2014-11-03
En su homilia en Casa Santa Marta, el Papa habló sobre la armonía en
la Iglesia y los dos males que pueden acabar con ella.
FRANCISCO
"Y cuantas
veces en nuestras instituciones, por ejemplo, en la Iglesia, en las parroquias,
en los colegios, encontramos esto, ¿no? La rivalidad, el hacerse notar, la
vanagloria. Dos gusanos que devoran la solidez de la Iglesia, la debilitan. La
rivalidad y la vanagloria van en contra de esta armonía, de esta
concordia".
Dijo que un obispo debe poner su alegría en el servicio a los demás.
Añadió que Jesús quiere que haya caridad y concordia en la Iglesia aunque haya
diferentes opiniones.
RESUMEN
DE LA HOMILIA
(Fuente:
Radio Vaticana)
"Y cuantas
veces en nuestras instituciones,por ejemplo, en la Iglesia, en las parroquias,
en los colegios, encontramos esto, ¿no? La rivalidad, el hacerse notar, la
vanagloria. Dos gusanos que devoran la solidez de la Iglesia, la debilitan. La
rivalidad y la vanagloria van en contra de esta armonía, de esta concordia. En
vez de rivalidad y vanagloria, ¿qué cosa aconseja Pablo? ‘Pero cada uno de
ustedes, con toda humildad’ – ¿qué cosa se debe hacer con humildad? –
‘considerar a los otros superiores a si mismo’. Él sentía esto, ¿eh? Él se
califica ‘no digno de ser llamado apóstol’, el último. También se humilla
fuertemente ahí. Este era su sentimiento: pensar que los otros eran superiores
a él”.
"Buscar el
bien del otro. Servir a los demás. Pero esto es la alegría de un obispo, cuando
ve en su Iglesia así: un mismo sentir, la misma caridad, permaneciendo unánimes
y concordes. Este es el ambiente que Jesús quiere en la Iglesia. Si pueden
tener diversas opiniones, está bien, pero siempre dentro de este ambiente, de
esta atmosfera: de unidad, caridad, sin despreciar a ninguno”.
"Es feo,
cuando en las instituciones de la Iglesia, de una diócesis, encontramos en las
parroquias gente que busca su propio interés, no el servicio, no el amor. Y
esto es lo que Jesús nos dice en el Evangelio: no buscar el propio interés, no
caminar por el camino del contracambio, ¿eh? ‘Pero sí, yo te he hecho este
favor, pero tú no me haces esto’. Y, con esta parábola, de invitar a cena a
aquellos que no pueden contracambiar nada. Es la gratuidad. Cuando en una
Iglesia hay armonía, hay unidad, no se busca el propio interés, existe esta
actitud de gratuidad. Yo hayo el bien, no hago un negocio con el bien”.
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