(RV).- (Actualizado con audio) En el primer día soleado, después de una semana lluviosa, la gente acampó desde temprano en la plaza de san Pedro, en Roma, sentados al sol en familia, esperando la oración del Ángelus, con la reflexión y la bendición del Papa, en la solemnidad de la Basílica mayor San Juan de Letrán, Catedral del Obispo de Roma, primer templo en el que los cristianos, bajo el imperio de Constantino, pudieron rezar públicamente, fuera de las catacumbas.
Antes de la Oración del Ángelus Francisco explicó que la Catedral de Roma san Juan de Letrán hace de madre de todas las iglesias de la ciudad y del mundo. “Con el termino madre nos referimos no tanto al edificio sagrado de la Basílica material –dijo-, cuanto a la obra del Espíritu Santo, que en este edificio se manifiesta, fructificando mediante el ministerio del Obispo de Roma, en todas las comunidades que permanecen en unidad con la Iglesia que él preside”.
Con la fiesta de hoy afirmó el Papa “profesamos en la unidad de la fe, el vínculo de comunión que todas las Iglesia locales, esparcidas sobre la tierra, tienen con la Iglesia de Roma y con su Obispo, sucesor de Pedro”.
El templo material hecho de ladrillos –reflexionó, es signo del templo espiritual del cual Cristo es la piedra viva y donde cada cristiano, por el bautismo, forma parte del edificio de Dios.
Después de la oración del Ángelus y la bendición, Francisco recordó que 25 años atrás caía el muro de Berlín, que por tanto tiempo partió en dos la ciudad y fue símbolo de la división ideológica de Europa y el mundo entero. La caída fue posible gracias al fatigoso empeño de tantas personas, entre ellos Juan Pablo II. Y pido rezar para que con la ayuda del Señor y la colaboración de todos los hombres de buena voluntad, se difunda siempre más la cultura del encuentro, capaz de hacer caer todos los muros que todavía dividen al mundo y no suceda mas que personas inocentes sean perseguidas y asesinadas a causa de fe y de su religión.
Para tu Radio jesuita Guillermo Ortiz de la Radio del Papa
Palabras del Papa antes del rezo a la Madre de Dios:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!,
Hoy la liturgia recuerda la Dedicación de la Basílica de Letrán, que es la catedral de Roma y que la tradición define “madre de todas las iglesias de la ciudad y del mundo”. Con el término “madre” nos referimos no tanto al edificio sagrado de la Basílica, cuanto a la obra del Espíritu Santo que en este edificio se manifiesta, fructificando mediante el ministerio del Obispo de Roma, en todas las comunidades que permanecen en la unidad con la Iglesia que él preside.
Cada vez que celebramos la dedicación de una iglesia, se nos recuerda una verdad esencial: el templo material hecho de ladrillos es un signo de la Iglesia viva y operante en la historia, esto es, de aquel “templo espiritual”, como dice el apóstol Pedro, del cual Cristo mismo es “piedra viva, rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa delante de Dios” (1 Pedro 2,4-8). Jesús, en el Evangelio de la liturgia de hoy, hablando del templo ha revelado una verdad asombrosa, esto es: que el templo de Dios no es solamente el edificio hecho con ladrillos, sino que es su Cuerpo, hecho de piedras vivas.
En virtud del Bautismo, cada cristiano, forma parte del “edificio de Dios”(1 Cor 3,9), es más, se convierte en la Iglesia de Dios. El edificio espiritual, la Iglesia comunidad de los hombres santificados por la sangre de Cristo y por el Espíritu del Señor resucitado, pide a cada uno de nosotros ser coherentes con el don de la fe y cumplir un camino de testimonio cristiano. Y no es fácil - lo sabemos todos - la coherencia en la vida, entre la fe y el testimonio; pero nosotros debemos ir hacia adelante y tener en nuestra vida esta coherencia cotidiana. “¡Esto es un cristiano!”, no tanto por aquello que dice, sino por aquello que hace; por el modo en que se comporta. Esta coherencia que nos da vida es una gracia del Espíritu Santo que debemos pedir. La Iglesia, en el origen de su vida y de su misión en el mundo, no ha sido más que una comunidad constituida para confesar la fe en Jesucristo Hijo de Dios y Redentor del hombre, una fe que obra por medio de la caridad - ¡van juntas! También hoy la Iglesia está llamada a ser en el mundo la comunidad que, radicada en Cristo por medio del bautismo, profesa con humildad y valentía la fe en Él, dando testimonio de ella en la caridad. Con esta finalidad esencial deben ordenarse también los elementos institucionales, las estructuras y los organismos pastorales. Para esta finalidad esencial: testimoniar la fe en la caridad. La caridad es precisamente la expresión de la fe, y la fe, es la explicación y el fundamento de la caridad.
La Fiesta de hoy, nos invita a meditar sobre la comunión de todas las Iglesias, es decir, de esta comunidad cristiana. Por analogía nos estimula a comprometernos para que la humanidad pueda superar las fronteras de la enemistad y la indiferencia, para construir puentes de comprensión y diálogo, para hacer del mundo entero una familia de pueblos reconciliados entre sí, fraternos, y solidarios. De esta nueva humanidad la Iglesia misma es signo y anticipación, cuando vive y difunde con su testimonio el Evangelio, mensaje de esperanza y de reconciliación para todos los hombres.
Invocamos la intercesión de María Santísima, para que nos ayude a convertirnos como ella, en “casa de Dios”, templo vivo de su amor.
Traducción del italiano: Griselda Mutual, RV
Después de la oración del Ángelus el Papa dedicó estas palabras:
Queridos hermanos y hermanas,
hace 25 años, el 9 de noviembre de 1989, caía el muro de Berlín, que por tanto tiempo ha dividido la ciudad en dos y ha sido un símbolo de la división ideológica de Europa y del mundo entero. La caída ocurrió de repente, pero fue posible por el largo y fatigoso esfuerzo de tantas personas que han luchado, rezado y sufrido, algunos hasta el sacrificio de la vida. Entre ellos, un roll de protagonista lo tuvo el Santo Papa Juan Pablo II. Recemos para que con la ayuda del Señor y la colaboración de todos los hombres de buena voluntad, se difunda siempre más una cultura del encuentro, capaz de hacer caer todos los muros que todavía dividen el mundo, y que no vuelva a suceder que personas inocentes sean perseguidas e incluso asesinados a causa de su credo y de su religión. Donde hay un muro hay cerrazón del corazón. ¡Sirven puentes no muros!
Hoy en Italia, se celebra el Día del Agradecimiento, que este año tiene por tema “Nutrir el planeta. Energía para la vida”, en relación a la ya próxima Expo Milano 2015. Me uno a los Obispos en el deseo de un compromiso renovado, para que a nadie le falte alimento diario, Dios dona a todos. Estoy cercano al mundo de la agricultura, y animo a cultivar la tierra de manera sostenible y solidaria.
En este contexto, se lleva a cabo en Roma la Jornada Diocesano para la custodia de la creación, un evento que tiene como objetivo promover estilos de vida basados en el respeto del medio ambiente, reafirmando la alianza entre el hombre custodio de la creación.
Saludo a todos los peregrinos, venidos de diversos países, las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones, en este día tan bonito que el Señor hoy nos da.
En particular, saludo a los representantes de la comunidad venezolana en Italia, veo la bandera ahí, a los chicos de Thiene (Vicenza), que han recibido la Confirmación, las universidades de Urbino, los fieles de Pontecagnano, San Ángel en Formis, Borgonuovo y Pontecchio.
En este día tan bonito, a todos les deseo un buen domingo. Por favor, no olviden rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
Traducción del italiano: Mónica Zorita, RV
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