El lugar donde Jesús se
encuentra con su Madre.
Donde Jesús habló con las
mujeres de Jerusalén.
La casa de Pilato
El Santo Sepulcro
Muchos
peregrinos no podían ir a Tierra Santa ya sea por la distancia y difíciles
comunicaciones, ya sea por las invasiones de los musulmanes que por siglos
dominaron esas tierras y perseguían a los cristianos. Así creció la necesidad
de representar la Tierra Santa en otros lugares más asequibles e ir a ellos en
peregrinación.
En varios
lugares de Europa se construyeron representaciones de los más importantes
santuarios de Jerusalén.
El Beato Álvaro de Córdoba, fraile dominico (m.1430), que en su regreso
de Tierra Santa, construyó una serie de pequeñas capillas en el convento
dominico de Córdoba en las que se pintaron las principales
escenas de la Pasión en forma de estaciones.
Por la
misma época, la Beata Eustochia, clarisa, construyó Estaciones similares en su
convento en Messina. Hay otros ejemplos. Sin embargo, la primera vez que se
conoce el uso de la palabra "Estaciones" siendo utilizada en el
sentido actual del VÍA CRUCIS se encuentra en la narración del peregrino inglés
Guillermo Wey sobre sus
visitas a la Tierra Santa en 1458 y en 1462. Wey ya menciona catorce estaciones, pero solo cinco de
ellas corresponden a que se usan hoy día, mientras que siete solo remotamente
se refieren a la Pasión.
Por la
dificultad creciente de visitar la Tierra Santa bajo dominio musulmán, las
Estaciones de la Cruz y diferentes manuales para rezar en ellas se difundieron
por Europa. Las Estaciones tal como las conocemos hoy fueron aparentemente
influenciadas por el libro "JERUSALÉN
SICUT CHRISTI TEMPORE FLORUIT" escrito por un tal Adrichomius en 1584. En este libro el VÍA
CRUCIS tiene doce estaciones y estas corresponden exactamente a nuestras
primeras doce.
Parece
entonces que VÍA CRUCIS, como lo conocemos hoy surge de las representaciones
procedentes de Europa.
Pocas de
las Estaciones en los tiempos medievales mencionan la segunda (Jesús carga con la cruz) ni la
décima (Jesús es despojado de sus vestiduras).
Por otro
lado algunas que hoy no aparecen eran antes más comunes.
Entre
estas, el balcón desde donde Pilato pronunció Ecce Homo
(he
aquí el hombre).
En el año
1837, la SAGRADA
CONGREGACIÓN PARA LAS INDULGENCIAS precisó que aunque no había obligación, es
más apropiado que las estaciones comiencen en el lado en que se proclama el
Evangelio.
Pero esto
puede variar según la estructura de la iglesia y la posición de las imágenes en
las Estaciones.
La
procesión debe seguir a Cristo más bien que encontrarse de frente con El.
Comprendiendo
la dificultad de peregrinar a la TIERRA SANTA, el papa Inocencio XI
en 1686
concedió a los franciscanos el derecho de erigir Estaciones en sus iglesias y
declaró que todas las indulgencias anteriormente obtenidas por devotamente
visitar los lugares de la Pasión del Señor en TIERRA SANTA las podían en
adelante ganar los franciscanos y otros afiliados a la orden haciendo las ESTACIONES
DE LA CRUZ en sus propias iglesias según la forma acostumbrada.
Inocente XII confirmó este
privilegio en 1694
y Benedicto
XIII en 1726
lo extendió a todos los fieles.
En 1731 Clemente XII
lo extendió aún más permitiendo las indulgencias en todas las iglesias siempre
que las ESTACIONES fueran erigidas por un padre franciscano con la sanción del
ordinario (obispo local).
Al mismo
tiempo definitivamente fijó en catorce el número de Estaciones.
Benedicto XIV
en 1742
exhortó a todos los sacerdotes a enriquecer sus iglesias con el rico tesoro de
las ESTACIONES DE LA CRUZ.
En 1773 Clemente XIV
concedió la misma indulgencia, bajo ciertas circunstancias, a los crucifijos
bendecidos para el rezo de las ESTACIONES, para el uso de los enfermos, los que
están en el mar, en prisión u otros impedidos de hacer las ESTACIONES EN LA
IGLESIA.
La
condición es que sostengan el crucifijo en sus manos mientras rezan Padre Nuestro,
el Ave María
y el Gloria
un número determinado de veces.
Estos
crucifijos especiales no pueden venderse, prestarse ni regalarse sin perder las
indulgencias ya que son propias para personas en situaciones especiales.
En 1857 los obispos de Inglaterra
recibieron facultades de la SANTA SEDE para erigir ellos mismos las
Estaciones con indulgencias cuando no hubiese franciscanos.
En 1862 se quitó esta última
restricción y los obispos obtuvieron permiso para erigir las Estaciones ya sea
personalmente o por delegación siempre que fuese dentro de su diócesis.
Tomado
de los Franciscanos de Tierra Santa
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