Por
Nieves San Martín
CIUDAD
DEL VATICANO, lunes 22 octubre 2012 (ZENIT.org)
Por su
parte, monseñor Enrique Glennie Graue, vicario general de la Archidiócesis de
México, desde el punto de vista
experiencial, aportaba una fundamental constatación sobre el papel de María en
la evangelización del Nuevo Mundo, en los albores de la misión entre la
población amerindia, representada por Juan Diego y cómo el fenómeno continúa
hoy con la que ha sido considerada patrona de América.
"El
Acontecimiento de las apariciones de María de Guadalupe al indio San Juan Diego
en 1531 tuvo una repercusión decisiva para la evangelización, con un influjo
que va más allá de los confines de la nación mexicana, alcanzando a todo el
continente", afirmó monseñor Glennie.
"Inmediatamente después de las
apariciones --añadió--, se verificó una impresionante conversión en masa, tanto
de los indígenas como de los españoles. Un signo concreto de la importancia del
Acontecimiento Guadalupano fue esta conversión y devoción a la Virgen y --a
través de Ella- a Jesucristo; que constatamos hasta nuestros días, con la
presencia en el Santuario de más de veinte millones de personas cada año".
Como todo
"acontecimiento
salvífico", explicó,
"el acontecimiento guadalupano
trasciende fronteras, culturas, pueblos, costumbres y llega hasta lo más
profundo del ser humano. Se trata de un acontecimiento salvífico porque provoca
la conversión del corazón y mueve al ser humano a un verdadero arrepentimiento,
para encontrarse con Dios, haciendo realidad un cambio de vida pleno y
total".
En este
acontecimiento salvífico, afirmó "se manifiesta, de manera patente, la
intervención de Dios en una evangelización conducida por María, la primera
discípula y misionera del Amor".
"En
palabras sencillas, el culto a la Virgen de Guadalupe se manifiesta --desde
entonces hasta nuestros días- como una verdadera evangelización; se puede
observar que el acontecimiento guadalupano permite entender la esencia del
Evangelio y mueve de tal forma las almas, que la conversión a Jesucristo es una
manifestación patente de ello. Esto permitió que se llevara a cabo la
evangelización de todo un pueblo que estaba naciendo".
De hecho,
se inicia entonces una devoción que nadie podrá detener y que se fue
profundizando y extendiendo hasta el día de hoy, no sólo en México, sino en las
más variadas naciones, quienes son guiadas de la mano por la Estrella de la
Evangelización hasta su Redentor en una evangelización perfectamente
inculturada", explicó.
"En
resumen, podemos afirmar que --como sucede en el acontecimiento guadalupano- la
Nueva Evangelización requiere también de una auténtica 'inculturación'. La
evangelización, si se produce correctamente, ha de dar lugar al fenómeno de la
inculturación, entendida como presencia y fruto de la fe en el seno de una
cultura determinada. Considero que éste es un importante reto de la Nueva
Evangelización", concluyó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario