¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO: LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN: PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA, TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO, Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…". "ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA. ¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?. QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …” Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.

domingo, 4 de diciembre de 2016

NOVENA BÍBLICA EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE DÍA TERCERO, 05 DE DICIEMBRE

Puesto de rodillas delante de NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, hecha la Señal de la Cruz, se dice el siguiente:

ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados, y confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que me perdonéis y me des gracia para nunca más pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén.

ORACIÓN INICIAL DEL PAPA JUAN PABLO II A
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE.
 ¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!  Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro. Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores. Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra. Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena felicidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa. Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas. Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la Fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios. Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.
Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver a Él, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma.
Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los Santos Sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.
Su Santidad Juan Pablo II (México, enero de 1979. Visitando su Basílica  en su primer viaje al extranjero como Papa).

CONSIDERACIONES DEL DÍA TERCERO

MARÍA, SIERVA DEL SEÑOR

LECTURA BÍBLICA:  SAN LUCAS 1:34-38

Dijo María al Ángel:
¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón?
El Ángel le contestó y dijo:
El Espíritu Santo vendrá sobre Ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el Hijo engendrado será Santo, será llamado Hijo de Dios. E Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el mes sexto de la que era estéril, porque nada hay imposible para Dios”.
Dijo María: He aquí a la sierva del Señor; hágase en Mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel.
Palabra del Señor Dios.  Gloria a Ti Señor Jesús

CONSIDERACIONES:
 En efecto, en la Anunciación María se ha abandonado en Dios completamente, manifestando “la obediencia de la fe” a aquel que le hablaba a través de su mensajero y prestando “el homenaje del entendimiento y de la voluntad”. Ha respondido, por tanto, con todo su “Yo” humano, femenino, y en esta respuesta de Fe estaban contenidas una cooperación perfecta con “la gracia de Dios que previene y socorre” y una disponibilidad perfecta a la acción del Espíritu Santo, que, “perfecciona constantemente la Fe por medio de sus dones”.
La palabra del Dios viviente, anunciada a María por el Ángel, se refería a ella misma “vas a concebir en el seno y vas a dar a Luz un Hijo” (Lucas 1, 31).
Acogiendo este anuncio, María se convertiría en la “Madre del Señor” y en ella se realizaría el misterio divino de la Encarnación: “El Padre de las misericordias quiso que precediera a la Encarnación la aceptación de parte de la Madre predestinada”. Y María da este consentimiento, después de haber escuchado todas las palabras del mensajero. Dice: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1, 38).
Este fiat de María —“hágase en mí”— ha decidido, desde el punto de vista humano, la realización del misterio divino. Se da una plena consonancia con las Palabras del Hijo que, según la Carta a los Hebreos, al venir al mundo dice al Padre: “Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo … He aquí que vengo … a hacer, oh Dios, Tu Voluntad” (Hebreos 10, 5-7).
El misterio de la Encarnación se ha realizado en el momento en el cual María ha pronunciado su fiat “Hágase en mí según tu Palabra”, haciendo posible, en cuanto concernía a ella según el designio divino,
el cumplimiento del deseo de su Hijo.

ORACIÓN DE PETICIÓN
 Soberana Reina de los Ángeles y Señora nuestra: nosotros miserables pecadores, hemos entendido lo mucho que os agrada el culto de vuestra prodigiosa Imagen de Guadalupe y el de sus copias; Vos, Señora, lo estáis manifestando de continuo en la piedad liberalísima con que socorréis a cuantos os buscan en ella. Esto nos infunde tanto aliento y confianza que, sin reparar en nuestra miseria, venimos a las puertas de vuestra misericordia, como va un hijo necesitado a la más tierna de las madres, en la confianza de que hallaremos consuelo, donde todo el mundo tiene pronto y seguro despacho. En vuestra piedad fiamos, y con toda el alma os pedimos que nos alcancéis la luz y gracia para hacer buenas confesiones y corregir nuestra vida; y por añadidura la merced que os pedimos en esta Novena, o una gran conformidad si no fuere del agrado de vuestro Hijo, en honra vuestra y para nuestra salvación. Amén.

Pídase la gracia que se desea alcanzar…

Récese cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
 Virgen Santísima de Guadalupe, Madre de Dios, Señora y Madre nuestra!  Venos aquí postrados ante tu Santa imagen, que nos dejaste estampada en la tilma de Juan Diego, como prenda de amor, bondad y misericordia.  Aún siguen resonando las palabras que dijiste a Juan con inefable ternura: “Hijo mío queridísimo, Juan a quien amo como a un pequeñito y delicado,”  cuando radiante de hermosura te presentaste ante su vista en el cerro del Tepeyac.  Haz que merezcamos oír en el fondo del alma esas mismas palabras.
Sí, eres nuestra Madre; la Madre de Dios es nuestra Madre, la más tierna, la más compasiva. Y para ser nuestra Madre y cobijarnos bajo el manto de tu protección te quedaste en tu imagen de Guadalupe.
Virgen Santísima de Guadalupe, muestra que eres nuestra Madre. Defiéndenos en las tentaciones, consuélanos en las tristezas, y ayúdanos en todas nuestras necesidades. En los peligros, en las enfermedades, en las persecuciones, en las amarguras, en los abandonos, en la hora de nuestra muerte, míranos
            con ojos compasivos y no te separes jamás de nosotros.
Amén


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