¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO: LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN: PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA, TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO, Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…". "ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA. ¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?. QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …” Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.

domingo, 18 de agosto de 2013

TENGAMOS FIJA LA MIRADA EN JESÚS PARA RENUNCIAR A TODA VIOLENCIA, TEXTO COMPLETO DE LAS PALABRAS DEL PAPA DURANTE EL REZO DEL ÁNGELUS



 (RV).-
Queridos hermanos y hermanas, buenos días,

en la Liturgia de hoy escuchamos estas palabras de la Carta a los Hebreos: « Corramos con perseverancia al combate que se nos presenta. Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús» (Heb 12,1-2). Es una expresión que debemos subrayar de forma particular en este Año de la fe. También nosotros, durante todo este año, tenemos la mirada fija en Jesús, porque la fe, que es nuestro “si” a la relación filial con Dios, viene de Él; viene de Jesús: es Él el único mediador de esta relación entre nosotros y nuestro Padre que está en el cielo. Jesús es el Hijo, y nosotros somos hijos en Él.

Pero la Palabra de Dios de este domingo contiene también una palabra de Jesús que nos pone en crisis, y que debe ser explicada para no generar mal entendidos. Jesús dice a los discípulos: « ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división» (Lc 12,51). ¿Qué cosa significa esto? Significa que la fe no es una cosa decorativa, ornamental; vivir la fe no es decorar la vida con un poco de religión. Como si fuera una torta que se la decora con la crema ¡No! La fe no es eso. La fe comporta elegir a Dios como criterio-base de la vida, y Dios no es vacío, no es neutro, Dios es siempre positivo, Dios es ¡amor! Y el amor es positivo. Después que Jesús vino al mundo, no se puede hacer como si no conociésemos a Dios. Como si fuera una cosa abstracta, vacía, puramente nominal. No Dios tiene un rostro concreto, tiene un nombre: Dios es misericordia, Dios es fidelidad, es vida que se dona a todos nosotros. Por esto Jesús dice: he venido a traer división; no es que Jesús quiera dividir entre ellos a los hombres, al contrario: Jesús es nuestra paz, ¡es reconciliación! Pero esta paz no es la paz de los sepulcros, no es neutralidad. Jesús no trae neutralidad. Esta paz no es un acuerdo a cualquier precio. Seguir a Jesús comporta renunciar al mal, al egoísmo y escoger el bien, la verdad, la justicia, también cuando ello requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto sí divide, lo sabemos, divide también los lazos más estrechos. Pero atención: ¡No es Jesús el que divide! Él pone el criterio: vivir para sí mismo, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es “signo de contradicción” (Lc 2,34).
Por lo tanto, esta palabra del Evangelio no autoriza de hecho el uso de la fuerza para difundir la fe. Es precisamente al contrario: la verdadera fuerza del cristiano es la fuerza de la verdad y del amor, que comporta renunciar a toda violencia. Fe y violencia son incompatibles. ¡Fe y violencia son incompatibles!
En cambio fe y fortaleza van juntas. El cristiano no es violento pero es fuerte y ¿con que fortaleza? con aquella de la mansedumbre; la fuerza de la mansedumbre, la fuerza del amor.

Queridos amigos, también entre los parientes de Jesús hubo algunos que a un cierto punto no compartieron su modo de vivir y de predicar, nos lo dice el Evangelio (cfr Mc 3,20-21). Pero su Madre lo siguió siempre fielmente, teniendo fija la mirada de su corazón en Jesús, el Hijo del Altísimo, y en su misterio. Y al final, gracias también a la fe de María, los familiares de Jesús entraron a formar parte de la primera comunidad cristiana (cfr Hch 1,14). Pidamos a María que también nos ayude a nosotros a tener la mirada bien fija en Jesús y a seguirlo siempre, también cuando cuesta.

(Traducción del italiano: Raúl Cabrera-Radio Vaticano)

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