ORACIÓN AL ETERNO PADRE.
Padre Eterno Omnipotente, que nos has creado
para conocerte, amarte y servirte. Que has creado todas las cosas para nuestro
bien. Que amas tanto al hombre que le has dado tu propio Hijo, Nuestro Señor
Jesucristo. Te rogamos Señor, que pues nos has creado para Ti, nos lleves a Ti;
y pues nos has dado para salvarnos a tu Hijo, no permitas que nos perdamos,
sino que por sus méritos y con la Gracia del Espíritu Santo, lleguemos a tu
Gloria y en ella te alabemos eternamente.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V - Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los
Ejércitos. Llenos están los Cielos y la tierra de vuestra Gloria.
R - Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria
al Espíritu Santo.
(Se repite 3 veces).
ORACIÓN A DIOS HIJO.
Hijo divino del Eterno Padre Redentor nuestro
que bajaste del Cielo, te hiciste hombre, te entregaste a la muerte por
nosotros y te hiciste Pan para servir de alimento a nuestras almas y
santificarnos: concédenos que tu sacrificio no sé pierda para nosotros y que
sepamos aprovecharnos de él para alcanzar la Vida Eterna.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V - Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los
Ejércitos. Llenos están los Cielos y la tierra de vuestra Gloria.
R - Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria
al Espíritu Santo.
(Se repite 3 veces).
ORACIÓN A DIOS ESPÍRITU SANTO.
Espíritu Santo, lazo de infinito amor y de
luz divina, que une al Padre con el Hijo. Concédenos tus dones y tus frutos,
pues con ellos alcanzaremos en este destierro como un cielo anticipado; con
ellos practicaremos con fortaleza nuestros deberes de cristianos y llegaremos a
tu Gloria para alabarte y bendecirte con el Padre y el Hijo.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V - Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los
Ejércitos. Llenos están los Cielos y la tierra de vuestra Gloria.
R - Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria
al Espíritu Santo.
(Se repite 3 veces).
ANTÍFONA
A Ti Dios Padre Ingénito, a Ti Hijo
Unigénito, a Ti Espíritu Santo Paráclito, Santa e Inmaculada Trinidad, de todo
corazón te confesamos, alabamos y bendecimos. A Ti se dé la Gloria por
infinitos Siglos de los siglos.
V- Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo.
R- Alabémosle y ensalcémosle por los siglos
de los siglos. Amén.
ORACIÓN.
Señor Dios, Uno y Trino, que nos has
concedido a tus siervos el don de conocer la gloria de la Eterna Trinidad en la
confesión de la verdadera Fe y la de adorar la Unidad en el poder de tu
Majestad. Te rogamos que por la firmeza de esta misma Fe, nos veamos libres de
toda adversidad, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
LA PROCESIÓN CON EL SANTÍSIMO
La procesión con el SANTÍSIMO consiste en hacer un homenaje agradecido, público y multitudinario de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Se acostumbra sacar en procesión al SANTÍSIMO SACRAMENTO por las calles y las plazas o dentro de la Parroquia o Iglesia, para afirmar el misterio del Dios con nosotros en la Eucaristía.
Esta costumbre ayuda a que los valores fundamentales de la fe católica se acentúen con la presencia real y personal de Cristo en la Eucaristía.
LA HORA SANTA
Es una manera práctica y muy bella de adorar a Jesús Sacramentado. El Papa Juan Pablo II la celebra, al igual que la mayoría de las Parroquias de todo el mundo, los jueves al anochecer, para demostrar a Cristo Eucaristía amor y agradecimiento y reparar las actitudes de indiferencia y las faltas de respeto que recibe de uno mismo y de los demás hombres.
Consiste en realizar una pequeña reflexión evangélica, en presencia de Jesús Sacramentado y, al final, se rezan unas letanías especiales para demostrarle a Jesús nuestro amor.
Se puede celebrar de manera formal con el Santísimo Sacramento solemnemente expuesto en la custodia, con incienso y con cantos, o de manera informal con la Hostia dentro del Sagrario. Cualquiera de las dos maneras agrada a Jesús.
Es una manera práctica y muy bella de adorar a Jesús Sacramentado. El Papa Juan Pablo II la celebra, al igual que la mayoría de las Parroquias de todo el mundo, los jueves al anochecer, para demostrar a Cristo Eucaristía amor y agradecimiento y reparar las actitudes de indiferencia y las faltas de respeto que recibe de uno mismo y de los demás hombres.
Consiste en realizar una pequeña reflexión evangélica, en presencia de Jesús Sacramentado y, al final, se rezan unas letanías especiales para demostrarle a Jesús nuestro amor.
Se puede celebrar de manera formal con el Santísimo Sacramento solemnemente expuesto en la custodia, con incienso y con cantos, o de manera informal con la Hostia dentro del Sagrario. Cualquiera de las dos maneras agrada a Jesús.
Se inicia con la exposición del Santísimo Sacramento o, en su defecto, con una oración inicial a Jesucristo estando todos arrodillados frente al Sagrario.
A continuación, se procede a la lectura de un pasaje del Evangelio y al comentario del mismo por parte de alguno de los participantes.
Luego, se reflexiona adorando a Jesús, Rey del Universo, en la Eucaristía.
Se termina con las invocaciones y las letanías correspondientes y, en el caso de que la Hora Eucarística se haya hecho delante del Santísimo solemnemente expuesto, el sacerdote da la bendición con el Santísimo; en caso contrario, se finaliza la Hora Santa con una plegaria conocida de agradecimiento.
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