¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO: LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN: PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA, TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO, Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…". "ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA. ¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?. QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …” Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.

viernes, 7 de marzo de 2014

El ayuno que quiere el Señor es el que se preocupa por la vida del hermano, el Papa el viernes en Santa Marta



(RV).- “¿Me avergüenzo de la carne de mi hermano, de mi hermana?”. Fue una de las preguntas en el centro de la homilía del Papa Francisco, durante la Misa de la mañana del viernes en la Casa de Santa Marta. El Papa resaltó que la vida de fe está estrechamente ligada a una vida de caridad hacia los pobres, sin la cual aquello que se profesa es sólo hipocresía.

El cristianismo no es una regla sin alma, un prontuario de observancias formales para gente que pone la cara buena de la hipocresía para esconder un corazón vacío de caridad. El cristianismo es la “carne” misma de Cristo que se inclina sobre el que sufre sin avergonzarse. Para explicar esta contraposición, el Santo Padre retomó el diálogo del Evangelio de hoy entre Jesús y los doctores de la ley, que critican a los discípulos por el hecho de no respetar el ayuno, a diferencia de ellos y de los fariseos que en cambio lo practican mucho. El hecho, objetó el Pontífice, es que los doctores de la ley habían transformado la observancia de los Mandamientos en una “formalidad”, cambiando la “vida religiosa” en “una ética” y olvidando su raíz, o sea “una historia de salvación, de elección, de alianza”:

“Recibir del Señor el amor de un Padre, recibir del Señor la identidad de un pueblo y luego transformarla en una ética es rechazar aquel don de amor. Esta gente hipócrita son personas buenas, hacen todo aquello que se debe hacer. ¡Parecen buenas! Son éticos, pero éticos sin bondad, porque ¡han perdido el sentido de pertenencia a un pueblo! El Señor da la salvación al interior de un pueblo, en la pertenencia a un pueblo”.

Sin embargo, observó Francisco, ya el Profeta Isaías – en el pasaje recordado en la Primera lectura – había descrito con claridad cuál era el ayuno según la visión de Dios: “Soltar las cadenas injustas”, “dejar en libertad a los oprimidos”, pero también “compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo”, “cubrir al que veas desnudo”.

“¡Aquél es el ayuno que quiere el Señor! Ayuno que se preocupa por la vida del hermano, que no se avergüenza -lo dice el mismo Isaías- de la carne del hermano. Nuestra perfección, nuestra santidad va delante con nuestro pueblo, en el cual hemos sido elegidos e insertados. Nuestro acto de santidad más grande está precisamente en la carne del hermano y en la carne de Jesucristo. El acto de santidad de hoy, nuestro, aquí, en el altar, no es un ayuno hipócrita: ¡es no avergonzarse de la carne de Cristo que hoy viene aquí! Es el misterio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Es ir a compartir el pan con el hambriento, a curar a los enfermos, los ancianos, aquellos que no pueden darnos nada a cambio: ¡no avergonzarse de la carne, es eso!”.

Esto significa que el “ayuno más difícil”, afirmó el Obispo de Roma, es “el ayuno de la bondad”. Es el ayuno del que es capaz el Buen Samaritano, que se inclina sobre el hombre herido, y no es aquel del sacerdote, que mira al mismo desventurado pero sigue adelante, quizás por miedo de contaminarse. Y entonces, concluyó, “ésta es hoy la propuesta de la Iglesia: ¿me avergüenzo de la carne de mi hermano, de mi hermana?”:

“Cuando doy limosna, ¿dejo caer la moneda sin tocar la mano? Y si por casualidad la toco, ¿la retiro de inmediato? Cuando doy limosna, ¿miro a los ojos de mi hermano, de mi hermana? Cuando sé que una persona está enferma, ¿voy a encontrarla? ¿La saludo con ternura? Hay una señal que tal vez nos ayudará, es una pregunta: ¿sé acariciar a los enfermos, los ancianos, los niños o he perdido el sentido de la caricia? ¡Aquellos hipócritas no sabían acariciar! Se habían olvidado… No avergonzarse de la carne de nuestro hermano: ¡es nuestra carne! Seremos juzgados por el modo en el que nos comportamos con este hermano, con esta hermana”. (RC-RV)

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