(RV).- (audio y video) Con motivo de la inauguración del año judicial,
el Papa Francisco ha recibido, por primera vez, pasado el mediodía, a los
auditores, oficiales y colaboradores del Tribunal Apostólico de la Rota Romana.
En su discurso, el Pontífice ha subrayado que “la dimensión jurídica y la dimensión pastoral del ministerio eclesial, no están en oposición, porque ambas contribuyen a la consecución de la finalidad y la unidad de acción propia de la Iglesia. La actividad judicial eclesial, que se configura como un servicio a la verdad, en la justicia, tiene una connotación profundamente pastoral, porque busca el bien de los fieles y la edificación de la comunidad cristiana, y por lo tanto, se inserta plenamente en el camino y en la misión de la Iglesia.
"Ahora quisiera trazar un breve perfil del juez eclesiástico. En primer lugar, el perfil humano: al juez se le pide una madurez humana que sea expresión de serenidad de juicio y de desapego de puntos de vista personales. También forma parte de su madurez humana la capacidad de sumergirse en la mentalidad y en las aspiraciones legítimas de la comunidad en la que lleva a cabo su servicio. Así se hará intérprete de aquel 'animus communitatis’ que caracteriza a la porción del Pueblo de Dios a la que dirige su trabajo y podrá practicar una justicia no legalista ni abstracta".
El segundo aspecto, destacado por el Papa, fue el judicial. Además de los requisitos de doctrina jurídica y teológica, el juez en el ejercicio de su ministerio -ha señalado Francisco- se caracteriza por la pericia en el Derecho, la objetividad y la imparcialidad del juicio, juzgando con imparcialidad y con equidistancia imperturbable. Tutelando la verdad, en el respeto de la ley, sin olvidar la delicadeza y la humanidad propias del pastor de almas.
"El tercer aspecto es el pastoral. Como expresión de la solicitud pastoral del Papa y de los obispos, al juez se le requiere no sólo una probada experiencia, sino también verdadero espíritu de servicio. Él es el servidor de la justicia, llamado a tratar y juzgar la condición de los fieles, que con confianza se dirigen a él, imitando al Buen Pastor que cuida de la oveja herida. Por ello está animado por la caridad pastoral, “aquel amor que Dios ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado”.
Un ministerio ha dicho finalmente el Papa a los representantes del Tribunal Apostólico de la Rota Romana, “vivido en el gozo y la paz que vienen del trabajar allí donde el Señor nos ha puesto”, sin olvidar que es “un servicio único al Dios Amor”, y sin olvidar tampoco que “detrás de cada práctica, de cada posición, de cada causa, hay personas que están esperando justicia”.
(ER RV)
En su discurso, el Pontífice ha subrayado que “la dimensión jurídica y la dimensión pastoral del ministerio eclesial, no están en oposición, porque ambas contribuyen a la consecución de la finalidad y la unidad de acción propia de la Iglesia. La actividad judicial eclesial, que se configura como un servicio a la verdad, en la justicia, tiene una connotación profundamente pastoral, porque busca el bien de los fieles y la edificación de la comunidad cristiana, y por lo tanto, se inserta plenamente en el camino y en la misión de la Iglesia.
"Ahora quisiera trazar un breve perfil del juez eclesiástico. En primer lugar, el perfil humano: al juez se le pide una madurez humana que sea expresión de serenidad de juicio y de desapego de puntos de vista personales. También forma parte de su madurez humana la capacidad de sumergirse en la mentalidad y en las aspiraciones legítimas de la comunidad en la que lleva a cabo su servicio. Así se hará intérprete de aquel 'animus communitatis’ que caracteriza a la porción del Pueblo de Dios a la que dirige su trabajo y podrá practicar una justicia no legalista ni abstracta".
El segundo aspecto, destacado por el Papa, fue el judicial. Además de los requisitos de doctrina jurídica y teológica, el juez en el ejercicio de su ministerio -ha señalado Francisco- se caracteriza por la pericia en el Derecho, la objetividad y la imparcialidad del juicio, juzgando con imparcialidad y con equidistancia imperturbable. Tutelando la verdad, en el respeto de la ley, sin olvidar la delicadeza y la humanidad propias del pastor de almas.
"El tercer aspecto es el pastoral. Como expresión de la solicitud pastoral del Papa y de los obispos, al juez se le requiere no sólo una probada experiencia, sino también verdadero espíritu de servicio. Él es el servidor de la justicia, llamado a tratar y juzgar la condición de los fieles, que con confianza se dirigen a él, imitando al Buen Pastor que cuida de la oveja herida. Por ello está animado por la caridad pastoral, “aquel amor que Dios ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado”.
Un ministerio ha dicho finalmente el Papa a los representantes del Tribunal Apostólico de la Rota Romana, “vivido en el gozo y la paz que vienen del trabajar allí donde el Señor nos ha puesto”, sin olvidar que es “un servicio único al Dios Amor”, y sin olvidar tampoco que “detrás de cada práctica, de cada posición, de cada causa, hay personas que están esperando justicia”.
(ER RV)
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