(RV).-
La inquietud del corazón es lo que conduce a Dios y al amor. El Papa
Francisco dejó este mensaje a los agustinos inaugurando ayer por la tarde, con
una misa en la basílica de San Agustín, en el centro de Roma, el 184 Capítulo
General de la Orden.
“Pienso con dolor en los consagrados que no son fecundos, que son solterones; conserven la inquietud espiritual, la inquietud de anunciar al Señor con valentía y de ir hacia el otro, del amor hacia cada hermano y hermana”.
“Pienso con dolor en los consagrados que no son fecundos, que son solterones; conserven la inquietud espiritual, la inquietud de anunciar al Señor con valentía y de ir hacia el otro, del amor hacia cada hermano y hermana”.
El Papa insistió en la inquietud espiritual, como el camino para llegar “al
encuentro con el otro” porque “la inquietud del amor siempre nos anima a
acercarnos a los demás, sin esperar a que el otro manifieste su necesidad”.
El Pontífice, que se sumergió en la vida de San Agustín, invitó a todos a
seguir el ejemplo del santo de Hipona en su búsqueda de Dios.
La celebración contó con la presencia de agustinos de los 5 continentes, religiosos, religiosas y personas consagradas que siguen la regla del obispo de Hipona y algunos laicos. El Papa - que antes de entrar en la Basílica se detuvo en la calle para saludar a muchas personas que lo esperaban desde muchas horas antes- invitó varias veces en el curso de larga homilía a dejarse impulsar por la inquietud personal interior para conocer a Cristo y de la inquietud de las necesidades de los demás para responderles con el amor.
"¿Y a cuáles inquietudes nos invita San Agustín para despertar y mantener viva nuestras vidas?”. El corazón inquieto de Agustín todavía tiene algo que enseñarnos, dijo el Papa, haciendo hincapié y recordando que su viaje personal interior nos lleva a reflexionar sobre la inquietud en tres aspectos diferentes: la "inquietud de la búsqueda espiritual, la inquietud del encuentro con Dios, y la inquietud del amor." Luego añadió:
"Yo les diría a los que se sienten indiferentes ante Dios, ante la fe, a los que están alejados de Dios o lo han abandonado, también a nosotros, con nuestras" distancias "y nuestros" abandonos" a Dios, tal vez pequeños, pero son muchos en la vida cotidiana: mira profundamente en tu corazón, mira en lo profundo de ti mismo, y pregúntate: ¿tienes un corazón que desea algo grande o tienes un corazón dormido por las cosas?”.
Esta inquietud, esta preocupación profunda, esta ansia del corazón lleva a san Agustín al encuentro con Cristo, afirmó el Santo Padre, pero no lo condujo a encerrarse dentro de sí mismo:
"Incluso tras el descubrimiento y el encuentro con Dios, Agustín no se detiene, no se acomoda, no se cierra en sí mismo como alguien que ya ha llegado, sino que prosigue el camino, su viaje. La inquietud de la búsqueda de la verdad, de la búsqueda de Dios, se convierte en el afán de conocerlo cada vez más y de salir de sí mismo para darlo a conocer a los demás. Ésta es "la inquietud del amor".
E insistió el Papa Francisco sobre esta inquietud, que se convierte en pastoral:
"Y Agustín se deja inquietar por Dios, no se cansa de anunciarlo, de evangelizar con valentía, sin miedo, trata de ser la imagen de Jesús el Buen Pastor que conoce a sus ovejas (cf. Jn 10,14), de hecho, como me gusta repetirlo, "él siente el olor de su rebaño" y sale a buscar a las ovejas que se han perdido. Agustín vivió lo que San Pablo le dice a Timoteo y a cada uno de nosotros: predica la palabra, insiste en el momento oportuno y cuando no es oportuno, proclama el Evangelio con el corazón magnánimo, grande (cf. 2 Tim 4:02) de un pastor que está inquieto por sus ovejas. El tesoro de Agustín es precisamente esta actitud: la de salir siempre hacia Dios, la de salir siempre hacia el rebaño...él es un hombre en tensión entre estas dos salidas... no "privatiza" el amor...está siempre en camino! (....) Siempre inquieto! Es la paz de inquietud".
Pero la preocupación, acabó diciendo el Papa Francisco, es también amor, "buscar siempre, sin parar, el bienestar de los demás, de los seres queridos, con la intensidad que también a veces lleva a las lágrimas." "La ansiedad del amor -concluyó Francisco - siempre nos anima y empuja a acercarnos a los demás, sin esperar a que sea el otro a manifestar sus necesidades."
La celebración contó con la presencia de agustinos de los 5 continentes, religiosos, religiosas y personas consagradas que siguen la regla del obispo de Hipona y algunos laicos. El Papa - que antes de entrar en la Basílica se detuvo en la calle para saludar a muchas personas que lo esperaban desde muchas horas antes- invitó varias veces en el curso de larga homilía a dejarse impulsar por la inquietud personal interior para conocer a Cristo y de la inquietud de las necesidades de los demás para responderles con el amor.
"¿Y a cuáles inquietudes nos invita San Agustín para despertar y mantener viva nuestras vidas?”. El corazón inquieto de Agustín todavía tiene algo que enseñarnos, dijo el Papa, haciendo hincapié y recordando que su viaje personal interior nos lleva a reflexionar sobre la inquietud en tres aspectos diferentes: la "inquietud de la búsqueda espiritual, la inquietud del encuentro con Dios, y la inquietud del amor." Luego añadió:
"Yo les diría a los que se sienten indiferentes ante Dios, ante la fe, a los que están alejados de Dios o lo han abandonado, también a nosotros, con nuestras" distancias "y nuestros" abandonos" a Dios, tal vez pequeños, pero son muchos en la vida cotidiana: mira profundamente en tu corazón, mira en lo profundo de ti mismo, y pregúntate: ¿tienes un corazón que desea algo grande o tienes un corazón dormido por las cosas?”.
Esta inquietud, esta preocupación profunda, esta ansia del corazón lleva a san Agustín al encuentro con Cristo, afirmó el Santo Padre, pero no lo condujo a encerrarse dentro de sí mismo:
"Incluso tras el descubrimiento y el encuentro con Dios, Agustín no se detiene, no se acomoda, no se cierra en sí mismo como alguien que ya ha llegado, sino que prosigue el camino, su viaje. La inquietud de la búsqueda de la verdad, de la búsqueda de Dios, se convierte en el afán de conocerlo cada vez más y de salir de sí mismo para darlo a conocer a los demás. Ésta es "la inquietud del amor".
E insistió el Papa Francisco sobre esta inquietud, que se convierte en pastoral:
"Y Agustín se deja inquietar por Dios, no se cansa de anunciarlo, de evangelizar con valentía, sin miedo, trata de ser la imagen de Jesús el Buen Pastor que conoce a sus ovejas (cf. Jn 10,14), de hecho, como me gusta repetirlo, "él siente el olor de su rebaño" y sale a buscar a las ovejas que se han perdido. Agustín vivió lo que San Pablo le dice a Timoteo y a cada uno de nosotros: predica la palabra, insiste en el momento oportuno y cuando no es oportuno, proclama el Evangelio con el corazón magnánimo, grande (cf. 2 Tim 4:02) de un pastor que está inquieto por sus ovejas. El tesoro de Agustín es precisamente esta actitud: la de salir siempre hacia Dios, la de salir siempre hacia el rebaño...él es un hombre en tensión entre estas dos salidas... no "privatiza" el amor...está siempre en camino! (....) Siempre inquieto! Es la paz de inquietud".
Pero la preocupación, acabó diciendo el Papa Francisco, es también amor, "buscar siempre, sin parar, el bienestar de los demás, de los seres queridos, con la intensidad que también a veces lleva a las lágrimas." "La ansiedad del amor -concluyó Francisco - siempre nos anima y empuja a acercarnos a los demás, sin esperar a que sea el otro a manifestar sus necesidades."
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