Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración
perfecta y absoluta
de todo mi ser, que os hago en este día para que os
dignéis ser
en adelante, en cada uno de los instantes de mi
vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz,
mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas
operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en
María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria
al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador.
Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la
abundancia de tus dones y frutos. Haz que yo sepa, con el DON DE SABIDURÍA, tener este gusto por las cosas de Dios que me
haga apartar de las terrenas.
Que sepa, con el DON DEL ENTENDIMIENTO, ver con fe viva la importancia y la belleza
de la verdad cristiana.
Que, con el DON
DEL CONSEJO, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar
y salvarme.
Que el DON
DE FORTALEZA me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y
en el camino de la salvación.
Que sepa con el DON DE CIENCIA, discernir claramente entre el bien y el mal, lo
falso de lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del
pecado.
Que, con el DON
DE PIEDAD, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción y sea
misericordioso con el prójimo.
Finalmente, que, con el DON DE TEMOR DE DIOS, tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos
de Dios, cuidando de no ofenderle jamás con el pecado.
Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el
móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer
entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus
preceptos y la dulzura de tu amor. Amén.
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