El Papa Francisco reza con los fieles
la oración mariana del Regina Coeli del VI Domingo de Pascua - AFP
10/05/2015 11:58
(RV).- A mediodía, desde la ventana del
estudio del Palacio Apostólico, elPapa Bergoglio rezó la oración
mariana del Regina Coeli, que sustituye a la del Ángelus en el
tiempo pascual, con los miles de fieles y peregrinos que se habían dado cita en
la Plaza de San Pedro, deseosos de escuchar sus palabras y de
recibir su bendición apostólica.
TEXTO Y AUDIO DE LA MEDITACIÓN DEL PAPA
FRANCISCO ANTES DE REZAR EL REGINA COELI DEL VI
DOMINGO DE PASCUA:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos
días!
El Evangelio de hoy – Juan,
capítulo 15 – nos vuelve a llevar al Cenáculo, donde escuchamos el mandamiento
nuevo de Jesús. Dice así: “Este es mi mandamiento: ámense los unos a los otros,
como yo los he amado” (v. 12). Y, pensando en el sacrificio de la cruz ya
inminente, añade: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando” (vv.13-14).
Estas palabras, pronunciadas durante la
última Cena, resumen todo el mensaje de Jesús; es más, resumen todo lo que Él
ha hecho: Jesús ha dado la vida por sus amigos. Amigos que no lo habían
comprendido, que en el momento crucial lo han abandonado, traicionado y
renegado. Esto nos dice que Él nos ama aun no siendo merecedores de su amor:
¡así nos ama Jesús!
De este modo, Jesús nos muestra el
camino para seguirlo, el camino del amor. Su mandamiento no es un simple
precepto, que permanece siempre como algo abstracto o exterior a la vida. El
mandamiento de Cristo es nuevo, porque Él, en primer lugar, lo ha realizado, le
ha dado carne, y así la ley del amor es escrita una vez para siempre en el
corazón del hombre (Cfr. Jer 31,33). ¿Y cómo está escrita? Está escrita con el
fuego del Espíritu Santo. Y con este mismo Espíritu, que Jesús nos da, ¡podemos
caminar también nosotros por este camino!
Es un camino concreto, un camino que
nos conduce a salir de nosotros mismo para ir hacia los demás. Jesús nos ha
mostrado que el amor de Dios se realiza en el amor al prójimo. Ambos van
juntos. Las páginas del Evangelio están llenas de este amor: adultos y niños,
cultos e ignorantes, ricos y pobres, justos y pecadores han tenido acogida en
el corazón de Cristo.
Por tanto, esta Palabra del Señor nos
llama a amarnos unos a otros, incluso si no siempre nos entendemos, no siempre
vamos de acuerdo… pero es precisamente allí donde se ve el amor cristiano. Un
amor que también se manifiesta si existen diferencias de opinión o de carácter,
¡pero el amor es más grande que estas diferencias! Éste es el amor que nos ha
enseñado Jesús. Es un amor nuevo porque ha sido renovado por Jesús y por su
Espíritu. Es un amor redimido, liberado del egoísmo. Un amor que da la alegría
a nuestro corazón, como dice el mismo Jesús: “Les he dicho esto para que mi
gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto” (v.11).
Es precisamente el amor de Cristo, que
el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones, el que realiza cada día
prodigios en la Iglesia y en el mundo. Son tantos pequeños y grandes gestos que
obedecen al mandamiento del Señor: “Ámense los unos a los otros, como yo los he
amado” (Cfr. Jn 15,12).
Gestos pequeños, de todos los días,
gestos de cercanía a un anciano, a un niño, a un enfermo, a una persona sola y
con dificultades, sin casa, sin trabajo, inmigrada, refugiada… Gracias a la
fuerza de esta Palabra de Cristo, cada uno de nosotros puede estar cerca del
hermano y de la hermana que encuentra. Gestos de cercanía, de proximidad. En
estos gestos se manifiesta el amor que Cristo nos ha enseñado.
Que en esto nos ayude nuestra Madre
Santísima, para que en la vida cotidiana de cada uno de nosotros el amor
de Dios y el amor del próximo estén siempre unidos.
Después del rezo a la Madre de Dios el
Papa Francisco dirigió sus saludos a todos los peregrinos presentes en la Plaza
de san Pedro provenientes de diversas partes del mundo, a las varias
asociaciones presentes, a los participantes en el congreso promovido por la
Conferencia Episcopal Italiana para el sostén de una escuela de calidad y
abierta a las familias, y a los grupos escolares. A los jóvenes los exhortó a
ser cristianos valientes y testigos de esperanza, y un pensamiento especial fue
a las mamás en su día, que se celebra en diferentes países este domingo: a
ellas dirigió su pensamiento con gratitud y afecto, y las encomendó a la Madre
de Jesús.
TEXTO
COMPLETO:
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos
días!
Saludo a todos ustedes, familias,
grupos religiosos, asociaciones y peregrinos provenientes de Italia y de muchas
partes del mundo, en particular de Madrid, de Puerto Rico y Croacia. Saludo a
los fieles de Guidonia y Portici; a los grupos escolares de Carrara, Bitonto y
Lecco. Un pensamiento especial para los jóvenes de la Diócesis de Orvieto-Todi,
acompañados por su Pastor Mons Tuzia: ¡sean cristianos valientes y testigos de
esperanza!
Saludo al Cuerpo Forestal del Estado,
que organiza la fiesta nacional de las Reservas Naturales para el
redescubrimiento y el respeto de las bellezas de la creación; a los
participantes en el congreso promovido por la Conferencia Episcopal Italiana en
apoyo de una escuela de calidad y abierta a las familias; a la delegación de
mujeres de la “Komen Italia”, una asociación para la lucha contra el cáncer de
mama; y a cuantos han tomado parte en la iniciativa que tuvo lugar esta mañana
en Roma: es importante trabajar juntos para defender y promover la vida.
Y, hablando de vida, hoy en muchos
Países se celebra el día de la madre:recordamos con gratitud y afecto a todas
las mamás. Ahora me dirijo a las mamás que están aquí en la
Plaza: ¿hay? ¿Sí? ¿Hay mamás? ¡Un aplauso para ellas, para las
mamás que están en la Plaza!... Y que este aplauso abrace a todas las mamás, a
todas nuestras queridas mamás: aquellas que viven con nosotros físicamente, y
también aquellas que viven con nosotros espiritualmente. Que el Señor las
bendiga a todas, y que la Virgen, a quien este mes está dedicado, las custodie.
Las confiamos a la Mamá de Jesús.
Les deseo a todos un buen domingo - un
poco calurosa. Y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y
hasta pronto!”
(GM – RV)
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