La tarde
el 27 de Noviembre de 1830, estaba Sor Catalina Labouré, hermana Vicentina,
haciendo su meditación en la capilla del Convento de las Hijas de la Caridad en
París, cuando se le apareció la VIRGEN MARÍA (esta fue la segunda aparición a
la futura santa, a quien se le había aparecido cuatro meses antes).
Ella
misma relata la aparición con estas palabras:
Era el 27 de noviembre de 1830,
que caía el sábado anterior el primer domingo de Adviento. Yo tenía la convicción
de que vería de nuevo a la SS. Virgen y que la vería 'más hermosa que nunca';
yo vivía con esta esperanza. A las cinco y media de la tarde, algunos minutos
después del primer punto de la meditación, durante el gran silencio, me pareció
escuchar ruido del lado de la tribuna, cerca del cuadro de San José, como el
roce de un vestido de seda. Habiendo mirado hacia ese costado, vi a la SS.
Virgen a la altura del cuadro de San José.
La SS. Virgen estaba de pie, era de estatura mediana; tenía un vestido cerrado
de seda aurora, hecho según se dice 'a la virgen', mangas lisas; un velo blanco
le cubría la cabeza y le caía por ambos lados hasta sus pies; debajo del velo
ví sus cabellos lisos, divididos por la mitad, ligeramente apoyado sobre sus
cabellos tenía un encaje de tres centímetros, sin fruncido, su cara estaba
bastante descubierta. Sus pies se apoyaban sobre la mitad de un globo blanco o
al menos no me pareció sino la mitad, tenía también bajo sus pies una serpiente
de color verdoso con manchas amarillentas. Con sus manos sostenía un globo de
oro, con una pequeña cruz encima, que representaba al mundo; sus manos estaban
a la altura del pecho, de manera elegante; sus ojos miraban hacia el Cielo.
Su aspecto era
extraordinariamente hermoso, no lo podría describir. De pronto ví anillos en sus dedos, tres en cada dedo;
el más grande cerca de la mano, uno de mediano tamaño en el medio y uno más
pequeño en la extremidad y cada uno estaba recubierto de piedras preciosas de
tamaño proporcionado.
Rayos de luz, unos más hermosos que otros salían de las piedras
preciosas; las piedras más grandes emitían rayos más amplios, las pequeñas, más
pequeños; los rayos iban siempre prologándose de tal forma que toda la parte
baja estaba cubierta por ellos y yo no veía más sus pies." (el relato continúa, pero es esta primera parte de la aparición
la que nos interesa destacar) .
Luego, el globo de sus manos
desapareció, la Virgen bajó los brazos y luego la mirada y habló a Sor
Catalina, mandándole que haga acuñar una medalla haciendo referencia a su
Inmaculada Concepción, que se conocería más tarde popularmente con el nombre de
Medalla Milagrosa. Sor Catalina acaba su relato con esta exclamación: ¡Oh que hermoso será escuchar decir:
María es la Reina del Universo y particularmente de Francia!
Los niños gritarán: María es la Reina de cada persona en particular.
Pocos
días después, en diciembre de 1830, la SANTÍSIMA VIRGEN visita a Catalina por
tercera y última vez, Con el mismo vestido color de aurora y el mismo velo, la VIRGEN
MARÍA se hacer ver, sosteniendo
nuevamente un globo de oro, rematado por una pequeña cruz. De los mismos anillos, adornado de piedras preciosas
irradiaba, con intensidades diversas, la misma luz.
Al narrar
esta tercera aparición, Catalina comenta:
“es imposible expresar lo que sentí y todo cuanto comprendí en el
momento en que la SANTÍSIMA VIRGEN ofrecía el globo a Nuestro Señor”.
Esta
imagen de la Virgen con el globo en sus manos, que actualmente se emplaza en el
lugar de las apariciones y debajo de la cual reposa el cuerpo de Santa
Catalina, se conocería popularmente como la Virgen del globo, y se la ha llamado también Reina del
Universo, Reina del mundo, Reina de la Iglesia , Reina del pueblo...
Esto, porque la imagen de Nuestra Señora con el mundo en sus manos, conduce a
la idea de una autoridad, poder y señorío sobrenaturales sobre el mundo.
Entrado el siglo XX,
la Virgen del Globo fue popularizada por la
Sagrada Congregación de la Propagación de la Fe bajo el título de REINA DE LAS MISIONES.
A mediados del siglo XX, junto con la aparición
del título REINA DE LAS MISIONES en
documentos pontificios y otros textos misioneros,
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