dimensión de la maternidad pertenece a María desde el
comienzo, o sea desde el momento de la concepción y del nacimiento del Hijo.
Desde entonces era “la que ha creído”.
… María
madre se convertía así, en cierto sentido, en la primera “discípula” de su Hijo, la primera a la cual parecía decir: “Sígueme” antes aún de dirigir esa
llamada a los apóstoles o a cualquier otra persona (cf. Juan 1, 43).
Para concluir, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o
la siguiente oración:
ORACIÓN
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu
Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo.
OCTAVO DÍA, 6
DE DICIEMBRE
ORACIÓN
Oh Dios, cuyo Hijo, al expirar en la cruz, quiso que la Virgen María,
elegida por Él como Madre suya, fuese en adelante nuestra Madre,
concédenos a quienes recurrimos a su protección
ser confortados por la invocación de su Santo nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
MARÍA, MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS
LECTURA BÍBLICA, EVANGELIO DE SAN JUAN 2, 1-11
Gloria a Ti Señor
Al tercer día hubo una boda en Caná de Galilea, y estaba ahí la madre de
Jesús. Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda. No tenían vino,
porque el vino de la boda se había acabado. En esto dijo la Madre de Jesús a
éste:
“No tienen vino“. Díjole Jesús: “Mujer, qué
nos va a mí y a ti?
No es aún llegada mi hora”. Dijo la madre a los servidores:
Haced lo que Él os diga.
Había ahí seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos,
en cada una de las cuales cabían dos o tres metretas. Díjoles Jesús: “Llenad las tinajas de agua”. Las
llenaron hasta el borde, y Él les dijo: “Sacad ahora y llevadlo al
maestresala”. Se lo llevaron, y luego que el maestresala probó el agua
convertida en vino—él no sabía de dónde venía, pero lo sabían los servidores,
que habían sacado el agua—, llamó al novio y le dijo: Todos sirven primero el
vino bueno, y cuando están ya bebidos, el peor; pero tú has guardado hasta
ahora el vino mejor. Este fue el primer milagro que hizo Jesús, en Caná de
Galilea, y manifestó su gloria y creyeron en Él.
Palabra del Señor
Gloria a Ti Señor Jesús
CONSIDERACIONES
María
está presente en Caná de Galilea como Madre de Jesús, y de modo significativo
contribuye a aquel “comienzo de las señales”, que revelan el poder mesiánico
de su Hijo. He aquí que: “como faltaba vino, le dice a Jesús su Madre: no
tienen vino. Jesús le responde: “¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha
llegado mi hora” (Juan 2, 3-4). En el Evangelio de Juan aquella “hora”
significa el momento determinado por el Padre, en el que el Hijo rea liza su
obra y debe ser glorificado (cf. Juan 7, 30; 8, 20; 12, 23. 27; 13, 1; 17, 1;
19, 27).
Aunque la
respuesta de Jesús a su madre parezca como un rechazo (sobre todo si se mira,
más que a la pregunta, a aquella decidida afirmación: “Toda vía no ha llegado
mi hora”), a pesar de esto María se dirige a los criados y les dice: “Haced lo
que él os diga” (Juan 2, 5). Entonces Jesús ordena a los criados llenar de agua
las tinajas, y el agua se convierte en vino, mejor del que se había servido
antes a los invitados al banquete nupcial.
En esta
página del Evangelio de Juan encontramos como un primer indicio de la verdad
sobre la solicitud materna de María. Esta verdad ha encontrado su expresión en
el magisterio del último Concilio. Es importante señalar como la función
materna de María es ilustrada en su relación con la me diación de Cristo. En
efecto, leemos lo siguiente: “La misión maternal de María hacia los hombres de
ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más
bien muestra su eficacia”, porque “hay un solo mediador entre Dios y los
hombres, Cristo Jesús, hombre también” (1 Tm 2, 5). …[E]l hecho de Caná de
Galilea, nos ofrece como una predicción de la mediación de María, orientada
plenamente hacia Cristo y encaminada a la revelación de su poder salvífico.
Por el
texto joánico parece que se trata de una mediación maternal. Como proclama el
Concilio: María “es nuestra Madre en el orden de la gracia”. Esta maternidad
en el orden de la gracia ha surgido de su misma maternidad di vina, porque
siendo, por disposición de la divina providencia, madre-nodriza del divino
Redentor se ha convertido de “forma singular en la generosa colaboradora entre
todas las criaturas y la humilde esclava del Señor” y que “cooperó … por la
obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad, en la restauración de
la vida sobrenatural de las almas”.
“Y esta
maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia… hasta la
consumación de todos los elegidos”.
Para concluir, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o
la siguiente oración:
ORACIÓN
Oh Dios,
que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada,
y en previsión de la muerte de tu Hijo
la preservaste de todo pecado,
concédenos por su intercesión
llegar a ti limpios de todas nuestras culpas.
NOVENO DÍA, 7 DE DICIEMBRE
ORACIÓN
Oh Dios, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz,
proclamó como Madre nuestra a santa María Virgen, Madre suya,
Concédenos, por su mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más
fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos,
y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
MARÍA, MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA
LECTURA BÍBLICA SAN JUAN 19, 23-27
Gloria a ti Señor
Los soldados, una vez que hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus
vestidos, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y la túnica. La túnica
era sin costura, tejida toda desde arriba. Dijéronse, pues, unos a otros:
“No la rasguemos, sino echemos
suertes sobre ella para ver a quién le toca”, a fin de que se cumpliese la
Escritura: “Dividiéronse mis vestidos y sobre mi túnica echaron suertes”. Es lo
que hicieron los soldados.
Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre y la hermana de su Madre,
María la de Cleofás y María
Magdalena. Jesús, viendo a su Madre
y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a la Madre:
“Mujer, he ahí a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “He ahí a tu Madre”.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús
CONSIDERACIONES
Si el
pasaje del Evangelio de Juan sobre el hecho de Caná presenta la maternidad
solícita de María al comienzo de la actividad mesiánica de Cristo, otro pasaje
del mismo Evangelio confirma esta maternidad de María en la economía salvífica
de la gracia en su momento culminante, es decir cuando se realiza el sacrificio
de la Cruz de Cristo, su misterio pascual. La descripción de Juan es concisa:
“Junto a la cruz de Jesús estaban su Madre y la hermana de su madre, María,
mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al
discípulo a quien amaba, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego
dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo
la acogió en su casa” (Juan 19, 25-27).
…Sin
embargo, sobre el significado de esta atención el “testamento de la Cruz” de
Cristo dice aún más. Jesús ponía en evidencia un nuevo vínculo entre Madre e
Hijo, del que confirma solemnemente toda la verdad y realidad. Se puede decir
que, si la maternidad de María respecto de los hombres ya había sido delineada
precedentemente, ahora es precisada y establecida claramente; ella emerge de la
definitiva madura ción del misterio pascual del Redentor.
La Madre
de Cristo, encontrándose en el campo directo de este misterio que abarca al
hombre —a cada uno y a todos?? , es entregada al hombre —a cada uno y a todos—
como madre.
Para concluir, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o
la siguiente oración :
ORACIÓN
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu
Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión
llegar a ti limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo.