“Por
la señal + de la Santa Cruz, de nuestros + enemigos, líbranos Señor + Dios
Nuestro. En el Nombre + del Padre y del Hijo y
del
Espíritu Santo. Amén”.
Nos ponemos en presencia de Dios y para que la oración llegue al Cielo,
pedimos humildemente perdón al Señor por nuestras faltas (silencio…) y decimos:
“Pésame, Dios mío, y me arrepiento
de todo corazón por haberos ofendido – Pésame por el infierno que merecí y por
el cielo que perdí – pero mucho más me pesa – porque pecando ofendí a un Dios
tan bueno – y tan grande como Vos. – Antes querría haber muerto que haberos
ofendido, y propongo firmemente no pecar más – y evitar todas las
ocasiones próximas de pecado. Amén”.
ORACIÓN PREPARATORIA
(para todos los días)
(para todos los días)
Oh Nuestra Señora de Fátima, en mi pobreza, en mi destierro, en mis
sinsabores, te contemplo como arco iris de esperanza, de paz y de protección.
Sé mi consuelo en la lucha y en los peligros; mi luz en la oscuridad; mi escudo
en las batallas contra las pasiones, el mundo y el demonio. Sálvame y
salva a todos los pecadores. Así sea.
DÍA SEXTO:
LA
SANTÍSIMA VIRGEN SE LES APARECE POR TERCERA VEZ
Nuestra Señora les
dice a los videntes:
"Es
necesario rezar el Rosario para que se termine la guerra.
Con la oración a
la Virgen se puede obtener la Paz.
Cuando sufran
algo digan:
“Oh Jesús, es
por tu amor y por la conversión de los pecadore"”
La Virgen abrió sus
manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de
fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que
levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos
de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la
Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo:
- “¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores?
- “¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores?
Para salvarlos, el
Señor quiere establecer en el mundo la devoción al CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA.
Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la Paz. Pero
si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las
anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez
de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre. Vengo a
pedir la CONSAGRACIÓN DEL MUNDO AL CORAZÓN DE MARÍA Y LA COMUNIÓN DE LOS
PRIMEROS SÁBADOS, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta
lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la Paz. Pero si no una propaganda
impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia.
Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho.
Varias naciones quedarán aniquiladas. PERO AL FIN MI INMACULADO CORAZÓN
TRIUNFARÁ”.
Y añadió Nuestra Señora:
Y añadió Nuestra Señora:
“Cuando recen el
Rosario, después de cada misterio digan:
"Oh Jesús,
perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a
todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia"
COMPROMISO:
Me consagro a Ti y me comprometo a la
Comunión Reparadora de los Primeros Sábados. Dame perseverancia.
SÚPLICA FINAL
Oh dulcísima Reina del mundo. Madre de Dios y nuestra, que al aparecerte con rostro dolorido a los tres niños pastorcitos, nos has pedido la fiel observancia de los Mandatos divinos, el rezo cotidiano del Rosario, la reparación y la consagración a su Inmaculado Corazón, a fin de conseguir la ansiada paz mundial; impulsado por el filial anhelo de contemplarte, acudo a prometerte la leal correspondencia a tus deseos, y a implorar que protejas al Papa, a los Obispos y a los Sacerdotes, a los religiosos y demás fieles cristianos. Orienta, bondadosa Reina de la Paz, a los gobernantes, convierte a los pecadores y paganos, consuela a los afligidos y perseguidos.
Cura, Oh Virgen de las fuentes milagrosas, a los enfermos, asiste a los
agonizantes y alivia a las almas del Purgatorio.
Te ruego, en fin, Oh Blanca y Peregrina Señora del Rosario, por todas
mis necesidades… (pida cada uno la
gracia que desee alcanzar).
Yo, confiado en tu omnipotencia suplicante, me abandono en tus amorosos
brazos. Recíbeme, como hijo, en tu maternal regazo,
y no me desampares en la vida ni en la muerte. Así sea.
¡Nuestra Señora de Fátima, Salud
de los enfermos;
ruega por nosotros!
ruega por nosotros!
¡Oh dulce Corazón de María, sé la
salvación del alma mía!
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