21 de
junio, 2013 (Romereports.com)
El Papa
Francisco explicó durante la Misa en Casa Santa Marta que Dios ha creado al
hombre con un corazón inquieto que busca tesoros, pero que es fácil
equivocarse y ver como tesoros cosas que no hacen feliz al hombre.
PAPA
FRANCISCO
“El Señor nos ha hecho inquietos para que lo
busquemos, para que lo encontremos, para crecer. Pero nuestro tesoro no es un
tesoro que no esté cerca del Señor, que no sea del Señor, nuestro corazón se
inquieta por las cosas que no funcionan, por estos tesoros... Mucha gente
-también nosotros- estamos inquietos por alcanzar esto, por llegar a esto... y
al final nuestro corazón se cansa, nunca está lleno. Se cansa, se vuelve
perezoso, se convierte en un corazón sin amor. El cansancio del corazón.
Pensemos en ello. Yo, ¿qué tengo?: ¿un corazón cansado, que sólo quiere
acomodarse, tres o cuatro cosas, una buena cuenta bancaria, esto, aquello otro?
¿O un corazón inquieto, que siempre busca más allá de las cosas que no puede
poseer, las cosas del Señor? Es necesario cuidar siempre esta inquietud del
corazón”.
El Papa
bromeó para explicar que las verdaderas riquezas son aquellas que no
desaparecen tras la muerte y dijo que él nunca ha visto a un camión de mudanzas
detrás de un cortejo fúnebre.
EXTRACTO
DE LA HOMILIA
(Fuente:
Radio Vaticana)
“Aquel tesoro que hemos dado a los otros, eso nos
lo llevamos. Y ese será nuestro mérito, entre comillas, ¡porque nuestro mérito
es de Jesucristo en nosotros! Y eso debemos llevarlo. Es lo que el Señor nos
permite llevar. El amor, la caridad, el servicio, la paciencia, la bondad, la
ternura son tesoros bellísimos: son los que nos llevamos, los demás no”.
“El Señor nos ha hecho inquietos para que lo
busquemos, para que lo encontremos, para crecer. Pero nuestro tesoro no es un
tesoro que no esté cerca del Señor, que no sea del Señor, nuestro corazón se
inquieta por las cosas que no funcionan, por estos tesoros... Mucha gente
-también nosotros- estamos inquietos por alcanzar esto, por llegar a esto... y
al final nuestro corazón se cansa, nunca está lleno. Se cansa, se vuelve
perezoso, se convierte en un corazón sin amor. El cansancio del corazón.
Pensemos en ello. Yo, ¿qué tengo?: ¿un corazón cansado, que solo quiere
acomodarse, tres o cuatro cosas, una buena cuenta bancaria, esto, aquello otro?
¿O un corazón inquieto, que siempre busca más allá de las cosas que no puede
poseer, las cosas del Señor? Es necesario cuidar siempre esta inquietud del
corazón”.
“Todos estos trozos del corazón que son de piedra,
que el Señor los haga humanos. Con esa inquietud, con ese ansia buena de ir
adelante, buscándolo a Él y dejándose buscar por Él. ¡Que el Señor nos cambie
el corazón! Y así nos salvará. Nos salvará de los tesoros que no nos pueden ayudar
en el encuentro con Él, en el servicio a los demás, y también nos dará la luz
para conocer y juzgar según el verdadero tesoro: su verdad. Que el Señor nos
cambie el corazón para buscar el verdadero tesoro y así convertirnos en
personas luminosas y no en personas de las tinieblas”.