“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO:
LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN:
PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA,
TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO,
Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…".
"ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN;
NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA.
¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE?
¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO?
¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA?
¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?.
QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …”
Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.
martes, 30 de septiembre de 2014
"Cuidar a los ancianos que son la memoria y la sabiduría de un pueblo", peregrinos en Roma
(RV).-(Con audio)
Los abuelos tienen la gran tarea de transmitir la propia experiencia
de vida, la historia de una familia, de una comunidad, de un pueblo;
compartir con simplicidad su sabiduría y su fe, que es la herencia más
preciosa. Este domingo se celebró en la Plaza de San Pedro el encuentro
con los ancianos y personas mayores de todo el mundo promovido por el
Pontificio Consejo para la Familia y en el cual estuvo presente también
el Papa Emérito Benedicto XVI. Los micrófonos de Radio Vaticana tomaron
el testimonio de quienes participaron de esta gran fiesta intitulada “La
Bendición de la larga vida”: (GM – RV)
Evitar lamentos teatrales y rezar por quien sufre verdaderamente, pidió el Papa en su homilía de la misa matutina
(RV).- (Con audio)
También el lamento, en los momentos oscuros, se convierte en oración,
pero estemos atentos a los “lamentos teatrales”. Lo subrayó el Papa en
su homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de
Santa Marta. Inspirándose en un pasaje del Libro de Job, Francisco
recordó a quienes viven “grandes tragedias”, como los cristianos echados
de sus casas a causa de su fe.
Job maldice el día en que ha nacido, su oración se presenta como una maldición. El Papa Francisco centró su homilía en la Primera Lectura del día, que nos muestra a Job maldiciendo su vida. Al respecto el Papa recordó que “fue puesto a prueba”. “Perdió toda su familia; perdió todos sus bienes; perdió la salud y todo su cuerpo se convirtió en una llaga, una llaga asquerosa”. En aquel momento – subrayó Francisco – “perdió la paciencia y dijo esas cosas feas”. Pero él estaba acostumbrado a hablar con la verdad y esa es la verdad que “él siente en aquel momento”. También Jeremía – destacó el Papa – “usa casi las mismas palabras: ‘¡Maldito el día en que nací!’”. “¿Pero este hombre blasfema? Es la pregunta que hago, dijo el Pontífice. Este hombre que está solo, así, en ese momento, ¿blasfema?”.
“Jesús, cuando se lamenta – ‘Padre, ¡por qué me has abandonado!’ - ¿blasfema? El misterio es éste. Tantas veces yo he escuchado a personas que están viviendo situaciones difíciles, dolorosas, que han perdido tanto o se sienten solas y abandonadas y vienen a lamentarse y hacen estas preguntas: ¿Por qué? ¿Por qué? Se rebelan contra Dios. Y yo digo: ‘Sigue rezando así, porque también ésta es una oración’. Era una oración cuando Jesús dijo a su Padre: ‘¡Por qué me has abandonado!’”.
Es una “oración la que hace Job aquí. Porque – evidenció el Papa – rezar es llegar a ser verdad ante Dios. Y Job no podía rezar de otro modo”. “Se reza con la realidad – añadió Francisco – la verdadera oración viene del corazón, del momento que uno vive”. “Es la oración de los momentos de oscuridad, de los momentos de la vida donde no hay esperanza, donde no se ve el horizonte”:
“Y tanta gente, tanta hoy, está en la situación de Job. Tanta gente buena, como Job, no entiende lo que le ha sucedido, porqué es así. Tantos hermanos y hermanas que no tienen esperanza. Pensemos en las tragedias, en las grandes tragedias, por ejemplo estos hermanos nuestros que por ser cristianos son echados de sus casas y pierden todo: ‘Pero, Señor, yo he creído en ti. ¿Por qué? ¿Creer en Ti es una maldición, Señor?’”.
“Pensemos en los ancianos dejados de lado – prosiguió diciendo el Papa – pensemos en los enfermos, en tanta gente sola, en los hospitales”. Para toda esta gente, y “también para nosotros cuando vamos por el camino de la oscuridad – aseguró Francisco – la Iglesia reza. ¡La Iglesia reza! Y toma sobre sí este dolor y reza”. Y nosotros, “sin enfermedades, sin hambre, sin necesidades importantes – exhortó el Pontífice – cuando tenemos un poco de oscuridad en el alma, nos creemos mártires y dejamos de rezar”. Y hay quien dice: “¡Estoy enojado con Dios, no voy más a Misa!”. “Pero, ¿por qué?” – se preguntó el Papa –. La respuesta, dijo, es “por una cosa pequeñita”. Francisco recordó que Santa Teresita del Niño Jesús, en los últimos meses de su vida, “trataba de pensar en el cielo, y sentía dentro de sí como si una voz le dijera: ‘Pero no seas tonta, no te crees fantasías. ¿Sabes qué cosa te espera? ¡Nada!’”.
“Tantas veces pasamos por esta situación, vivimos esta situación. Y tanta gente que cree que terminará en la nada. Y ella, Santa Teresa, rezaba y pedía fuerza para ir adelante, en la oscuridad. Esto se llama entrar en paciencia. Nuestra vida es demasiado fácil, nuestros lamentos son lamentos teatrales. Ante éstos, ante estos lamentos de tanta gente, de tantos hermanos y hermanas que están en la oscuridad, que prácticamente han perdido la memoria, la esperanza – que viven ese exilio de sí mismos, son exiliados, también de sí mismos – ¡nada! Y Jesús ha hecho este camino: de la noche al Monte de los Olivos hasta la última palabra de la Cruz: ‘Padre, ¡por qué me has abandonado!’”.
Francisco indicó por último dos “cosas” que pueden servir. “Primero: prepararse, para cuando vendrá la oscuridad”, que quizá no sea tan dura como la de Job, si bien, dijo “tendremos un tiempo de oscuridad. Preparar el corazón para aquel momento”. Y segundo: “Rezar, como reza la Iglesia, con la Iglesia por tantos hermanos y hermanas que padecen el exilio de sí mismos, en la oscuridad y en el sufrimiento, sin esperanza a la mano”. Es la “oración de la Iglesia – concluyó el Papa – por estos tantos ‘Jesús que sufren, que están por doquier”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Job maldice el día en que ha nacido, su oración se presenta como una maldición. El Papa Francisco centró su homilía en la Primera Lectura del día, que nos muestra a Job maldiciendo su vida. Al respecto el Papa recordó que “fue puesto a prueba”. “Perdió toda su familia; perdió todos sus bienes; perdió la salud y todo su cuerpo se convirtió en una llaga, una llaga asquerosa”. En aquel momento – subrayó Francisco – “perdió la paciencia y dijo esas cosas feas”. Pero él estaba acostumbrado a hablar con la verdad y esa es la verdad que “él siente en aquel momento”. También Jeremía – destacó el Papa – “usa casi las mismas palabras: ‘¡Maldito el día en que nací!’”. “¿Pero este hombre blasfema? Es la pregunta que hago, dijo el Pontífice. Este hombre que está solo, así, en ese momento, ¿blasfema?”.
“Jesús, cuando se lamenta – ‘Padre, ¡por qué me has abandonado!’ - ¿blasfema? El misterio es éste. Tantas veces yo he escuchado a personas que están viviendo situaciones difíciles, dolorosas, que han perdido tanto o se sienten solas y abandonadas y vienen a lamentarse y hacen estas preguntas: ¿Por qué? ¿Por qué? Se rebelan contra Dios. Y yo digo: ‘Sigue rezando así, porque también ésta es una oración’. Era una oración cuando Jesús dijo a su Padre: ‘¡Por qué me has abandonado!’”.
Es una “oración la que hace Job aquí. Porque – evidenció el Papa – rezar es llegar a ser verdad ante Dios. Y Job no podía rezar de otro modo”. “Se reza con la realidad – añadió Francisco – la verdadera oración viene del corazón, del momento que uno vive”. “Es la oración de los momentos de oscuridad, de los momentos de la vida donde no hay esperanza, donde no se ve el horizonte”:
“Y tanta gente, tanta hoy, está en la situación de Job. Tanta gente buena, como Job, no entiende lo que le ha sucedido, porqué es así. Tantos hermanos y hermanas que no tienen esperanza. Pensemos en las tragedias, en las grandes tragedias, por ejemplo estos hermanos nuestros que por ser cristianos son echados de sus casas y pierden todo: ‘Pero, Señor, yo he creído en ti. ¿Por qué? ¿Creer en Ti es una maldición, Señor?’”.
“Pensemos en los ancianos dejados de lado – prosiguió diciendo el Papa – pensemos en los enfermos, en tanta gente sola, en los hospitales”. Para toda esta gente, y “también para nosotros cuando vamos por el camino de la oscuridad – aseguró Francisco – la Iglesia reza. ¡La Iglesia reza! Y toma sobre sí este dolor y reza”. Y nosotros, “sin enfermedades, sin hambre, sin necesidades importantes – exhortó el Pontífice – cuando tenemos un poco de oscuridad en el alma, nos creemos mártires y dejamos de rezar”. Y hay quien dice: “¡Estoy enojado con Dios, no voy más a Misa!”. “Pero, ¿por qué?” – se preguntó el Papa –. La respuesta, dijo, es “por una cosa pequeñita”. Francisco recordó que Santa Teresita del Niño Jesús, en los últimos meses de su vida, “trataba de pensar en el cielo, y sentía dentro de sí como si una voz le dijera: ‘Pero no seas tonta, no te crees fantasías. ¿Sabes qué cosa te espera? ¡Nada!’”.
“Tantas veces pasamos por esta situación, vivimos esta situación. Y tanta gente que cree que terminará en la nada. Y ella, Santa Teresa, rezaba y pedía fuerza para ir adelante, en la oscuridad. Esto se llama entrar en paciencia. Nuestra vida es demasiado fácil, nuestros lamentos son lamentos teatrales. Ante éstos, ante estos lamentos de tanta gente, de tantos hermanos y hermanas que están en la oscuridad, que prácticamente han perdido la memoria, la esperanza – que viven ese exilio de sí mismos, son exiliados, también de sí mismos – ¡nada! Y Jesús ha hecho este camino: de la noche al Monte de los Olivos hasta la última palabra de la Cruz: ‘Padre, ¡por qué me has abandonado!’”.
Francisco indicó por último dos “cosas” que pueden servir. “Primero: prepararse, para cuando vendrá la oscuridad”, que quizá no sea tan dura como la de Job, si bien, dijo “tendremos un tiempo de oscuridad. Preparar el corazón para aquel momento”. Y segundo: “Rezar, como reza la Iglesia, con la Iglesia por tantos hermanos y hermanas que padecen el exilio de sí mismos, en la oscuridad y en el sufrimiento, sin esperanza a la mano”. Es la “oración de la Iglesia – concluyó el Papa – por estos tantos ‘Jesús que sufren, que están por doquier”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
El Papa: Satanás siempre trata de destruir al hombre
viernes, 26 de septiembre de 2014
LOS ARCÁNGELES EN LA SANTA BIBLIA
Según las Sagradas Escrituras hay siete
Arcángeles:
"Yo soy Rafael, uno de los siete
ángeles que tiene entrada
a la gloria del Señor" (Tb 12:15)
"Reciban gracia y paz de Aquel que
Es, que era y que viene de parte de los Siete Espíritus que están delante de Su
Trono" (Ap 1:4),
Las Sagradas Escritura mencionan el nombre de solo
tres: Miguel (Ap 12:7-9), Gabriel (Lc 1:11-20; 26-38) Rafael
(Tobit 12:6, 15).
Los nombres de los otros cuatro arcángeles
(San Uriel, San Barachiel ó Baraquiel, San Jehudiel, Saeltiel) no aparecen en la Biblia.
Se encuentran en
libros apócrifos de Enoc, el cuarto libro de Esdras y en la literatura
rabínica.
La Iglesia reconoce los nombres que se encuentran
en las Sagradas Escrituras.
Los demás nombres pueden tenerse como referencia pero,
no son doctrina de la Iglesia ya que provienen de libros que no son parte del
canon de la Sagrada Escritura.
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL POR LOS JÓVENES Y NIÑOS
Arcángel San Miguel, protector y
guardián de los hombres, Tú que brillas con resplandor, líbranos de todo mal.
Tú que eres la "Victoria de Dios", haz que nuestros niños y jóvenes
vivan el Reino de Dios con generosidad y entrega. Libra a los niños y a los
jóvenes de las mentiras del maligno; del engaño del consumismo y del individualismo.
Amén.
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA PEDIR PROTECCIÓN DEL CIELO
Oh gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y
caudillo de los ejércitos celestiales, custodio y defensor de las almas, guarda
de la iglesia, vencedor, terror y espanto de los rebeldes espíritus infernales.
Humildemente te rogamos, te dignes librar de todo mal a los que a ti recurrimos
con confianza; que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda y que,
mediante tu incomparable protección adelantemos cada vez más en el servicio del
Señor; que tu virtud nos esfuerce todos los días de nuestra vida, especialmente
en el trance de la muerte, para que defendidos por tu poder del infernal dragón
y de todas sus asechanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por
tí, libres de toda culpa, ante la Divina Majestad. Amén
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL POR LOS QUE SUFREN
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL POR LOS SACERDOTES, CONSAGRADOS Y VOCACIONES
Arcángel San Miguel, protector y
guardián de los hombres, Tú que brillas con resplandor, líbranos de todo mal.
Asístenos con tu presencia para que los Consagrados y Sacerdotes sean más
fieles a la Palabra de Dios y más generosos en el servicio a los hermanos. Que
por tu intercesión muchos jóvenes se consagren al seguimiento de Jesús en la
vida sacerdotal y religiosa. Amén.
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL POR LA FAMILIA
Arcángel San Miguel, protector y
guardián de los hombres, tú que brillas con resplandor, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a tí para que guardes en unión y amor a nuestras
familias. Fortalece con tu presencia la unión familiar y libérala de todo
egoísmo y discordia. Amén.
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA REZAR EN EL LUGAR DE TRABAJO
San Miguel Arcángel, Príncipe de
la Milicia Celestial, acompáñanos con tus ángeles en este lugar de trabajo. Que
tus ángeles nos protejan. No permitas que nada malo nos pase y que nada malo
hagamos. Y que otra partida de tus ángeles, ¡Oh, Príncipe de la Milicia
Celestial! vuelen a nuestros hogares, Invadan nuestras habitaciones, rodeen a
nuestros seres queridos y los protejan allí donde estén, allí donde vayan, para
que nada malo les pase. Amén.
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL PRÍNCIPE GLORIOSÍSIMO
Glorioso Príncipe, San
Miguel Arcángel, yo, tu humilde siervo te saludo por intermedio del Sacratísimo
Corazón de nuestro Señor Jesucristo, te ofrezco mi amor por el aumento de
tu alegría, de tu fortaleza y de tu gloria. Doy gracias a Dios por las
bendiciones que Él trae para ti y con el que quiere honrarte y exaltarte a ti
por encima de todos los otros Ángeles. Yo especialmente me encomiendo a tu
cuidado en la vida y en la muerte. Quédate junto a mí, ahora y siempre, sobre
todo al final de mi vida. Tuviste la amabilidad de la consolarme, fortalecerme
y protegerme. Obtuviste para mí un aumento en la fe, en la esperanza y en la
caridad. No permitas que me aparte de la fe, ni que caiga en la trampa de
la desesperación, ni dar por sentado las buenas obras que realizo y pensar que
siempre me encuentro en medio de la gracia de Dios. Obtener para mí el perdón
de mis pecados, la humildad, la paciencia y otras virtudes, la perseverancia en
el bien verdadero, y la gracia final que me puede dar la gloria a Dios. Amén.
SAN MIGUEL ARCÁNGEL PRIMER MINISTRO DE DIOS
Glorioso Príncipe del Cielo,
divino Miguel Arcángel, Primer ministro de Dios, Amigo de Jesucristo, Defensor
de la fe y abogado de los hombres:
Tú que estás defendiendo todas las
religiones,
Tú que tanto favoreces a
tus devotos. Haz que yo sepa amar y servir, protégeme de la injusticia, ayúdame
a amar a mis enemigos, a fin de convertirlos en amigos. Alcánzame del Señor lo
que te pido en este momento (hacer petición) para mayor honra y Gloria suya y
provecho de mi Alma. Amén.
SÚPLICA A DIOS PADRE POR SAN MIGUEL
Omnipotente y Eterno Dios, os
adoramos y bendecimos. En vuestra maravillosa bondad, y con el misericordioso
deseo de salvar las almas del género humano, habéis escogido al Glorioso
Arcángel, San Miguel, como Príncipe de Vuestra Iglesia.
Humildemente os suplicamos, Padre
Celestial, que nos libréis de nuestros enemigos. En la hora de la muerte, no
permitáis que ningún espíritu maligno se nos acerque, para perjudicar nuestras
almas. Oh Dios y Señor Nuestro, guiadnos por medio de este mismo Arcángel.
Enviadle que nos conduzca a la Presencia de Vuestra Excelsa y divina Majestad.
Os lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
GLORIOSO PRÍNCIPE SAN MIGUEL
Oh Glorioso Príncipe, San Miguel,
Jefe Principal de la Milicia Celestial; Guardián fidelísimo de las almas;
Vencedor eficaz de los espíritus rebeldes; fiel Servidor en el Palacio del Rey
Divino, sois nuestro admirable Guía y Conductor. Vos que brilláis con excelente
resplandor y con virtud sobrehumana, libradnos de todo mal. Con plena confianza
recurrimos a vos. Asistidnos con vuestra afable protección; para que seamos más
y más fieles al servicio de Dios, todos los días de nuestra vida.
V. Rogad por nosotros, Oh
Glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de
alcanzar Sus Promesas.
ORACIÓN DE COMBATE A SAN MIGUEL
Se
llama primero a San Miguel, pidiéndole permiso al Padre celestial con el rezo
de un Padrenuestro. Luego se dice la oración que se enseñó para estos tiempos:
San Miguel Arcángel: Defiéndenos
en la pelea contra Satanás y sus demonios; sed nuestro amparo y protección; que
el Altísimo os dé el poder y el permiso para que nos asistáis y que Dios haga
oír su voz imperiosa para que expulse a Satanás y sus demonios que quieren
hacer perder la humanidad. Que tu grito: "Quién como Dios, nadie es como
Dios", someta a Satanás y sus demonios bajo nuestros pies. Amén.
SALUDO A SAN MIGUEL
Oh San Miguel, príncipe glorioso
de las Milicias Celestiales, el Señor está contigo, tú eres bendito entre todos
los angélicos coros, y bendita sea siempre la Santísima Trinidad, que tantos
dones, gracias, favores y privilegios te quiere enriquecer. San Miguel, Protector
de la Iglesia Universal, ruega por nosotros y socórrenos en nuestra miseria.
Libéranos del demonio ahora y en el fin de nuestras vidas, después de la cual
esperamos la liberación de las penas del purgatorio y ser introducidos a la
presencia de Dios. Amén.
NOVENA COMPLETA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
Honrando a San Miguel, los pueblos atraen
incalculables beneficios. Invocándole nos defiende y conduce al Cielo.
ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS
YO PECADOR
Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso a la Bienaventurada
siempre Virgen María, al Bienaventurado San Miguel Arcángel, al Bienaventurado
San Juan Bautista, a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los Santos,
y a vosotros, hermanos, que pequé gravemente con el
pensamiento, palabra y obra; por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima
culpa.
Por tanto, ruego a la Bienaventurada siempre Virgen María, al Bienaventurado San Miguel Arcángel, al Bienaventurado San Juan Bautista,
a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los Santos, y a vosotros, hermano, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor.
Por tanto, ruego a la Bienaventurada siempre Virgen María, al Bienaventurado San Miguel Arcángel, al Bienaventurado San Juan Bautista,
a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los Santos, y a vosotros, hermano, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor.
Amén.
San Miguel, Primado entre los Príncipes del Cielo, os ofrezco mis
alabanzas y devoción, porque Dios os ha creado tan excelente y tan perfecto y
os ha dotado de un celo tan grande por su gloria y de una sumisión tan
admirable a sus divinos decretos.
ORACIÓN DE LEÓN XIII.
San Miguel Arcángel, defiéndenos
en la lucha.
Sé nuestro amparo contra la
perversidad y acechanzas del demonio.
Que Dios manifieste sobre él su
poder, es nuestra humilde súplica.
Y tú, oh Príncipe de la Milicia
Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás,
y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.
Celestial y purísimo Mensajero de Dios, dignaos alcanzarme de los
Sagrados Corazones de Jesús y María un verdadero amor por Ellos, la sumisión a
la divina Voluntad y la gracia de…
(hágase aquí la petición que se desea obtener con
la novena).
REZAR UN PADRENUESTRO, TRES
AVEMARÍAS Y GLORIA.
JACULATORIAS
Sagrado Corazón de Jesús, venga a nosotros Tu reino.
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.
María Inmaculada, Madre y dulce Medianera, Reina de los Cielos,
humildemente os suplicamos intercedáis por nosotros. Ruega a Dios que envíe a
San Miguel y a sus ángeles para apartar los obstáculos que se oponen al reinado
del Sagrado Corazón en el mundo.
San Miguel, Ángel de los Santos combates, os ofrezco mis alabanzas y
devoción por la inefable complacencia con que Dios os mira como defensor de su
gloria
San Miguel, Ángel de la Victoria, con devoción os alabo por la alegría
con que Nuestro Señor Jesucristo os ve como celoso defensor de su divinidad y
las victorias que conseguís sobre los enemigos de nuestras almas.
San Miguel, Ministro del Altísimo, con devoción os alabo por la ternura
con que os mira la Santísima Virgen viendo los combates que habéis librado y
libráis sin cesar para establecer el reinado de su amado Hijo, Dios y Redentor
nuestro, en el mundo.
San Miguel, Guardián del Cielo, os alabo con devoción por la veneración,
el amor y el honor que os rinden las jerarquías celestiales de las cuales sois
augusto Príncipe.
San Miguel, Ángel del Santo Sacrificio, os alabo con devoción por el
honor que os ha hecho nuestro Señor Jesucristo confiándoos la custodia de la
Iglesia, su querida esposa y os ofrezco el reconocimiento y amor que la Santa
Iglesia os profesa.
San Miguel, Portador del estandarte de salvación, os ofrezco mis
alabanzas con devoción por la importante misión que Dios os ha dado al
confiaros las almas de todos los predestinados, defendiéndolas en la hora de la
muerte de los asaltos del infierno, presentándolas ante Dios enteramente puras.
San Miguel, Ángel de la Paz, os alabo con devoción por toda la fuerza,
la dulzura y suavidad encerradas en vuestro santo nombre, delicia de vuestros
verdaderos devotos.
San Miguel, Ángel del Perdón, os alabo con devoción por los inmensos
beneficios que habéis derramado sobre nuestra Patria, siempre que ésta ha sido
fiel a Dios, así como por la abnegación, reconocimiento y amor que os rinden
vuestros servidores. Dignaos, os suplicamos, obtener de los Corazones de Jesús
y de María aumenten vuestros devotos para obtener la salvación.
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