PREPARACIÓN:
En el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Por la señal de la Santa Cruz...
ACTO DE CONTRICIÓN:
Jesús, mi Señor y Redentor. Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por Tu infinita misericordia y por los méritos de tu Santa Infancia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS DE
LA NOVENA
¡Oh Divino Niño Jesús! Confiando en tu infinita
misericordia y bondad, quiero hacer esta novena para presentarte con sencillez
mis necesidades espirituales y materiales.
Cuando vivías entre los hombres, conversabas con
tu Padre Celestial, en actitud confiada de adoración, alabanza, gratitud y
petición. Así quiero que sea mi oración, especialmente en estos días de la
novena.
Tú eres nuestro intercesor ante el Padre; Tú
pediste por las necesidades de los hombres. Hoy te presento mis propias
necesidades. Me acojo también a la intercesión de María, Madre tuya y también
mi madre, para que, como Ella, me des fortaleza para aceptar y hacer siempre tu
voluntad. Amén.
CONSIDERACIÓN PARA CADA DÍA:
AMOR DEL NIÑO JESÚS A SAN
JOSÉ, SU PADRE ADOPTIVO
"...Y vino a Nazaret: y les estaba sujeto". (Lc. 2, 51).
Ciertamente que el esposo de María no era el
padre natural de Jesús sino la sombra en la tierra de su Padre Celestial. Por
ello, el Niño Jesús le profesó a José respeto, veneración y un filial amor.
Amor que se manifestó especialmente en la
obediencia. El Evangelio nos cuenta que "les estaba sujeto". Con eso
lo dice todo. Durante toda su vida oculta, Jesús es conocido como "el hijo
del carpintero". El ayudante capaz y laborioso en el taller de Nazaret, el
hijo sumiso a las enseñanzas y normas de su padre legal, a quien llamó con el
dulce nombre de papá.
En su infancia, José fue todo para Jesús: su
guardián y custodio, pues, recién nacido, lo sabrá defender de Herodes y sus
secuaces. Luego será su guía y maestro que lo inicia en la vida religiosa y
social de Israel, que le enseña a leer las Sagradas Escrituras.
José, como todo padre judío, supo enseñar a Jesús,
desde muy niño, a orar con los salmos, como lo hacían todos los niños
israelitas; con paciencia paternal lo fue introduciendo en los usos, costumbres
y tradiciones del pueblo de Israel.
Jesús supo retribuirle con inmenso amor y
gratitud todos sus cuidados solícitos y estuvo junto a José "sometido a su
autoridad paternal hasta que el Santo Patriarca tuvo la dicha de morir en los
brazos de Jesús y María.
¡Oh mi adorable Niño Jesús! Regálame la gracia
de amar intensamente a San José, el árbol que no dio fruto, pero sí la sombra
que te cobijó en la tierra y ahora lo glorificas en el cielo. Que yo también
tenga la gracia de pasar de este mundo a la eternidad, asistido por Ti y tu
Madre Santísima.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
MARÍA
Soberana
María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad,
merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos
misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo
hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo.
¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina
ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de
verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. (Se reza tres veces el Avemaría)
ORACIÓN A SAN JOSÉ
¡Oh
santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias
doy a Dios porque os escogió para tan soberanos misterios y os adornó con todos
los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que
tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervoroso deseos de verle y recibirle
sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo.
Amén. (Se reza un Padrenuestro, un
Avemaría y un Gloria)
GOZOS (Para todos los días)
Dulce Jesús mío, mi Niño adorado,
ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Oh Adonaí potente que a Moisés hablando de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatamos, y que un Niño débil muestre fuerte brazo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano de la cárcel triste que labró el pecado!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Oh lumbre de oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano luzca la sonrisa de tus dulces labios!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado, y en forma de niño da al mísero amparo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Rey de las naciones Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ven que ya María previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano!
¡Ven que ya José con anhelo sacro se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Del débil auxilio; del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Vé ante mis ojos de Ti enamorados, bese ya tus plantas, bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ven salvador nuestro por quien suspiramos!
¡Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!
¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Oh Adonaí potente que a Moisés hablando de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatamos, y que un Niño débil muestre fuerte brazo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano de la cárcel triste que labró el pecado!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Oh lumbre de oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano luzca la sonrisa de tus dulces labios!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado, y en forma de niño da al mísero amparo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Rey de las naciones Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ven que ya María previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano!
¡Ven que ya José con anhelo sacro se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Del débil auxilio; del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Vé ante mis ojos de Ti enamorados, bese ya tus plantas, bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ven salvador nuestro por quien suspiramos!
¡Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!
ORACIÓN AL NIÑO JESÚS
Acordaos,
¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo
Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan
consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo,
por los méritos de mi infancia y nada te será negado". Llenos de
confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros
toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una
eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra
infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a vos, ¡oh Niño
omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que
en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente
nuestra súplica. Amén.
PROPÓSITO DE LA NOVENA AL NIÑO JESÚS
Siguiendo la tradición Cristiana, Católica de nuestros padres, el tiempo de Navidad es un tiempo de esperanza, de amistad, de reconciliación, de paz y de renovación de nuestra fe.
El nacimiento del Niño Jesús abre el Nuevo Testamento de la Palabra de Dios hecha hombre. Esta dulce historia nos toca el corazón cada año, y es una gran oportunidad para iniciar a los niños en el Cristianismo.
Que no nos falte el pesebre, los villancicos, los adornos navideños y el recogimiento familiar mientras recordarnos las hermosas escenas de la Navidad, y que abunde la alegría en nuestros hogares en este tiempo tan hermoso cada año.
Y que el Niño Dios nos llene de fervor y de paz, que nos conceda las peticiones que hacemos en esta novena. Amén
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