“Por
la señal + de la Santa Cruz, de nuestros + enemigos, líbranos Señor + Dios
Nuestro. En el Nombre + del Padre y del Hijo y
del
Espíritu Santo. Amén”.
Nos ponemos en presencia de Dios y para que la oración llegue al Cielo,
pedimos humildemente perdón al Señor por nuestras faltas (silencio…) y decimos:
“Pésame, Dios mío, y me arrepiento
de todo corazón por haberos ofendido – Pésame por el infierno que merecí y por
el cielo que perdí – pero mucho más me pesa – porque pecando ofendí a un Dios
tan bueno – y tan grande como Vos. – Antes querría haber muerto que haberos
ofendido, y propongo firmemente no pecar más – y evitar todas las
ocasiones próximas de pecado. Amén”.
ORACIÓN PREPARATORIA
(para todos los días)
(para todos los días)
Oh Nuestra Señora de Fátima, en mi pobreza, en mi destierro, en mis
sinsabores, te contemplo como arco iris de esperanza, de paz y de protección.
Sé mi consuelo en la lucha y en los peligros; mi luz en la oscuridad; mi escudo
en las batallas contra las pasiones, el mundo y el demonio. Sálvame y
salva a todos los pecadores. Así sea.
DÍA OCTAVO:
Los
pastorcitos fueron perseguidos y encarcelados. En la prisión hacen de
misioneritos enseñando a los delincuentes a rezar el Rosario. Dan ejemplo de
resignación. No se apropian las limosnas de los peregrinos. Son para pagar los
gastos de la fiesta y para construir la capilla. Muchos van al infierno porque no
tienen quien se sacrifique y ruegue por ellos.
LA SANTÍSIMA VIRGEN SE LES APARECE POR
QUINTA VEZ
Nuestra
Señora les recomienda a los videntes que sigan rezando el Rosario y anuncia el
fin de la guerra. Lucía le pide por varios enfermos. La Virgen le responde que algunos
sí curarán, pero que otros no, porque Dios no se confía de ellos, y porque para
la santificación de algunas personas es más conveniente la enfermedad que la
buena salud. E invita a todos a presenciar un gran milagro el próximo
13 de octubre.
COMPROMISO:
Como los niños voy a perseverar rezando el Rosario todos
los días con esas intenciones. Para curar el cuerpo, antes hay que limpiar el
alma de pecado. Quiero con tu gracia, Madre Mía, llevar a la práctica esos
consejos.
SÚPLICA FINAL
Oh dulcísima Reina del mundo. Madre de Dios y nuestra, que al aparecerte con rostro dolorido a los tres niños pastorcitos, nos has pedido la fiel observancia de los Mandatos divinos, el rezo cotidiano del Rosario, la reparación y la consagración a su Inmaculado Corazón, a fin de conseguir la ansiada paz mundial; impulsado por el filial anhelo de contemplarte, acudo a prometerte la leal correspondencia a tus deseos, y a implorar que protejas al Papa, a los Obispos y a los Sacerdotes, a los religiosos y demás fieles cristianos. Orienta, bondadosa Reina de la Paz, a los gobernantes, convierte a los pecadores y paganos, consuela a los afligidos y perseguidos.
Cura, Oh Virgen de las fuentes milagrosas, a los enfermos, asiste a los
agonizantes y alivia a las almas del Purgatorio.
Te ruego, en fin, Oh Blanca y Peregrina Señora del Rosario, por todas
mis necesidades… (pida cada uno la
gracia que desee alcanzar).
Yo, confiado en tu omnipotencia suplicante, me abandono en tus amorosos
brazos. Recíbeme, como hijo, en tu maternal regazo,
y no me desampares en la vida ni en la muerte. Así sea.
¡Nuestra Señora de Fátima, Salud
de los enfermos;
ruega por nosotros!
ruega por nosotros!
¡Oh dulce Corazón de María, sé la
salvación del alma mía!
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