Las INDULGENCIAS
aparecen por primera vez en 1091 y permitía conmutar la penitencia por obras
públicas, como la construcción de Iglesias.
Los Papas
Alejandro II y Urbano II la ofrecieron a todos aquellos que participaban en las
cruzadas y Bonifacio VIII, el Papa que convocó el Primer Jubileo en 1300, las
relacionó con este año santo.
Contra la
degeneración comercial de las INDULGENCIAS en la Iglesia Católica se levantó
Lutero en el año 1517 y de allí partió la reforma luterana, el protestantismo.
La PENITENCIARÍA
DE LA CURIA ROMANA precisó tras la revisión de la "ENCHIRIDION INDULGENTIARUM", en 1999, que el propósito de la INDULGENCIA no es sólo ayudar a los fieles a
descontar las penas del pecado, sino impulsarles a realizar acciones de piedad,
de penitencia y de caridad.
Para
obtener una INDULGENCIA todos los pecados tienen que estar confesados, se tiene
que haber hecho la comunión y rezado "y sobre todo tener el corazón libre,
ya que si hay pecado, aunque sea venial, no puede haber indulgencia
plenaria", según el manual.
El manual
también prevé la concesión de INDULGENCIAS
PARCIALES a quienes al cumplir con su deber y soportar las adversidades de
la vida se dirigen con humildad a Dios, aunque sea con una simple plegaria.
También a
quienes con fe y misericordia ponen sus bienes y ellos mismos al servicio de
los necesitados y a quien con espíritu de penitencia se priva espontáneamente y
con sacrificio de alguna cosa lícita.
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